EL REGRESO DE VIOLENTO JACK A LA ARENA LÓPEZ MATEOS

s viernes de lucha libre. Pasan de las ocho de la noche y me encuentro en el centro de Tlalnepantla, Estado de México. Estoy a punto de ingresar a la Arena López Mateos, ubicada en la calle Emilio Cárdenas 28. Este legendario recinto en una época fue conocido como la Catedral del Metal. Aquí, a finales de los ochenta se gestó un movimiento subterráneo musical, en el cual llegaron a presentarse agrupaciones que hoy son icónicas como Carcass, Demolition Hammer, D.R.I. o los brasileños de Sepultura, cuando casi nadie los conocía.

Gabriel y yo, del grupo de amigos que nos organizamos para asistir a la Arena López Mateos, somos los únicos que nos mostramos más que felices, ya que siempre hemos sido unos fieles aficionados a la clásica batalla luchística del bien contra el mal. El resto, y con quienes nos trasladamos desde la colonia San Rafael, simplemente observan todo con desconocimiento. Sus ojos no dejan pasar ningún detalle porque no están familiarizados con el mundo de la lucha libre independiente, la que otra vez, algunas décadas después, parece que se apodera de nueva cuenta de los verdaderos fanáticos del deporte de los costalazos.

La función en la Arena López Mateos recién inicia como en otras partes del país, ya sea en catedrales de la lucha libre, arenas chicas para picar piedra, gimnasios donde se van forjando los sueños, estacionamientos o cualquier lugar con características clandestinas y que se preste para armar un ring, montar sillas, y así comience a suceder la magia a dos de tres caídas.

Luis el “Cachetes” nos visita por primera vez, desde que se casó con una chicana, de Los Ángeles, California. Me pregunta, con cara de incertidumbre, por qué uno de los señores que están a la entrada de la Arena López Mateos tiene la frente llena de cicatrices. Volteo a ver a la persona y se trata de Ángel o Demonio el “Porro Mayor”, apodado así por encabezar ese concepto desmadroso y agresivo junto a Ovett, en las periferias de esta gran urbe. Le digo al Cachetes que son las marcas de sus batallas, que más tarde lo veremos en acción, cuando se enfrente a Violento Jack, el luchador extremo que venimos a ver.

Mi amigo no puede esconder su cara de emoción y sorpresa, al saber que uno de los luchadores más queridos y respetados por la fiel afición de la Arena López Mateos, también se encarga de que la función transcurra a la perfección, con pocos errores y accidentes.

No encuentro mejor ejemplo y le digo que es lucha libre Do It Yourself (diy), que estas luchas podrían ser como cualquier show de hardcore punk en los que él suele presentarse con su banda Cadenaxo, encargándose de todo, organizando giras, grabando sus canciones por cuenta propia, y vendiendo sus casetes, vinilos y playeras para darse a conocer por gran parte del mundo.

Detrás de Ángel o Demonio sobresale el descomunal de Fresero Jr. que también ayuda, un recio luchador del bando rudo que suele vestir como sicario, portando una playera que dice N.W.A. (Narcos With Acctitude). Su gusto por los narcocorridos, lo acercaron con Los Buitres de Culiacán, una de sus agrupaciones preferidas, y quienes lo invitan a subir al escenario en sus presentaciones, cada vez que coinciden en algún lugar. Fresero Jr. acostumbra caminar al ring con su propio corrido (“El Fresero”) que dice: “Rostro de maldito, llega empecherado para la batalla / La gente lo mira, tal vez con coraje o tal vez con rabia / Cuídense contrarios, voy a arremangarlos, no se me atraviesen que traigo la fuerza para derrotarlos / En pocos segundos explota el coraje, los rudos ganamos”.

Diego Rivas, ejecutado en Culiacán, Sinaloa el 13 de noviembre 2011 se encargó de componérselo. Hoy, estoy seguro de que siempre lo hace recordar la amistad que mantuvieron el luchador y el cantautor. Incluso, el propio Diego Rivas también lo invitó a participar –“actuar”– en una narco-película titulada La máxima plaza, la cual, tras el asesinato del cantante de Los Buitres de Culiacán, ya no fue estrenada.

 

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Mis amigos y yo compramos nuestros boletos. El precio en las gradas es de 100 pesos. La mayoría comienza a compararlo con las entradas de la Arena México, la Catedral de la Lucha Libre, a donde no hace más de un mes –exactamente un “Viernes Espectacular”, como lo anuncia el Consejo Mundial de Lucha Libre (cmll)– asistimos a presenciar a Shocker el “1000% Guapo”. Piensan que estaremos muy lejos, que las cervezas costarán mucho dinero, o que las luchas serán de muy mala calidad, ya que la mayoría de los luchadores que veremos no son famosos gracias a la TV.

Entregamos las entradas a los dos hombres que se encargan de controlar el flujo del público. Jesús el “Mentiras”, al momento que nos revisa de pies a cabeza, bromea y le dice a uno de los hombres que las drogas y el cuete los trae su sobrino de nueve años que es idéntico a él, y quien por primera vez presenciará lucha libre en vivo; entre mentadas de madre de la porra técnica y la ruda, familias enteras, y algunas parejas de novios que salen a divertirse al comienzo de un fin de semana.

En el interior de la Arena López Mateos todo es diferente que en la Catedral de la Lucha Libre. Mis amigos están acostumbrados a las funciones donde la mayor parte de quienes asisten llegan en un turibús y son del extranjero. Aquí y en otras arenas independientes lo cotidiano es encontrarse con luchadores enmascarados que no están programados y aprovechan para vender su mercancía (playeras, llaveros, máscaras originales, etcétera), antes o después de la función.

Otros gladiadores, como Halloween la “Calabaza Asesina”, quien también se enfrentará a Violento Jack, camina por los pasillos y se toma fotografías con sus fans, aun cuando para muchos que lo seguimos de toda la vida (desde que se hacía llamar Cíclope o comenzó a formar parte de La Familia de Tijuana, para luego convertirse en un Perro del Mal) es una leyenda viviente de la lucha extrema. La Calabaza Asesina saca la lengua, pinta un dedo a las cámaras y no pierde el piso. Lo sé, porque a finales del año pasado (2016), después de otra función de viernes por la noche en la Arena López Mateos, en un épico enfrentamiento entre L.A. Park y Masada (popular luchador extremo de los Estados Unidos), me lo encontré en una taquería de la Santa María la Ribera, arrastrando su cuerpo golpeado, con su rostro aún pintado como calabaza, su maleta de color negro donde seguro traía su equipo, y con la sangre seca que se asomaba de un gorrito café que, quizá, trataba de hacerlo pasar por desapercibido.

De todas maneras, cuando lo reconocí y le dije que lo acababa de ver ganar su lucha, fue amable, sonrió, me dijo a mí y a mi novia que nos hubiéramos regresado juntos, y conversamos por algunos minutos de otra cosa que no fuera lucha libre.

 

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Fantasma de la Ópera es el enemigo principal de Fresero Jr. También es quien se encarga de todos los detalles en esta función: contrata a los luchadores independientes o de empresas importantes como el CMLL, define los encuentros entre rudos y técnicos, consigue los permisos con las autoridades para realizar una función de lucha libre, y cumple con la venta de cerveza, chicharrones, refrescos, sopas instantáneas; dependiendo de los boletos vendidos, para que las cuentas cuadren.

Su promotora es Lucha Libre BOOM, donde se llevan a cabo choques muy variados, para todo tipo de afición. Esta noche son seis las luchas que acontecerán. Habrá jóvenes promesas que comienzan a soñar con ser ídolos, un encuentro de minis que se juegan un campeonato, y las batallas que restan son de relevos australianos (tres contra tres) en modalidad callejera, extrema y súper estrella.

La primera lucha no la alcanzamos a ver, llegamos tarde por el tráfico que se generó Marina Nacional y Aquiles Serdán, después de que salimos aproximadamente cuarenta minutos antes de que iniciara la función; todo por estar esperando a Gabriel que tenía menos de dos horas de haber regresado de Tijuana, Baja California, su ciudad natal.

En el segundo encuentro sobresale Demus 3:16, conocido como el “Pequeño Gigante del CMLL”. Demus 3:16 es un gladiador muy violento, tanto que en un tope suicida que hace Aguilita Solitaria, decide quitarse y no recibirlo con sus brazos extendidos. Aguilita Solitaria, de tan rápido que iba, ni siquiera alcanza a meter las manos para cubrirse la cabeza, dando de lleno con un tubo de metal que hace como valla de protección y sostiene una lona. El golpe se escucha en cada rincón de la Arena López Mateos, seguido de una queja de dolor y un silencio en conjunto al observar que el pequeño valiente no se pone de pie.

Demus 3:16 es abucheado, pero se le reconoce su rabia que detona en el ring, atrapado en ese personaje lleno de tatuajes y con la lengua bífida, como la de una serpiente. En cambio, Aguilita Solitaria es auxiliado por sus compañeros Mini Pinochito y Caramelito, quienes se notan preocupados. No obstante, minutos después aparece el doctor que debe de estar en cada función y rápido lo trasladan en camilla a los vestidores.

Al final, Mini Pinochito, después de aplicar una desnucadora, rinde a Demus 3:16 y se queda con el campeonato de Lucha Libre Boom.

Para el tercer combate resaltan los tonificados cuerpos de la mayoría de los seis luchadores. Todos se dedican a hacer giros mortales desde la tercera cuerda para rebasar la valla que separa al espectáculo de la profesión, y así caer de lleno entre algún rival en la primera fila del público presente, en medio de abuelas, recién nacidos, adolescentes y los demás luchadores que cuidan la integridad de sus colegas en esos lances espectaculares. Sus hazañas y agilidad son ovacionadas por el público, sin importar quién se ha llevado la victoria. La Arena López Mateos comienza a premiarlos, aventándoles dinero en medio del cuadrilátero, como en los viejos tiempos.

En la cuarta lucha inicia una parte de lo que añoramos presenciar, de lo que estuve hablándoles a mis amigos en el transcurso de la semana para que se animarán a ir hasta Tlalnepantla. Aquí se enfrenta el equipo de Fantasma de la Ópera contra el de Fresero Jr.

Sobre el ring hay tablas, lámparas, botes de basura y otras cosas para hacerse daño, golpeándose en las cabezas y espaldas. Esta es la lucha callejera y comienzan a darse fuertes pierrotazos que hacen eco y se notan son dolorosos. El pecho de Fresero Jr., conforme pasan los minutos cambia de color, se tiñe de rojo. Manu, nuestro amigo originario del Puerto de Santa María en España, uno de los más emocionados para presenciar verdadera lucha extrema por primera vez, comienza a creer que sí se llegan a pegar realmente, que sí deben de tener toda una preparación para aprender a caer.

En ese instante dos luchadores suben por las gradas golpeando a otro más, quedando a nuestros pies, en medio de gritos, selfies y tragos de cerveza. El público que rodea a los gladiadores los alienta con gritos de todo tipo, dejando que desempeñen su trabajo, entreteniéndonos a nosotros y ellos haciendo lo que soñaron desde pequeños. Para cuando regresamos a observar lo que acontece en el ring, Fantasma de la Ópera está bañado en sangre, siendo atacado sin piedad por Fresero Jr., quien al final, después de tanta violencia y un par de castigos resulta vencedor.

A pesar de eso, cae desmayado mientras intentaba decirle algo a su archirrival. No sabemos si sea verdad su precipitada caída en la lona del cuadrilátero, o esté recordando su paso por la película La máxima plaza.

 

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La lucha semifinal es precisamente lo que Gabriel y yo estuvimos esperando por semanas. Para muchos de los presentes es la mejor carta en esta función de Lucha Libre BOOM. Es la razón por la cual mis amigos se encuentran bebiendo cerveza a un precio de 25 pesos, gritando estupideces a los luchadores, divirtiéndose de diferente forma un viernes por la noche, y en espera de presenciar este encuentro ultra violento entre cuatro grupos distintos: Los Compadres Extremos (Violento Jack y Aero Boy), Los Macizos (Miedo Extremo y Ciclope), La Familia de Tijuana (Halloween y X-Fly), y Los Porros (Ángel o Demonio y Ovett).

Tanta emoción que corre por las venas se debe al regreso de Violento Jack a la Arena López Mateos. Este luchador la considera como su segundo hogar por tantas batallas que ha realizado aquí, y por el respeto que le tiene a este sitio donde han pasado todos los luchadores mexicanos, cualquiera que uno imagine.

Violento Jack, junto a su inseparable y mejor amigo, Aero Boy, se formaron en Tulancingo, Hidalgo gracias a las enseñanzas de Crazy Boy, un veterano gladiador del ámbito más extremo del pancracio luchístico mexicano. Desde sus inicios, cuando tenían alrededor de doce años de edad, le han dedicado piel y alma al estilo denominado como hardcore, aun cuando solían ver por televisión al “Príncipe Maya” Canek, Atlantis el “Ídolo de los Niños”, o al “Can de Nochistlán” el Perro Aguayo. Sin embargo, cuando en ese viejo televisor aparecieron las sillas, escaleras y tablas, de inmediato quisieron irse por ese camino de la lucha libre.

En conjunto con su maestro Crazy Boy, Pesadilla y otras jóvenes promesas del medio independiente, iniciaron en 2007 la empresa Desastre Total Ultraviolento (dtu). Tanto Violento Jack como Aero Boy siempre han sido de los luchadores más activos en dtu. Siempre han sido una excelente carta de presentación para todo el mundo, principalmente en los Estados Unidos y Japón. Ellos juntos han defendido –igual que engrandecido– este estilo de lucha libre a capa y espada, afirmando que los golpes y la sangre son reales, que la prueba más irrefutable es lo que ellos hacen, la modalidad del deathmatch, con la cual se ganan la vida.

Y, a pesar de que la lucha extrema, aunque simplemente es otra rama de la lucha libre como la clásica, aérea, strong style, desde que apareció ha sido odiada o amada por gran parte de la afición. Sin embargo, casi siempre, quienes deciden aborrecerla, nunca se han parado en una función de ese tipo, sólo la han visto desde una pantalla; o como ha llegado a decir Violento Jack en una entrevista, dejándolo claro: “Yo no defiendo toda la lucha extrema. Sólo defiendo la lucha extrema que yo hago. No toda la lucha extrema está bien hecha. Al igual que no toda la lucha libre está bien hecha. Yo los invito a ver mi trabajo. Dense una oportunidad de aprender y de disfrutar este estilo”.

En México, el origen de la lucha extrema se remonta a los años noventa. Tijuana fue el lugar que acogió al estilo que venía de Estados Unidos y Japón. Por ello Halloween es toda una leyenda esta noche y cualquier movimiento que realiza lo aplaude el público conocedor. Él, junto a Damián 666, Nicho el “Millonario” (el verdadero Psicosis) y muchos más, comenzaron a realizar funciones donde sobresalían los golpes con sillas o escaleras, en lugar de la catedra del llaveo y contra-llaveo.

En el presente, la inmortal Calabaza Asesina, de alguna u otra forma ha pasado el estandarte de la lucha extrema a jóvenes como Violento Jack, Aero Boy, Ciclope y Miedo Extremo, quienes son los más activos dentro del circuito mundial del hardcore y deathmatch. En varias funciones, al finalizar el encuentro, Halloween acostumbra tomar el micrófono y reconocer a la nueva camada.

Violento Jack, que podría decirse es el luchador extremo del momento por todo lo que ha logrado, por sus cuatro veces que ha representado a México en el país del sol naciente, nació en 1989 en Lázaro Cárdenas, Tabasco.

De pequeño llegó a Tulancingo, Hidalgo con su familia, que no precisamente es una dinastía de luchadores como suele ocurrir en nuestro país. Y aunque la lucha semifinal y la que pinta ser la más sangrienta ha comenzado, donde el ring está lleno de tachuelas y vidrios que quedan regados por las lámparas fluorescentes que se revientan en las cabezas y espaldas; alambres de púas con los que se someten; botes de basura, tablas y sillas donde se hacen castigos como un suplex; más una grapadora y una piña con la que se perforan en la frente y distintas partes del cuerpo; Violento Jack, ese niño que estuvo en la Selección de Lucha Olímpica de Tulancingo, Hidalgo y practicó box y taekwondo, y que años después, en su juventud se convirtiera en Licenciado en Psicología Organizacional y Social (con especialidad en Psicología Educativa) está consiente –mientras disfruta lo que más ama, porque menciona que nunca ha ejercido su carrera que se costeó gracias a la lucha extrema– que a los aficionados les gusta un espectáculo así:

“La gente no puede evitar el hecho de que esto es algo llamativo, algo interesante, hay morbo. A la gente le gusta la sangre, le gusta la violencia […] La lucha extrema sirve como catarsis a la gente […] La lucha se queda arriba del ring simplemente”, dijo en una ocasión para Tercera Vía.

El combate es doloroso dentro y fuera del cuadrilátero. Mis amigos por momentos guardan silencio y fijan sus miradas en cada movimiento, en cada lámpara que estalla en cualquier parte de los ocho profesionales de la violencia. Miedo Extremo sujeta al Porro Mayor casi a mitad del cuadrilátero, quien únicamente baja su cabeza y espera las patadas –conocidas como estacas– por parte de Cíclope.

No obstante, Violento Jack, casi al mismo tiempo, sube a la tercera cuerda de una esquina, pero Halloween rápido se da cuenta y lo recibe con un golpe en la quijada, para subir a la segunda cuerda, sujetarlo por el cuello, poner fuerza y arrojarlo a un motón de alambres de púas.

Y el ímpetu no se detiene. Después de otra queja de dolor en conjunto de la Arena López Mateos, un golpe en seco se escucha: X-Fly le ha reventado una tabla a Miedo Extremo en la cabeza, quien no puede negar un rito de dolor que su rostro bañado en sangre desprende.

Al final, Los Compadres Extremos vencen a Los Macizos, Los Porros y La Familia de Tijuana, quizá recordando aquella primera vez que estuvieron en Japón, en el año 2012, ya que tenía tiempo que no luchaban juntos, sin imaginar que llegarían tan lejos dentro del hardcore y deathmatch.

Sé que esos quince-dieseis minutos han sido los mejores de esta noche. El público grita con alegría, aplaude con la esperanza de que pronto se realice otro evento de Lucha Libre BOOM así, y vuelven a arrojar billetes y monedas al cuadrilátero. Podría decir que mis amigos están extasiados, que ahora ven al pancracio luchístico con mayor respeto, y no como algo fantasioso y falso.

Pronto regresaremos a la Arena López Mateos o acudiremos al Coliseo Coacalco, Arena Naucalpan o la Arena Neza. Se ponen de pie, pensando que la función ha llegado a su fin por la reacción que han tenido los aficionados.

Sin embargo, falta el encuentro estelar, ese donde estarán estrellas de la lucha libre mexicana que alguna vez fueron famosos en las empresas más importantes de este negocio a base de golpes y resistencia, pero en los Estados Unidos.

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La sorpresa es que Carístico (el original Místico) está lastimado y no se presentara en la Arena López Mateos. Para su relevo aparece otra estrella del cmll: Volador Jr.

El encuentro podría ser aún mejor que la lucha semifinal. Aparecen Juventud Guerrera (hijo de Fuerza Guerrera y de los primeros mexicanos que abrieron camino por los Estados Unidos en los noventa), Super Crazy (otro de los primeros mexicanos en los Estados Unidos y tío de Crazy Boy), y Black Warrior (ex estrella del cmll, y quien perdió la máscara en contra del Místico original en el 73 Aniversario del Consejo Mundial de Lucha Libre). Ellos tres van en contra de: Volador Jr. (para muchos la joya del cmll, y que triunfa año con año en la empresa New Japan), Mr. Águila (otro mexicano que arrolló en los Estados Unidos bajo el nombre de Essa Ríos), y Ronnie Mendoza (una joven promesa que hoy en día forma parte de los nuevos prospectos de la wwe).

La lucha dura menos de diez minutos; es una falacia. El recinto se llena de abucheos porque nadie esperaba que fuera tan mala. Black Warrior, sin motivo alguno, ha fauleado a Volador Jr.; como diciendo que él quería enfrentarse a Carístico esta noche. Y, a pesar de ese gran fiasco, la mayor parte del público conoce cómo es la vida de los luchadores abajo del ring, que acostumbran andar de un lado a otro sin descansar mucho, luchando por diferentes partes del país para llevar dinero a sus hogares, para ser reconocidos en un deporte-espectáculo que recientemente se mudó del televisor al internet.

Lo que me llevo de esta función de lucha libre, es el recuerdo de que por primera vez aprecié y reconocí el trabajo de Violento Jack, quien en diversas ocasiones ha tenido la oportunidad de salir a FREEDOMS, la empresa más importante, perturbadora y gore del deathmatch en Japón y el mundo; y a donde cualquier luchador hardcore desea llegar algún día.

Violento Jack, hasta esa empresa ha viajado junto a Aero Boy, Ciclope y Miedo Extremo, denominándose los Nómadas, debido a todo el tiempo que pasan luchando fuera del país. Y, principalmente con estos dos últimos gladiadores (Los Macizos) ha sido una especie de sensei, mostrándoles las diferencias del estilo de lucha mexicana con la japonesa; e incluso enseñándoles palabras en japonés, ya que él ha comenzado a dominar el idioma nipón).

Ver arriba del cuadrilátero a un campeón de esa importante empresa vaya que es mágico. Tanto el público más ferviente, como Gabriel y yo, sabíamos que hace apenas un mes acababa de regresar de ese medio año que vivió en Japón junto a Miedo Extremo, y que traía un fuerte golpe en las costillas por su última lucha allá, donde se presentó en un encuentro de andamios, en el famoso Korakuen Hall de Tokyo, durante el evento principal de esa empresa llamado Bloodly X’Mas, donde perdió el título King of FREEDOM World Title, en contra de Daisuke Masaoka. Sin embargo, en FREEDOMS, Violento Jack –aun cuando ya no se le considera campeón– es toda una estrella junto a algunos de los luchadores leyenda como Takashi Sasaki (fundador de FREEDOMS) y Jun el “Crazy Monkey” Kasai (el luchador más trastornado y resistente del estilo deathmatch).

Así, bajo esa serie de logros y hazañas, no podía dejar pasar la oportunidad de ir a gritar “lucha extrema” con mis amigos. Violento Jack estaba en Tlalnepantla, Estado de México otra vez y, todavía mejor, junto a su compare extremo Aero Boy. Juntos lucharían en contra de otras estrellas del presente y veteranos del circuito extremo mexicano. Entonces, el espectáculo pintaba para ser único. Así lo fue.

Al bajar de las gradas, en medio del tumulto de gente que abandonaba el recinto, me encontré de frente con Violento Jack vistiendo un pantalón camuflaje, una playera negra del luchador estadounidense Kevin Owens, con la mirada cansada y gritando a la afición “baratas las playeras, pregunte, sí hay, sí hay”.

No pude evitar saludarlo, estrechar su mano para felicitarlo, y pedirle una foto como si de nueva cuenta fuera un niño. No sé por qué le comenté que intentaría escribir algo sobre su regreso a la Arena López Mateos. Me dijo gracias y traté de que algún día pudiéramos ponernos en contacto para hacer una entrevista. Pero, en ese instante, entendí porque en el presente es el mejor luchador extremo de todo México, el referente y a quien todos quieran enfrentar. Sucedió que, en tres horas saldría su avión a Texas, donde tendría un encuentro con Penta 0M (el gladiador de moda en el mainstream de la lucha mexicana, y que semanas atrás acababa de renunciar a la empresa Triple A, para volverse independiente).

Por ello, Violento Jack está logrando cosas tan importantes para un luchador mexicano en Japón, o en cualquier lugar donde se pare y esté relacionado al terreno de la lucha libre extrema e independiente.

Y mientras los promotores le lleguen al precio y el siga cumpliendo con las fechas que va pactando día con día, sé que nadie le quitara ese sueño de regresar al país asiático, a la compañía FREEDOMS, para volver a hacerse del título que llegó a tener en su cintura, y donde la lucha ultraviolenta es sinónimo perfecto de él.

Fotos: Gabriel “Mentira mentira”.

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