Amigo, amiga: sabemos que, si esta leyendo este artículo, es usted un amargado que aborrece cualquier tipo de compromiso familiar, más cuando es una ocasión tan anacrónica y obsoleta como una fiesta de 15 años. Sin embargo, también sabemos que en ocasiones es imposible desairar a la parentela. Bien porque la festejada es hija del hermano que le prestó dinero para publicar su plaquette de poemas, bien porque asistirá el primo que conoce a la secretaria del funcionario de Cultura que le abrirá las puertas al presupuesto artístico, usted tendrá que mandar a la tintorería su veintiúnico traje y ensayar su sonrisa de utilería para asistir al evento. Para que su alma sensible no muera en esas horas infernales le damos unos tips rapidísimos para esas horas que parecerán años:
1) Intente ir con un traje decente. Si no tiene, es mejor que vaya con su chamarra de cuero y sus jeans y asuma su postura de la Oveja Rebeldota de la familia. Si su único traje es de hace veinte años, cuando se lo intente poner, el saco se le verá como si fuera usted émulo de Capulina.
2) Recuerde que, entre más barato el salón, más sabrosa será la música. Así que aproveche para bailar con Catita, la prima con la que jugaba al doctor en sus primeras infancias.
1bis. Regla infalible: si hay una banda versátil, entre más gorda sea la cantante, mejor voz tendrá.
3) Si toma y toma y no se empeda, no se vanaglorie de su resistencia etílica con la parentela. Lo más seguro es debido a que las botellas del lugar son cristianas. (Es decir, están píamente bautizadas).
2bis. Si los quinceaños son en algún pueblo de la sierra, y la bebida es aguardiente de caña. ¡Felicidades! Si no se ha muerto a la quinta cuba es probable que haya alcanzado el nivel José José de iluminación alcohólica.
4) El discurso del papá de la quinceañera será más emotivo entre más pedo esté el susodicho, así que una de sus ocupaciones durante el evento puede ser emborracharlo. La lírica vernácula agradecerá sus esfuerzos (aunque la maceta en donde el señor se vomite luego del discurso, no)
3bis. Puntos extras para usted si el papá cita alguno de los poemas del Declamador sin maestro. (Amado Nervo llora de orgullo desde el más allá).
5) Quinceañera que no: a) Se cae en la coreografía del vals, b) Se incendia el vestido en el brindis o c) Enseña calzón flameado a la hora del rock and roll, d) Se ve más chillona que el merengue del pastel, no cumple su papel histórico como alimento de las redes sociales. Hágalo saber.
6)
Durante el baile, haga una variación del juego de ¿Dónde está Wally? Buscando a: a) La comadre gorda con las copas del brasier levantadas, b) La pariente solterona que se la pasa toda la noche tallando el culo en los chambelanes, c) El tío chavoruco que prefiere bailar con los amigos de la festejada “porque sus compas están ya muy viejitos”, y sale morado luego de cinco minutos de ska, d) La tía abuela gorda que baila moviendo únicamente los brazos mientras cuida que no se le caiga el pañal para adulto y e) El chambelán que en uno o dos años saldrá del clóset bajo el nombre de Britney y que lleva tobimedias en lugar de calcetines.
7) Regla de oro: si en el baile el dijey pone alguna canción clásica de boda, como por ejemplo, “Disco Samba” (La de Pe pe pe pe pe pe), tenga por seguro que en menos de un año la quinceañera se convertirá en feliz mamá.
6bis. Si además, se tarda mucho entre coreografías en el vestidor, y ella y sus chambelanes salen agitados, mejor dígale al papá (cuando deje de vomitar en la maceta), que le vaya juntando para la prueba de ADN.
8) Fíjese muy bien en la mamá de la quinceañera. Si es atento y se percata a quién le sonríe, es muy probable que descubra al verdadero padre de la criatura.
7bis. Si el padre es usted, por principio de cuentas ¿Para qué fue, baboso?
9) En serio, no se lleve el centro de mesa. Ni obtendrá valor en unos años, cuando lo naco se vuelva chido nuevamente, ni lo podrá usar en instalación artística alguna en zona MACO. Tire esa chingadera a la basura, que es de donde nunca debió haber salido.
Y por último, querido amigo/amiga. Si en la fiesta se da cuenta que es usted el único que sabe la coreografía de “Ahí está, el tiburón, el tiburón”, o maneja bien el “mono del paso… dudoso”, acéptelo, ya no es usted un joven creador.
¡Que se divierta!