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EL FEMINICIDA SERIAL COMO ÍCONO POP

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l miércoles 30 de agosto tuvo lugar un evento singular dentro de las “Noches de museos” organizadas por el INBA. El Archivo General de la Nación (AGN) presentó gratuitamente la obra de teatro El criminal de Tacuba, dirigida por Alberto Díaz, escrita originalmente por Víctor Hugo Rascón Banda y montada por primera vez en el teatro Helénico en 1992 bajo la dirección de Alberto Quintanilla. Basada en los crímenes de Gregorio “Goyo” Cárdenas Hernández, el feminicida serial mexicano más famoso de la era moderna, esta nueva puesta en escena es una especie de crónica didáctica con moraleja que apuesta a la culpabilidad del criminal a partir del diagnóstico del célebre criminólogo mexicano Alfonso Quiroz Cuarón, quien además de hacer el estudio más profundo del criminal, se hizo célebre al descubrir la verdadera identidad de Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, y de Bruno Traven, el enigmático escritor alemán del que Luis Spota, amigo de Quiróz Cuarón, escribiría un reportaje sobre su paradero en Acapulco gracias a las pesquisas del criminólogo.

Entre el 15 de agosto y el 2 de septiembre de 1942, Cárdenas Hernández asesinó a cuatro mujeres en el domicilio de éste en Mar del norte 20, en Tacuba. Tres de las víctimas fueron estranguladas y una más golpeada en la cabeza con un objeto contundente. Convertido en leyenda negra del crimen de la Ciudad de México, “Goyo” hasta hoy un singular fenómeno de masas al que se le han dedicado numerosas publicaciones especializadas, reportajes, obras de teatro como la ya referida, películas de ficción, documentales, corridos y tandas de burlesque. Cárdenas Hernández fue además un prolífico escritor cuya obra de mediocre aporte literario abordó su experiencia carcelaria en libros testimoniales, una novela y una historieta semanal de impacto masivo. Jamás se declaró culpable. Fue sometido a rigurosos exámenes clínicos que incluyeron inyecciones de penthotal sódico, como desinhibidor del juicio y con ello obtener confesiones, extracción de líquido encefálico-raquídeo y electrochoques con la finalidad de que se declarara culpable y además sostener los dictámenes clínicos que lo declaraban mentalmente apto para cometer los crímenes.

Hace unos meses yo mismo di un paseo literario organizado por la Dirección de Literatura del INBA que tomó como referencia al personaje y su larga estancia en Lecumberri para revisar la historia social de la ciudad de la época a través de la crónica periodística y la literatura.

“El criminal de Tacuba” reunió un numeroso público en un escenario simbólico, el antiguo “Palacio Negro” de Lecumberri, la prisión más siniestra y emblemática del sistema judicial mexicano, inaugurada por Porfirio Díaz en 1900 con la pretensión de instaurar en el país un sistema penal rehabilitatorio y moderno, según los parámetros positivistas europeos. Pura demagogia. Resulta simbólico que la obra haya sido montada en el AGN justo cuando se cumplen 75 años de que los crímenes del multihomicida en la calle de Mar del Norte 20, en Tacuba, salieran a la luz pública. ¿Coincidencia? No lo creo. El 13 de septiembre de 1942 Cárdenas Hernández ingresó para purgar una condena de 35 años que incluyó un traslado de cuatro años en el hospital psiquiátrico de La Castañeda, ya derruido, en Mixcoac. De ahí se fugó y al ser reaprendido en Oaxaca argumentó que “había tomado unas vacaciones”. Reingresó al penal luego del dictamen psiquiátrico de Quiróz Cuarón, quien determinó que el homicida tendría que ser recluido en la celda 2 de la crujía “H” del penal pues era consciente de sus crímenes. Desde ahí, Goyo reconstruyó su personalidad. El aprendizaje psiquiátrico y de procedimientos judiciales a través de su propia experiencia lo convirtieron en asesor de los reos del penal, en escritor y blanco de envidias de otros criminales célebres, celosos de la fama de “Goyo”.

La obra de teatro en la “Noche de museos” en el AGN fue una especie de onomástico de la fugaz carrera delictiva de Cárdenas Hernández y su espectacular y longeva presencia en la necrófila cultura popular de la Ciudad de México.

Durante las casi dos horas de la puesta en escena, los asistentes permanecimos atentos, bajo un diluvio y truenos que parecían la ambientación que rodeó los crímenes de l942 en Mar del Norte 20, en el barrio de Tacuba, resonando con ecos en la cúpula donde antes hubo una torre de vigilancia panóptica de los pabellones para los presos comunes, adaptada como auditorio y escenario con pantallas panorámicas que reproducían fotografías de archivo del penal y sus “huéspedes de la gayola”, además de videos en close up del “Goyo” actoral reflexionando sobre sus crímenes.

La experiencia escénica fue una puesta al día de la historia de la ciudad moderna a través de sus leyendas negras, su arquitectura punitiva y la ancestral lucha a muerte contra las inundaciones. Fue, además, un homenaje involuntario a David García Salinas, “cronista de las prisiones de México”, Eduardo el “Güero” Téllez, José Ramón Garmabella y el fotoreportero Enrique Metinides entre otros destacados cronistas que registraron con el pulso de la mejor literatura popular en deuda con la novela de folletín, la historia negra de la ciudad de México.

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