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GUÍA DE SUPERVIVENCIA EN EL METRO

Si usted es chilango, o ha vivido en la ciudad algún tiempo, seguro se emociona cuando ve transitar los convoyes de nuestro sistema de transporte colectivo. Esos gusanos de color naranja, ese silbato que anuncia el arribo de un tren a la estación, esa jeta de ídolo prehispánico de las boleteras son casi patrimonio intangible de la humanidad. Por mucho tiempo, nuestro Subway –permítanme el anglicismo– fue orgullo nacional. Sin embargo, de unos añitos para acá, el servicio ha disminuido muy discretamente, pero muy discretamente, su calidad (¿Así está bien, doctor Mancera?), por lo que en esta ocasión les haremos llegar una indispensable guía para viajar seguro en este medio de transporte:

1) En primer lugar, recuerde: en la actualidad el metro tiene peor sistema de mantenimiento que los tristemente célebres guajoloteros de Tecámac, por lo que si durante su viaje se da cuenta que una tuerca esta floja, que las llantas ya muestran los alambres, o si los cristales de las ventanas están a punto de caer sobre su cabeza, por favor, repárelos. No hace falta mucho: un chicle, un cortaúñas o un moco pueden ser la diferencia entre un viaje seguro y un descarrilamiento.

2) Si usted tiene kilogramos de más, le sugerimos meterse a un régimen alimenticio. Recuerde que, si bien el número de usuarios ha aumentado exponencialmente en estos años, no así la cantidad de vagones del metro. El espacio por pasajero ha disminuido de 30 a 10 centímetros cuadrados en hora pico, y no es justo que usted, con su enorme barriga, ocupe el lugar que le corresponde a otros siete usuarios. Sea consciente.

3) Si usted es delgado y ágil, ¡bien! Puede sin ningún problema abordar el tren por alguna de las ventanas –el famoso salto de la muerte–. Sin embargo, algunas lecciones de yoga le vendrían bien: así podrá ir cómodo entre los huacales de jitomate y los costales de PET que algunos atentos pasajeros acostumbran llevar con ellos. Además, esas prácticas le harán muy bien para su vida en pareja.

4) ¿Recuerda usted la escena de la reciente película Mad Max en donde sale un gigantesco vehículo lleno de bocinas que destruye todo a su paso? Bien, pues está inspirado en los amables y refinados vagoneros que todos los días nos deleitan durante nuestro viaje subterráneo. Por supuesto, le sugerimos enfáticamente que cuando vea algún joven de barrio con una mochila cuadrada en la espalda y un discman en la mano, se proteja los oídos. No cualquier ser humano soporta 420 decibeles de reggeaton o baladas de Roberto Carlos a menos de medio metro sin sufrir daños neuronales.

5) La vida en el subsuelo se ha convertido en una lucha encarnizada. Por lo tanto, le sugerimos ver cualquier material que le enseñe estrategias de supervivencia: Warriors, Total Reccall, Speed, Duro de Matar II y otras joyas contienen lecciones indispensables para cualquier usuario que se proponga llegar a su destino.

6) Como habrá visto, de repente a los choferes les gusta jugar a los carritos chocones. Por lo que le recomendamos usar los vagones de en medio. Si no le es posible, colóquese estratégicamente entre dos comadres gordas –nunca falta un par en cada vagón–, para que así, en caso de colisión, esas lonjas le sirvan de bolsa de aire y pueda usted salvar el pellejo. No respondemos si las rollizas damas toman sus avances como una instigación sexual y lo atacan a bolsazos.

7) Cuídese de las granizadas atípicas, y de las muy típicas pedas de los conductores.

8) Recuerde que el metro es un ser vivo e inteligente –y sobre todo, malévolo–, adivina cuando usted tiene prisa, por lo que justo cuando usted está a tres estaciones de esa importante cita de trabajo, o de ese encuentro con el amor de su vida, se estacionará una hora. Por ello, anticipe con dos horas sus viajes para no echar a perder su futuro por una travesura del destino.

9) El doctor Mancera y el licenciado Espino (jefe de Gobierno y líder del sindicato de trabajadores del metro, respectivamente), se preocupan por su salud. Por eso es que usted encuentra que, de cada tres escaleras eléctricas, cuatro están descompuestas. Gracias a nuestros gobernantes usted hará cardio y pierna sin necesidad de inscribirse en un gimnasio. Recuérdelo la próxima vez que vote por ellos.

10) Por último, y más importante: si ya son las once de la noche NUNCA viaje en el último vagón. Si lo hace NUNCA se duerma. No es que se vaya a encontrar con los miembros de una cultura precolombina que le saquen el corazón (Derechos reservados de Jose Emilio Pacheco), sino que muy probablemente se tope con un muy amigable sujeto, o varios, que se acomedirán a taladrarle el esfínter sin cargo extra. Si es el caso, de mínimo invíteles una copa y demuestre su educación sexual.

Esperemos que le sirvan estos consejos en su viaje al centro de la tierra. Entréguese pues a las tripas de la bestia anaranjada, y buen viaje.

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Omar Delgado (Ciudad de México, 1975). Facedor de ficciones, tejedor de pesadillas y explorador de tugurios. En 2005 publica su primera novela, "Ellos nos cuidan", bajo el sello de Editorial Colibrí. En Febrero de 2011, gana el premio Iberoamericano de Novela Siglo XXI Editores- UNAM- Colegio de Sinaloa por la novela "El Caballero del Desierto". Su trabajo se encuentra en varias antologías tales como "El Abismo. Asomos al terror hecho en México" (Editorial SM, 2011), "Bella y Brutal Urbe" (Resistencia, 2012) y "Festín de muertos" (Océano, 2014). "De mujeres ¿Mujeres y traiciones?", su primer libro de relatos, fue publicado en Febrero de 2015 por Casa Editorial Abismos.

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