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HÉROES Y DEMONIOS: EUROVISIÓN 2015

Eurovisión y el futbol impiden que los europeos se maten entre sí, y esto es más válido decirlo de los países en la parte occidental del continente. Ambos son formas de entretenimiento, concretizaciones del circo de la conocida expresión. Los dos eventos permiten manifestar el desdén o la desaprobación de la forma de vida y las decisiones de sus vecinos geográficos y culturales, así como abuchear al villano de la historia europea reciente, Vladimir Putin, y por extensión la representación de Rusia.

El sábado 23 de mayo se realizó el Concurso de la Canción Europea Eurovisión por sexagésima vez, o sea van sesenta años seguiditos que los europeos se unen frente al televisor para ver y oír cantar a los representantes del creciente número de países participantes. Este año incluyó a Australia, porque la invitaron. Israel también participó y su caso no me deja de intrigar. Ese derivado de la Segunda Guerra Mundial tiene 42 años mandando contendientes a Eurovisión, ha ganado el concurso tres veces y fue sede del mismo en 1979, y obviamente su ubicación geográfica no es europea.

Eurovisión se merece su fama de un evento kistch, cursi y exagerado. No hay manera de sobrevivir los 215 minutos que dura la Gran Final (no veo las dos semifinales previas) sin combinar el desdén y la desaprobación que provocan algunas de las presentaciones con juegos para beber alcohol. Se bebe cada vez que un concursante use agua, o aire o fuego en el escenario; cada vez que hay un cambio de vestuario durante la interpretación; cada vez que se atisba ropa interior. Este año, además, bebimos cada vez que alguien le daba los buenos días a Australia. Así pues, evitar la borrachera es la verdadera competencia.

Suecia ganó con Heroes, interpretada por Måns Zelmerlöw (aunque mi favorita era la representante de Serbia, Bojana Stamenov con Beauty Never Lies). La canción sueca —me parece— se refiere a la capacidad de todos de ser una persona decente al menos, pero que nuestros demonios nos lo impiden. Esas entidades pueden ser una personificación para algo tan común como la inseguridad, la envidia o la desconfianza, como también pueden serlo para el racismo, la xenofobia y los prejuicios por género, por orientación sexual, por creencia religiosa.

No sé si la canción ganó por sus buenas intenciones, lo cierto es que su interpretación estuvo acompañada por unos gnomos animados por computadora y Suecia es el país con mayor prestigio para producir ganadores de Eurovisión (aunque Irlanda es el país que más veces ha ganado la competencia, siete veces lo ha conseguido). ABBA es la prueba contundente de la pericia sueca, no ha existido un ganador del concurso que haya logrado un éxito similar, ni siquiera Céline Dion que ganó en 1988 representando a Suiza.

Aunque sea kistch, aunque sea un pretexto para beber y denostar a los participantes, entre broma y comentario la ardidez del perdedor se asoma. El Reino Unido tiene dieciocho años sin ganar el concurso. Los ingleses lo toman con su pesimismo usual, pero de repente sueltan unos comentarios ardidísimos. El principal, o que más resuena en mí, es que siendo ellos angloparlantes nativos, o sea su lengua materna es el inglés y siendo el inglés uno de los idiomas en el se pueden presentar las canciones, entonces, ellos estarían destinados a ganar puesto que ellos sí hablan a proper English, un inglés correcto, como debe ser pues. Esto no es sino una forma de prejuicio lingüístico, porque como Yasnaya Aguilar lo explica para otra situación: “No hay acentos neutros ni normales”, los errores al hablar una segunda lengua son comunes. Además, con el aumento del uso de ese idioma en el resto de Europa las “incorrecciones” en su uso han ido disminuyendo.

Podría argüir que a los ingleses les queda su celebradísima capacidad para darle al mundo bandas —The Beatles, Queen, Joy Division, The Smiths, Blur—, cantantes —Elton John, Morrisey, Robbie Williams, Adele— y compositores —Paul McCartney, John Lennon, Bernie Taupin, Andrew Lloyd Weber— capaces de cambiar la cultura musical a nivel mundial. Sin embargo, la ausencia de este súper poder o su ineficacia en Eurovisión parece un misterio. Este fracaso solo es parangonable con el desencanto que acompaña a la selección inglesa de futbol. Aunque Inglaterra tiene una de las mejores ligas de futbol soccer del planeta, no logra ganar el mundial desde hace cuarenta y nueve años. El futbol y Eurovisión les recuerdan a los ingleses que hace tiempo dejaron de ser un imperio.

ABBA en Eurovisión:

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