Inicio Reseñas FRANÇOISE FRENKEL: LA LIBRERA QUE SIGUIÓ SU VOCACIÓN HASTA EL FINAL

FRANÇOISE FRENKEL: LA LIBRERA QUE SIGUIÓ SU VOCACIÓN HASTA EL FINAL

0

 

ste libro es un rescate. La primera edición de Una librería en Berlín se imprimió en 1945. Sesenta y cinco años este libro es redescubierto. En 2010 alguien encuentra un viejo ejemplar en una venta de segunda mano y la industria editorial lo recupera. En 2015 se reimprime en Francia y se coloca entre los libros más vendidos. Sin embargo, ¿quién fue Françoise Frenkel? Nacida como Frymeta Idesa Raichenstein-Frenkel en el centro de Polonia en 1889, la aclamada autora de uno de los fenómeno literarios más recientes estudió música en Leipzig y, posteriormente, hizo un doctorado en literatura en la Sorbona. Apasionada de la lengua francesa, cambió su nombre original (Frymeta) a Françoise. Mientras vivía en Paris, Françoise Frenkel solía pasear en las librerías y detenerse ante los escaparates con libros antiquísimos. Sin embargo, como ella señala, su pasión fue anterior a su vida en Francia: “No sé muy bien a qué edad se remonta mi vocación de librera, en realidad. Ya desde muy niña me podía pasar las horas muertas hojeando un libro con imágenes o un gran volumen ilustrado”.

Decidida a seguir su vocación, en un principio su intención era abrir una librería en su país natal. Y no cualquier tipo de librería sino una dedicada a la cultura francesa que tanto amaba. Sin embargo, al viajar por varias ciudades polacas, Françoise Frenkel se dio cuenta de que el nicho de mercado ya estaba cubierto. Fue en Alemania donde pudo hacer realidad su sueño: “Para mi sorpresa, pude constatar entonces cuánto interesaba a los alemanes la lengua francesa y qué conocimiento tan profundo de sus obras maestras poseían algunos de ellos”. En conjunto con su esposo, Simon Rachenstein, abrió la primera librería francesa en Berlín. La Maison du Livre Français es la protagonista de Una librería en Berlín. Era 1921 y en este lugar se daba cita “[u]n público curiosamente mezclado. Conocidos artistas, vedetes, mujeres de mundo (…) un poeta (que) hojea piadosamente una bella edición de Verlaine, un sabio con gafas (que) escruta el catálogo de una librería científica y un profesor de instituto (que) ha reunido delante de él cuatro gramáticas para comparar seriamente los capítulos relativos a la concordancia del participio seguido de un infinitivo”.

La librería tuvo tanto éxito que tuvieron que moverse a una sede más grande. Escritores de la talla de André Gide y Colette eran asiduos. Patrick Modiano, ganador del Nobel de Literatura, incluso llega a afirmar lo siguiente en el prólogo: “Parece más que probable que Vladimir Nabokov, que vivía en el barrio, cruzara una noche el umbral de esta librería”.

Sin embargo, en 1935, con el ascenso del nazismo y Adolf Hitler en el poder, el destino de Françoise Frenkel queda sellado: “La guerra cobraba un ritmo cada vez más acelerado. Los alemanas franqueaban nuevas fronteras”. El país que la había recibido termina expulsándola. En 1939 parte a Paris donde espera volver a empezar al lado de su esposo. Sin embargo, los nazis avanzaban en su invasión: “Para mí supuso un dolor desgarrador. Solo en ese momento fui consciente de que la separación de mi madre sería muy larga. Me vi lejos de ella y de toda mi familia por culpa de la duración de la guerra, lo que significaba una eternidad de preocupaciones y de tormentos por su causa”. No solamente perdería a su primera familia, sino también a su compañero de vida. Simon Raichenstein muere en Auschwitz en 1942. Y ella se convierte en una fugitiva que hizo hasta lo imposible para sobrevivir: “El instinto de la conservación me había dominado. La amargura de esta verdad me pesa todavía hoy y me pesará hasta el fin de mis días. No sé cuánto tiempo estuve allí, como paralizada. Alguien, al pasar a mi lado corriendo, me hizo tambalear. El peligro se me reveló en toda su crudeza con un estremecimiento…”.

La segunda parte de Una librería en Berlín aborda la huida de Françoise Frenkel desde Francia hasta Suiza: “Me sentí invadida por una compleja emoción en la que se mezclaban la alegría y la inquietud. Sabía pertinentemente que ese viaje a la frontera suponía una disyuntiva: era la salvación o perdición.” Llega clandestinamente a Ginebra en 1943. Cabe destacar que a lo largo de su vida se dedicó a su pasión, incluso a escondidas: “Lo peor se llevaba, lo que aniquilaba toda energía y toda resistencia, era la ociosidad”. En Suiza se encontró por fin a salvo como ella misma lo rememora: “Lloraba… Suavemente, mis lágrimas, durante tanto tiempo contenidas, empezaron a brotar… Fue como un manantial cálido que iba inundando mi rostro. Saboreé ese líquido amargo y aquellas lágrimas me aligeraron de un peso aplastante”.

¿Qué pasó después con Françoise Frenkel, quien estaba empeñada en encontrar “el complemento necesario de todo libro: el lector”. Se sabe poco. Patrick Modiano nos recuerda que este “testimonio de la vida de una mujer acorralada entre el sur de Francia y la Alta Saboya durante el periodo de la Ocupación es más impresionante cuanto más anónimo nos parece”.

El 1975 Françoise Frenkel muere en Niza. Alguien, en su periplo, le señaló su valentía y dedicación: “Usted tiene el mérito de haber permanecido en su puesto hasta el último minuto (…) Como un bravo soldado”.

Françoise Frenkel , Una librería en Berlín. Seix Barral. 2017

Blank bookcover with clipping path

 

SIN COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Salir de la versión móvil