DISECCIONES

LAS MOSCAS DEL LETARGO

Los parásitos son organismos interesantes; la mayoría, complejos también. Quizá Giardia lamblia, formada por una sola célula, con un ciclo de vida sencillísimo y un cuadro clínico intestinal bastante típico, no resulta especialmente atractiva, pero otros especímenes, como Trypanosoma brucei rhodesiense o Trypanosoma brucei gambiense, son llamativos, no sólo por su aspecto similar al de una anguila en diminuto, sino por la peculiar enfermedad que causan: Tripanosomiasis Humana Africana, también conocida como la Enfermedad del Sueño.

La Enfermedad del Sueño afecta casi exclusivamente a poblaciones rurales localizadas en África Subsahariana, donde los seres humanos cohabitan los ecosistemas donde residen las distintas especies de moscas tse-tsé, responsables de albergar y transmitir la enfermedad. Al oeste del continente, los patógenos en las tripas de las moscas son Trypanosoma brucei gambiense y, al sur y este, Trypanosoma brucei rhodesiense; Uganda es el único país donde se superponen ambas subespecies.

El ciclo de la enfermedad inicia mucho antes de la interacción mosca-humano, cuando ésta se alimenta de la sangre de un animal infectado por Trypanosoma. En ese momento, los microorganismos ingresan al sistema digestivo de la mosca, donde se desarrollan. Una vez maduros, en su forma infectante, migran a las glándulas salivales y esperan hasta que la mosca succione la sangre de un ser humano y los inyecta por error en el torrente sanguíneo.

Entonces inicia la infección. La primera manifestación puede ser una roncha en el sitio del piquete, pero ésta rara vez se presenta. En general, los síntomas inician una a tres semanas después a la picadura y comprenden molestias generales e inespecíficas como fiebre crónica e intermitente, dolor de cabeza, dolor articular, fatiga, pérdida de peso, caída de cabello, comezón e inflamación de los ganglios linfáticos, las capas del corazón, el iris, la córnea y la conjuntiva del ojo y, en menor medida, el hígado y bazo; también puede verse afectada la fertilidad, pues se presenta disfunción eréctil en varones y alteraciones menstruales, esterilidad y abortos recurrentes en mujeres. La segunda etapa de la enfermedad inicia cuando los parásitos migran de la sangre al sistema nervioso central, causando una inflamación del cerebro y las meninges, que son las capas que lo recubren. Por lo anterior, las manifestaciones se vuelven específicas y claramente neurológicas. El paciente puede desarrollar alteraciones mentales, del movimiento, de la sensibilidad o del comportamiento; además, es posible que convulsione. Por supuesto, los cambios más significativos son aquellos que tienen que ver con la modificación en los patrones de sueño: los enfermos presentan insomnio seguido por somnolencia diurna, así como episodios incontrolables de sueño en cualquier momento del día. Sin el tratamiento correcto, la enfermedad evoluciona naturalmente a coma y, posteriormente, a la muerte. La velocidad de la progresión desde los síntomas generales hasta la muerte está determinada por la subespecie del parásito, siendo mucho más rápida en los pacientes con Trypanosoma brucei rhodesiense (semanas a meses) que con Trypanosoma brucei gambiense (hasta tres años).

Afortunadamente, hoy en día existen anti-parasitarios efectivos, con los que se consigue un porcentaje de curación del 70 al 95% tras ser administrados durante la primera etapa de la enfermedad. No obstante, brindar un manejo farmacológico oportuno resulta complicado, ya que la poca especificidad de los síntomas iniciales favorece el progreso de la infección. Por lo anterior, en muchas ocasiones, el tratamiento se instaura hasta la segunda etapa, donde los medicamentos empleados son menos efectivos y más tóxicos, lo cual contribuye a un mal pronóstico; peor aún si se considera que la infraestructura de las zonas geográficas afectadas carece frecuentemente de los insumos necesarios.

Acá, del otro lado del charco –como dicen–, quizá también escasearían los medicamentos, pero tenemos la suerte de vivir libres de moscas tse-tsé. De hecho, los únicos casos reportados en América son de inmigrantes, refugiados, expatriados o turistas que vienen de África sin saber que traen consigo esa infección en la sangre. Así que no hay excusa para quedarse dormido a media clase o en el trabajo: nadie tiene la Enfermedad del Sueño, aunque a veces lo parezca.

Popular

del mismo autor

¡A COMEEEER!

a Real Academia Española define a un caníbal como...

CIENTÍFICOS LOCOS

o es ningún secreto que a lo largo de...

LE SUCEDIÓ AL AMIGO DE UN AMIGO…

Era 1997 cuando los cortísimos episodios de Freaky stories...

DE ZOMBIS A ZOMBIS

Las grandes industrias –cinematográfica, principalmente, aunque también televisiva, literaria...