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HIGH STREET (LOS ÚLTIMOS METROS)

Cuando las iglesias no están cumpliendo con su función ceremonial me cautivan. Me imantan por ser espacios silenciosos. De todas ellas, las más antiguas poseen una iluminación particular y amparan mi introversión, en otras palabras no necesito hablarle a nadie mientras estoy en su interior. Si visito una ciudad nueva me meto a sus iglesias (supongo que por mi formación católica), tristemente sólo he entrado a una sinagoga (quiero ver más) y todavía no he visitado un mezquita. Creo que lo mío es algo así como turismo religioso.

En tanto edificios son un prodigio de la arquitectura y, para una extranjera como yo, son el lugar ideal para sentarme sin tener que comprar un café (aunque termino comprando estampitas religiosas para mi parentela), donde me siento segura y a salvo de un asalto, por ejemplo. En Oxford de vez en cuando se puede escuchar los ensayos (sin albur) con el órgano (me pasó en la catedral de Christ Church college) y también se pueden escuchar gratis un concierto de música clásica, hace meses asistí a uno en St Mary Church.

St Mary Church es la iglesia de la Universidad de Oxford, de hecho su nombre oficial es The University Chuch of St Mary the Virgin. Forma parte de la Iglesia de Inglaterra, cuyo origen más inmediato se remonta a su separación de la Iglesia Católica y su reconocimiento de la Reina (o Rey) de Inglaterra, y no del Papa, como jefe de la misma allá cuando Enrique VIII armó tremendo argüende para separarse de Catarina de Aragón, su primera esposa, y casarse con Anita Bolena.

La torre es el elemento más antiguo de la iglesia, fue construida en el siglo XIII. El segundo elemento más añejo es el chapitel (aguja) que remata la torre, construido en el siglo XIV. Si se camina por High Street se aprecia la parte más alta de la torre y el chapitel, pero para verla completa hay que doblar a la derecha sobre Catte Street a un costado de la iglesia, pero ese camino lleva a la Camera Radcliffe y a la universidad, ya de ellas escribiré en otra columna. Sobre High Street existe un acceso a la iglesia flanqueado por dos columnas salomónicas que conduce a la nave principal, cuyo estilo gótico data del siglo XV. A mí me gusta mirar sus vitrales, el órgano, su púlpito esculpido en madera y su techo azul marino (¿azul Oxford?) donde resplandecen unas incrustaciones doradas en forma de estrella.

Al salir de St Mary y de regreso en High Street, si se cruza hacia la acera opuesta, la izquierda, pocos pasos adelante está ese lugar que induce a la bancarrota conocido como librería. Este recinto con tres aparadores enmarcados en azul es moderado, no es la librería más grande, ni estrambótica de la ciudad, no tiene cafetería, pero se trata de la Oxford University Press Bookshop. En otras palabras se trata de la librería de una de las mejores universidades en el mundo y, para muchísima gente en el mundo (yo incluida) sus publicaciones representan cuidado del texto, validez intelectual y consistencia académica.

Al lado de la librería universitaria se localiza un negocio que me atrae pero al que nunca he entrado y quizá nunca lo haga: la sastrería Ede & Ravenscroft. Me embelesa porque me gustan los trapitos bien hechos. Ninguna pieza de ropa puede competir con un atuendo hecho a la medida. Cortar y zurcir es un arte que en México es medianamente accesible, si ponemos de lado la hechura de camisas formales, trajes y vestidos de novia, pero en Inglaterra, si duele pagar por una simple alteración, Ede & Ravenscroft representa un lujo costeable por pocos.

Fue fundada en 1689 y su rango de servicios va de la confección de trajes y camisas, pasando por la ropa casual y la ropa de diseñador, a los trajes de etiqueta, smoking y frack, cuellos y sombreros de una calidad que haría llorar a quien a usado un traje rentado. Una frivolidad, quizá, pero es una sastrería con siglos de vigencia y varias sucursales en una sociedad donde haber nacido aristócrata, no digamos príncipe o reina, tristemente abre puertas y donde el aparato de representación importa como si estuviéramos en el siglo XIX.

Después de la sastrería, si se avanza unos metros aparece a la izquierda un callejón que lleva a The Chequers, un pub que nos regresa a la realidad. Empezó en el negocio en el siglo XV, por ello se le considera historic pub (pub histórico). Por eso, es un buen ejemplo de un pub tradicional. Tiene una barra donde se pide cerveza, vino y cocteles, hamburguesas y fish’nd chips, para sentarse hay sillas y sillones que generan una atmósfera de gran sala familiar junto con la chimenea y, si el clima lo permite, se puede beber o comer en el jardín o la terraza.

Antes de las cervezas se puede abrir un paréntesis para chacharear en The Covered Market, ubicado del lado derecho de la calle y alejado de la atmósfera de privilegio de Ede & Ravenscroft. La ciudad tiene zapaterías, boutiques, cafeterías, panaderías supermercados y mercados itinerantes. Un poco de todo eso existe reunido bajo el techo del mercado en el centro, sobre High Street. En este espacio de la compra-venta hay: una tienda de galletas (horneadas casi al momento) y otra de pasteles y cupcakes (con diseños sorprendentes), una zapatería y varias tiendas de ropa, cafeterías, una tienda de sombreros, una de electrodomésticos, otra más de productos para ir de pesca o cacería, y una carnicería (donde he visto el cuerpo de un venado colgando). Mi lugar favorito es Pie Minister, donde venden pays salados, rellenos de carne de res, o pollo o queso, sobre platos de peltre.

El mercado se ubica a poco metros de las desembocadura de High Street. Antes de que está calle larga y estrecha, atávica, medieval y moderna, sitio donde se aprecian algunas de las fuerzas que rigen la sociedad inglesa, lugar de mercadeo, del estudio y el turismo, se parta en tres, St Adalgate’s Street, Queen Street and Cornmarket Street. Carfax Tower detiene la High Street, la torre que desde finales del siglo XIX marca el paso de las horas, que yace sobre el centro y punto de confluencia de los cuatro caminos del Oxford Sajón, que nos recuerda que la ciudad ha estado aquí antes de nosotros y que vaticina sobrevivirnos.

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