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FÉ, ESPERANZA Y CARIDAD, CAMINOS AL INFIERNO

Si hay un tipo con un sentido del humor burlón e irónico es Luis Alcoriza, autor de las historias del tríptico Fé, Esperanza y Caridad, cada una de las cuales corresponde a las virtudes teologales del catolicismo. La procuración de ellas es también la causa o la ocasión de tantos o más vicios. Se trata de efectos no esperados o no deseados, pero sí provocados por las buenas intenciones; ésos que empiedran los caminos de los infiernos cotidianos. No existe la bondad en estado puro, sino acompañada del mal.

En este Bocaccio 70 a la mexicana, Fe es el corto que dirige Alberto Bojórquez, y cuenta sobre una mujer, Teresa, que se va a bailar a Chalma para pedir por la sanación de su esposo que no puede caminar. La peregrinación resulta para ella un continuo sufrimiento, más por la compañía de los penitentes que por el sacrificio autoimpuesto. No obstante, si de su fe depende lograr el milagro, toda dificultad deberá ser considerada como prueba que Dios le ha impuesto. Parece una mezcla de La Vía Láctea, de Luis Buñuel, sobre el camino a Santiago, y de lo que luego habría de ser Mecánica Nacional, con ese hacinamiento bizarro y lleno de folclor acampado y que trasnocha a la mitad de la nada.

Por otra parte, la esperanza es la virtud de un faquir, Gabino, la cual le había “dado fuerza” para vencer el peligro y los momentos difíciles de su profesión. Con la ilusión de comprarle una casa a su mamá, acepta presentarse clavado a una cruz en una feria, como si fuera la mujer serpiente o algún otro espectáculo freak. Alcoriza, bajo su dirección, nos deja ver que el morbo mueve multitudes, tanto como la devoción a un santo milagroso, o que jalan más un par de clavos que un par de carretas. Si de Buñuel aprendió surrealismo, aquí se perfecciona en el hiperrealismo: la esperanza muere al último, pero muere.

Por último, Caridad, dirigida por Jorge Fons, nos da muestra de lo que es una buena católica: una anciana millonaria, reparte monedas entre santos, “sus pobres” y “sus niños”. Las que da a estos últimos acaban por desatar sendas tragedias a un par de familias miserables que, como sus demás vecinos, viven inundadas pero sin agua para beber, como si fuera un castigo de Dios. A partir de ahí, inicia el calvario de Eulogia, indefensa ante un Estado de derecho del que no puede recibirse ni limosnas. Todo ha sido el resultado de un efecto mariposa perverso: el aleteo de una moneda que desata una catástrofe en el bajo mundo.

La película nos deja ver a varias estrellas de la época de oro: Fernando Soto “Mantequilla”, en un pequeño y picaresco papel de ciego; Sara García y Estela Inda, también en pequeños papeles; a Lilia Prado en un rol secundario, así como a Katy Jurado, que se lleva la película con una actuación estelar en Caridad, por la que obtuvo el Ariel. En contraste, a la distancia de los años, llaman la atención una muy joven Sasha Montenegro, prácticamente debutante (la película se filmó en 1972), así como Fabiola Falcón, protagonista de Fe, que tuvo una carrera muy corta, no obstante que luce talento y personalidad; y la extranjera Ilya Chagall, para quien fue su debut y despedida cinematográfico.

Si bien se trata principios de los años setenta, tras un periodo de prolongado de crecimiento y desarrollo económico, la modernidad del país o de su sociedad no aparecen por ningún lado: sus personajes viven en el atraso cultural y educativo; son víctimas de la pobreza y la ignorancia; México es un país salvaje y violento en el que prevalece la impunidad, y no hay algo parecido a una justicia divina que recompense a los buenos y castigue a los malos, con todo y las muy arraigadas virtudes teologales en la idiosincrasia popular. Ni siquiera los ricos lucen como representantes o sujetos del desarrollo o el progreso: son sólo adinerados. Y el Estado es todo ogro y nada filántropo.

El conjunto de las partes resulta un tratado de la mexicanidad, distinto por completo al que configuró Ismael Rodríguez, en el que está manifiesto la doble moral, la corrupción, la transa, el burocratismo, la credulidad religiosa, la picardía, el chantaje emocional y el chisme como los resortes morales, culturales y dialógicos de nuestra mala convivencia. Para Alcoriza no caben los finales felices, sino polémicos.

Por lo tanto, me parece que el valor de la película no radica en sus méritos cinematográficos, sino en que su narración no pierde vigencia en absoluto; constituye, en buena medida, un retrato del presente, tal como en su nota roja, el periodismo de lo insólito, el circo sin animales, la sempiterna mala suerte, los invitados al show de la Señorita Laura o los casos tremendistas de La Rosa de Guadalupe.

Año: 1974
Duración: 113 min.
País: México
Directores: Luis Alcoriza, Alberto Bojórquez, Jorge Fons
Guión: Luis Alcoriza, Julio Alejandro, José de la Colina
Música: Rubén Fuentes
Fotografía: Gabriel Torres
Reparto: Sara García, Julio Aldama, Fabián Aranza, Raúl Astor, Anita Blanch, Queta Carrasco, Pancho Córdova, Fabiola Falcón, Leonor Gómez, Estela Inda, Katy Jurado, Leonor Llausás, Betty Meléndez, Sasha Montenegro, Gina Morett, Guillermo Orea, Lilia Prado, Roberto Ramírez Garza, Milton Rodríguez, David Silva, Armando Silvestre
Productora: Estudios Churubusco Azteca S.A. / Producciones Escorpión

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