ESQUINA BAJAN

s 1948 y se han hecho presentes en la Ciudad de México varios de los problemas con los que seguimos batallando, particularmente el de un transporte público ineficiente. La metrópoli prosigue en un crecimiento sin planeación debida y esto da ocasión a una disputa entre dos rutas de camiones de pasajeros por conseguir la concesión que les permita operar de manera exclusiva en un nuevo suburbio. Para ello, uno de los competidores se vale de numerosas triquiñuelas que le permitan ganar el fallo de la autoridad.

¡Esquina, bajan…! se trata de una película que cumple muy bien con la función de entretener. Tiene tintes de comedia y destellos de drama. No hay el menor atisbo artístico en la fotografía ni en la dirección de cámara, pero son pulcras y comunican bastante bien como para no perder la atención de lo que pasa en la pantalla.

El guion es ágil y las escenas se suceden sin el menor rebuscamiento yendo de un diálogo a otro sin dejar silencios, para contarnos una historia de amor y las dificultades para su consumación por parte de la pareja protagónica. David Silva interpreta a Gregorio del Prado, chofer, y Olga Jiménez a Cholita, la secretaria del presidente de la ruta de autotransporte rival.

Fernando Soto “Mantequilla”, en su recurrente papel de un Sancho Panza o escudero, es el mismo de todas sus películas, en esta ocasión bajo el sobrenombre de Regalito, con Delia Magaña como su pareja en el papel de una mesera, La Bicha, en quienes se descarga el contenido humorístico, ya sea de una manera circunstancial o por la expresión de sus personalidades.

Por momentos las situaciones resultan exageradas en el trajín del camión, pero no están muy lejos de lo que sigue ocurriendo: choferes pendencieros, majaderos con los pasajeros e imprudentes al conducir; aglomeración, desorden, manoseo a mujeres… una constante sensación de caos e inseguridad. Para mayor variedad, tiene ocasión una pelea campal entre los miembros de las rutas en conflicto; y una más entre las esposas de los choferes cuando van a visitarlos a la delegación donde se encuentran detenidos.

La narración no solo cumple en cuanto a contar una historia de amor, así como dejarnos ver el folclor urbano y algunas estampas de la Ciudad de México, pues Galindo nos presenta una muestra del sindicalismo visto desde dentro. Quizá no de manera fiel ni en tono crítico, pero ahí están las asambleas, como la del Sindicato de Trabajadores de la Línea de Autotransporte Zócalo, Xochicalco y Anexas, la colusión de líderes con patrones y sus discursos cargados de rebuscamientos, así como la infiltración deliberada de provocadores y operadores gansteriles.

A diferencia de muchas películas de su época, no se abusa de los musicales, sino que resultan, a mi gusto, en su justa medida, apenas un par. Esto se debe muy probablemente a que David Silva no era cantante. Hay una secuencia en el famoso salón Los Ángeles, pero es una grata sorpresa que no hay en ella ritmos tropicales ni canciones deprimentes de danzón cabaretero, sino una orquesta con un fino swing muy bien bailado por la concurrencia, lo que le da un toque extra en cuanto a modernidad, tipo influencia de la cultura estadunidense vía Hollywood.

Con más de cincuenta películas en su trabajo actoral, ¡Esquina bajan! es junto con Campeón sin corona por las que David Silva ha trascendido y se le puede rememorar. Dirigida en ambas y en varias más por Galindo, Silva llegó a perfilarse como un héroe que personifica al capitalino: un chilango de acento y caló característicos (de su época), galán barriobajero, valentón y con los defectos de cualquiera de su clase; un poco ignorante y un poco bruto, pero buena gente.

En contraste, Olga Jiménez, la protagonista, si bien cumple de manera solvente con su papel, el de la dama joven, cuenta con una carrera muy breve de apenas cinco años, los que fueron de 1945 a 1950, con una decena de películas, y está prácticamente olvidada entre las actrices que formaron parte de la época de oro.

Ambos merecían mejor fortuna. En el caso de Silva, no haber sido cantante y tener como contemporáneo al muy carismático Pedro Infante dirigido por Ismael Rodríguez, con su exagerado estilo melodramático, ha de haber sido un gran hándicap como para llegar a ídolo. En lo que respecta a la brevedad de la carrera de Jiménez, menos que un misterio, me resulta por completo desconocida su causa.

Por otra parte, llama la atención ver en los créditos a Gunther Gerszo como escenógrafo, así como un “asesor técnico” de nombre Rafael Cataño, que ostenta el cargo de secretario de Conflictos del Sindicato de Trabajadores de la Línea México San Angel Inn y Anexas, S.C.L., lo que nos da una idea de que Galindo se esforzó en dotar de veracidad su trabajo.

Por último, cabe comentar que ¡Esquina, bajan…! tiene una secuela rodada casi inmediatamente que resultó muy efectiva: Hay lugar para-dos, la cual da continuidad cabalmente a la trama con la participación del mismo elenco, y que también vale la pena verla en caso de que la primera haya resultado grata.

https://www.youtube.com/watch?v=BsNxYBmnyv8

Título: Esquina, bajan…!
País: México
Año: 1948
Producción: Rodríguez Hermanos
Dirección y guion: Alejandro Galindo
Fotografía: José Ortiz Ramos
Música: Raúl Lavista y Nacho García, arreglos y fondos
Escenografía: Gunther Gerszo
Reparto: David Silva, Fernando Soto Mantequilla, Olga Jiménez, Víctor Parra, Delia Magaña, Salvador Quiroz, Miguel Manzano, Eugenia Galindo, Jorge Arriaga, Ernesto Finance, Ángel Infante, Pin Crespo, Chel López, Jorge Martínez de Hoyos, Francisco Pando, Manuel Jarero, Marco Antonio Campos, Pepe Martínez, Mario Castillo, Carmen Novelty, Pascual Sánchez, Armando Tovar, Óscar Villalba

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