Daniel Mirada Terrés, conocedor del miedo, sabe de esa cualidad del antiguo dios y lo conjura para construir su libro Pan: el dios del miedo, que Ediciones Simiente incluyó en su colección Simonia y el cual obtuvo en 2015 el Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura.
Para exorcizar el influjo de este dios, Miranda Terrés se decide invocarlo. Darle rostro y voz al miedo. Si tememos a lo que no conocemos, lo que no podemos nombrar, hacer que eso hable, que eso adquiera voz es ya un paso para perderle el miedo, para afrontarlo.
El miedo ha sido compañero de una de las voces que construyen el libro, así nos lo declara en uno de los poemas:
El miedo es el revólver que tu padre guardaba en el cajón
El miedo es la oscuridad desbordada al final de jardín
El miedo es la enorme ola que te arrastró mar adentro el día que casi mueres
La memoria para esta voz es el lugar donde reverbera el temor. Por ello nos dice:
Pero la memoria no es un río caudaloso
Es un estanque
donde los recuerdos se empozan
y los días no terminan de pudrirse
Miranda Terrés construye con una diversidad de voces el libro, dividido en cuatro partes: “Pan: el dios del miedo”; “Pabellón de enfermos”; “Pesadilla” y “Sonata del diablo (Manual para celebrar un aquelarre)”.
En la primera entreteje la voz poética de quien sufrió en su niñez la tortura del miedo, tortura de la que no puede escapar en su adultez y la voz del mismísimo Pan, el dios del miedo, quien obliga al lector a que su corazón se encoja, quien es El fuego iracundo en los bosques que no cede por noches/ El niño que se derrama agua hirviendo sobre su cuerpo nuevo.
Ambas voces se conjugan para mostrarnos a un padre terrible, cuya única autoridad procede del miedo.
En “Pabellón de los enfermos” se ve el rostro del temor hecho de dolor físico. Aquellos a quienes la enfermedad les carcome el alma. Este apartado está construido por prosas poéticas tan bien logradas que son a un tiempo poemas y hermosos cuentos breves. En “Pesadillas” se asiste a ese universo que es y no es parte de nuestro mundo.
El imbécil el blando hombre llora por su amada
se despierta aterrado a las tres am
Sueña que las ratas le comen su corazón de pan
Miranda Terrés deja para cerrar una sonata; se presencia el final del acto con esta pieza musical que se escucha con admiración y temor. Como se escucha la Sinfonía Número 3 de Górecki, la Sinfonía de las canciones dolientes, con el corazón en la mano, con la respiración contenida. Pero, a diferencia de un concierto, en este poema se nos dan las instrucciones para ejecutar la pieza y enfrentar con ella al diablo, sabedores que, invariablemente, saldremos perdedores.
Daniel Miranda Terrés, Pan: el dios del miedo, Ediciones Simiente