MEJOR PINTAR EN CABALLETE

ué tema, el del canon literario! Preferiría no tocarlo. De hecho, no lo haré. Sólo que es el interés de esta editorial, la cual ha publicado un “Archivo negro de la poesía mexicana”, con lo que quiere dar a entender que hay una serie de poetas que se encuentran relegados entre los lectores de poesía. Este “Archivo” consta de diez volúmenes que van de poetas de los años 20 hasta algunos contemporáneos. Todos ellos han sido estudiados por el Seminario de Investigación en Poesía Mexicana Contemporánea de la UNAM y van precedidos de prólogos muy justos. Ya volveré alguna vez sobre los demás poetas.

Por ahora sólo diré que me parece excesivo el argumento de que los criterios políticos definen la fama de los escritores. Eso no hace que yo olvide las grandes injusticias de la censura, pero tampoco pensaré que el poder de los caciques culturales es omnipotente. Abrí por azar Morada del colibrí, y leí los extensos “poemurales” de Roberto López Moreno, mientras pensaba en la clasificación que hiciera Alfonso Reyes acerca de las artes que sirven de inspiración a la poesía. Según su planteamiento, hay una poesía que aspira a la música y otra a la pintura. En la musical, el contenido depende del ritmo, mientras que la visual tiene el inconveniente de que intenta resolver en un recurso lineal (el verso) una realidad que se puede apreciar de una sola mirada.

Reconozco en este libro algunas cosas familiares, como el rastro del Poeticismo, esa “vanguardia” que despertó la curiosidad de Octavio Paz y que hoy despierta más la curiosidad de los lectores de poesía que de los propios poeticistas. Ese movimiento era: la sobreexplotación de las metáforas, la admiración por Góngora y una actitud lúdica que identificaba la poesía con la Revolución. Pienso que varios autores se han inspirado en esa poética, y uno de ellos es López Moreno. Y este último debe de tener sus lectores, sólo que si existen pienso que le deben de admirar su actitud ante la poesía que sus resultados concretos.

Al igual que un mural, que se forma de pequeñas escenas, los poemurales acumulan momentos y momentos. No sé qué ocurra exactamente en el nivel de la composición, pues no alcanzo a ver a tanto, pero las pequeñas composiciones no me parecen afortunadas, se me ocurre que son pasajes demasiado retóricos y grandilocuentes, y que se ha secado el río de la vanguardia desde hace mucho tiempo, por lo que prácticamente no tienen vida los recursos que se alimentan de él.

Como se abusa del pastiche, uno siente la urgencia de ir a beber las aguas originales de los modelos originales (perdón por abusar a mí vez de la imagen del río). Tiene los recursos del collage, aunque me pregunto si no habría sido mejor pintar en caballete aunque resultara modestamente menos revolucionario.

Roberto López Moreno, Morada del colibrí. Poemurales (1995), Introducción de Jorge Aguilera López. México, Malpaís, 2014. (Col. Archivo Negro de la Poesía Mexicana)

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