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JUGUETE RABIOSO

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DESDIBUJAR EL TERRITORIO: EL SÍNDROME PARIA Y EL JUGUETE RABIOSO

El “síndrome paria” no es un trastorno del DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders). Es un concepto usado por el doctor Ian Hancock ―autoridad en materia gitana― en su libro The Pariah Syndrome: An Account of Gypsy Slavery and Persecution, para repasar la historia de la exclusión social más o menos general de los gitanos desde su salida de la India (la Universidad de Cambridge comprobó esta hipótesis de origen en 2012 con estudios genéticos).

Ya sea que fueran descendientes de los parias, es decir, del rango social más bajo, o de prisioneros de guerra de casta Shudrá (también baja, pero no como la paria), Hancock recrea la construcción de la marginación de los gitanos desde ese punto y hasta su llegada a Europa en la larga caminata que entró por Armenia hacia el corazón de los Balcanes. Su sola presencia, rara, hermética, ruidosa, “mágica”, atípica, enigmática, contrahegemónica, les valió la clasificación (durante buenos periodos incluso penada judicialmente) de antisociales. Sin ahondar en la historia del trayecto gitano ―su situación actual es muy diversa a la de hace siglos, y pensarlos tajantemente en estos términos sería injusto; modos de ser gitano hay muchos―, lo que me interesa es pensar el revés de la revisión de Hancock, y ver cómo este pesado lastre fue reconvertido por los gitanos, infiltrando por grietas subterráneas el territorio “enemigo” a la vez que lo bordeaban: lenguas, música, arte, prácticas sociales y laborales del Occidente fueron alterados por el elemento gitano, muy a su pesar.

¿Cómo intervinieron los gitanos al Occidente? Sobreviviendo. Es común que esto se atribuya a ciertas prácticas estereotípicas dice Juan Francisco Gamella Mora (“Oficios gitanos tradicionales en Andalucía [1837-1959])”: “su amor por la vagancia y sus picardías para ir tirando sin currar o currelar…”. Pero esa mirada exótica y sesgada no explica demasiado, Gamella Mora abunda, y perdón si me extiendo mucho con esto de citar:

Una cultura del trabajo independiente, de trabajos constantes pero no seguidos ni ritmados por los horarios impuestos por la fábrica o la escuela, que se desempeña en grupos familiares y se basa casi siempre en elementos de demanda discontinua. Esta cultura del trabajo gitana sigue siendo una de las grandes leyendas del estereotipo que nubla la visión de los grupos romà/sinti/gitanos de todo el mundo. […] enfatizando uno de sus aspectos, la movilidad, el operar sobre un territorio no definido por la población dominante, sino por flujos en territorios que son significativos para la minoría.

El estatus paria significa no pertenecer, pero ¿quién decidió quién pertenece y a qué? No existen los espacios de pertenencia o no-pertenencia si no es en función de un mapa trazado desde discursos y estrategias de control que deciden su centro y el límite de permisión de sus periferias, y de un sistema que busca que los cuerpos movientes y actuantes transiten en él sin fugarse del radar. Los gitanos, caminantes, evasivos, heterodoxos, marcaban trazos fuera del mapa en periferias no autorizadas, con un enorme costo: fueron perseguidos y asesinados en distintos lugares por un ser y hacer asumidos como gitanos.

El juguete rabioso
Sí, me refiero a la novela de Roberto Arlt, que no era gitano y nada tiene que ver… a simple vista. Tomemos con cuidado el cabo suelto que nos dio Gamella Mora: pareciera que a Silvio Astier, el protagonista, lo mueve “su amor por la vagancia y sus picardías para ir tirando sin currar”; ahí va por los barrios bajos porteños, enamorado de los ladrones, los pícaros de los libros, ensoñado con obtener dinero de pequeños robos o grandes inventos. Marca ruta a partir de sus infructuosos intentos de entrar, de pertenecer, de conquistar su lugar en la maquinaria socioeconómica que domina, y luego sale del radar o es aventado fuera de él. Cito, ya es la última, a Ricardo Piglia, del prólogo de la edición de Espasa: “Inventores, falsificadores, estafadores, estos ‘soñadores’, son los hombres de la magia capitalista: trabajan (y habría que hablar de un ‘trabajo del sueño’) para sacar dinero de la imaginación”.

Para no aturdirte más, lector metropolitano, esta columna le roba su nombre a Roberto Arlt, y repiensa la reconversión del síndrome paria como un ejercicio de desestabilización contrahegemónico (sin obviar los altísimos costos humanos que están configurados en él), para venir acá a buscar a quienes caminan la metrópoli burlando el hipercontrol, infiltran e intervienen la estructura normativa con sus prácticas de vida ―ya sea por reacción o enfrentamiento―; su mera supervivencia, o sus ejercicios conscientes de resistencia.

4 COMENTARIOS

  1. Como que queda inconcluso el texto, no?…
    Respecto al hecho de que en Cambridge hayan hecho un estudio genético, no necesariamente demuestra algo, qué hay de estudios de semiotica y musicología. La genética no lo es todo, a mí Murillo y sus huesos falsos no me convencen.
    Hay más estudios respecto al origen gitano?, bueno…entiendo que al final no es el punto sino quién dicta la pertencia, al final es un@…

  2. Hola, Carmen:

    Por alguna razón no puedo ver tu comentario completo, ya le pedí a los editores que me digan cómo puedo verlo. Te respondo sólo la parte que alcanzo a leer. En efecto, los estudios genéticos no son los únicos que apuntan al origen indio (pero sí los únicos que confirman genéticamente con una muestra de población bastante considerable, te dejo el paper de la revista Nature, pueden significar mucho o nada: http://www.nature.com/ejhg/journal/v9/n9/pdf/5200709a.pdf), están primero los estudios lingüísticos que se han hecho desde los setenta o antes (el romaní comparte rasgos con el sánscrito), los estudios musicológicos hablan muy bien del trayecto (incluso algo tan aparentemente superficial como las banderas, la bandera de la nación rom tiene rasgos de la bandera de la India); hay muchísimos estudios sobre el origen gitano, algunos son muy viejos o son textos con cargas estereotípicas muy fuertes (durante una buena época hubo dos hipótesis, la que decía que procedían del Punjab y la que los ubicaba en Egipto, de hecho, la palabra “gitano” proviene de esa hipótesis, los llamaban egiptanos, que derivó en gitanos, de ahí que subrayo que hay una hipótesis “comprobada”). En el libro de Ian Hancock que cito se cuenta toda esta historia, tiene muchos libros más. También puedes darte una vuelta por la revista del Secretariado Gitano: http://www.gitanos.org/revista_gitanos/index_1.html y por la de la Unión Romaní: http://www.unionromani.org/ y una tesis de El Colegio de San Luis Potosí muy interesante sobre una parte de la migración gitana en México.

    A partir de “Hay más estudios respecto al origen gitano?” no veo el resto de tu comment.

    La columna no volverá a hablar de gitanos, era un pretexto para llegar a la idea de la columna y usar el concepto del doctor Hancock, pero si el tema te interesa puedes encontrar pistas en los sitios que te dejo.

    Buen día
    Gracias por leer

  3. PD. Sobre el origen de los gitanos se ha discutido mucho, olvidé mencionar que hay quienes rechazan el origen indio y apuntan a uno hebreo anterior, te dejo un artículo con referencias de esa tercera hipótesis, que sostienen unos pocos académicos, la mayor parte de representatividades gitanas se asocia con la del origen indio: http://www.imninalu.net/Rom-gitanos.htm

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