LA ÚLTIMA PREGUNTA

JOSÉ REVUELTAS: EL FILÓSOFO DE LA DESTRUCCIÓN

El apodo que Díaz Ordaz puso a José Revueltas es, quizás, uno de lo más afortunados y halagadores que recibió en vida uno de los mejores escritores que ha dado este país. Por supuesto, las intenciones del más guapo de nuestros presidentes eran otras, pero haciendo uso de un significado epistemológico de dicho alias, “El filósofo de la destrucción”, sin duda, deja clara la fuerza de este escritor quien derribó todo a su paso y, con esas ruinas, creó una obra tan variada y compleja que resulta prácticamente imposible pensar que un solo hombre fue capaz de pensar y escribir ese cúmulo de postulados filosóficos, de posiciones ideológicas, de obras narrativas y hasta de obra poética.

Revueltas nació en Santiago Papasquiaro (sí, sí, entusiásmense los Detectivessalvajeszombis) en 1914 en el seno de una familia dotada de arte: su hermano Silvestre fue un músico modernista, quien a últimas fechas ha tenido el reconocimiento internacional; su hermano Fermín, pintor que perteneció al movimiento del estridentismo y precursor del muralismo mexicano; Rosaura, actriz y bailarina que, durante el Macartismo fue vetada de Hollywood por rojilla. Todos los hermanos Revueltas tuvieron una fuerte tendencia ideológica hacia el comunismo de vertiente leninista. Todos creyeron en el Partido Comunista de México hasta que las huestes pecemistas hambrientas de poder, como en todos los partidos del mundo, le fueron dando la espalda a cada uno de los hermanos, sobre todo a José, quien vivió para ser expulsado no una, ni dos, sino tres veces de dicho instituto político.

Desde que era un niño, José no tenía nada que ver con su entorno. Autodidacta desde el primero de secundaria, con apenas 14 años fue a dar su primera vez a la cárcel por unirse a una manifestación de obreros. Pagó una condena de seis meses en prisión y, desde ese momento, la cárcel sería la gran figura metafórica en su narrativa. El pensamiento del ideólogo mexicano es abrasador; su exploración sobre las posibilidades del la existencia de un verdadero partido marxista-leninista para lograr el cambio social a través del proletariado mexicano cedieron cuando, en su ensayo El proletariado sin cabeza, concluyó que -por lo menos en Latinoamérica- no existen verdaderos partidos marxista-leninistas, esto debido a que en su propia formación, este tipo de organizaciones políticas son herméticas, sectarias y dogmáticas.

Dicha conclusión sería traslapada al ámbito internacional, ya que “los partidos comunistas no han podido superar su dogmatismo. El primer dogma era la infalibilidad de los partidos comunistas; ahora se sabe que no son infalibles y que han de desencadenar una lucha crítica, ideológica, entre todos los comunistas del mundo y los nuevos marxistas, quienes comprenden el marxismo con mayor amplitud, sin dogma[1]”. José se convirtió en la piedra en el zapato de Lombardo Toledano, pero también se erigió como el enemigo favorito del gobierno mexicano. Siempre fuera de lugar. Y es bajo ese halo en el que escribe su narrativa y su obra poética. Es en la cárcel que de un solo aliento plasma El Apando. Es desde ahí que hace un símil entre el encierro de los delincuentes con el encierro en el que vivimos todos los creyentes absolutos del capitalismo y la democracia. La comodidad de resguardar el estatus quo no nos permite asomarnos más allá de los discurso de libertad y libre mercado.

En su momento, Octavio Paz señaló que Revueltas había explorado las posibilidades de la filosofía marxista con tanto ahínco, con tanta pasión y con tanta fe que grandes figuras del la historia de la iglesia se habrían quedado cortos con su dedicación. Cito: “Revueltas, en nombre de la filosofía marxista, emprendió un examen de conciencia que San Agustín y Pascal habrían apreciado y que me impresiona doblemente por la honradez escrupulosa con que lo llevó a cabo y por la profundidad y sutileza de sus análisis”. Y para cerrar el artículo decía: “Vasconcelos terminó abrazado al clericalismo católico; Revueltas rompió con el clericalismo marxista. ¿Quién fue de los dos el verdadero cristiano?[2]”

La lectura de esta posibilidad, por supuesto, no es una idea original de Paz sino de la lectura de diversos filósofos franceses con lo que el poeta mexicano mantuvo contacto desde esa época hasta el momento en el que logró traerlos a nuestro país y organizar unos debates muy interesantes que se transmitieron a las once de la noche a finales de los setenta por el Canal de las Estrellas (aunque usted no lo crea). Es interesante la lectura de Paz, no con la intención devastadora con la que estos dos monstruos se frecuentaron, criticaron y leyeron a lo largo de sus carreras literarias, sino como posibilidad última de que los regímenes políticos, haya sido el acabado socialismo real o la democracia participativa, no sean más que una deformación de los principios con los que se cree en una religión.

Sin extender más con las reflexiones filosóficas, me gustaría citar una carta que escribió Pablo Neruda dirigida a Díaz Ordaz, solicitándole la liberación de Revueltas: “Yo reclamo la libertad de José Revueltas, entre otras cosas, porque seguramente es inocente. Además, porque tiene la genialidad de los Revueltas y también, lo que es muy importante, porque lo queremos muchísimo”.

La última pregunta que tengo es si la nueva generación de escritores mexicanos conoce la obra del gran José y si le importa.

[1] Revueltas, José. Dialéctica de la conciencia en Obras completas de José Revueltas, Ediciones Era, México,1982.

[2] Suplemento cultural, La letra y la imagen, 1979.

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