ALEXANDER MCQUEEN: EL CLAMOR DE SAVAGE BEAUTY

A principios del siglo XXI la televisión por cable llegó a mi casa, entonces tuve la oportunidad de ver Fashion File, que transmitía el canal E! Entertaiment Television. Antes de convertirse en un canal de nefandos reality shows E! le daba espacio a Fashion File, una revista televisiva dedicada a la moda, conducido por Tim Banks, quien además fungía como editorialista (el programa todavía se transmite pero sin Banks y eso es una pérdida para la calidad del mismo). Los treinta minutos de duración del programa estaban repartidos de un manera magistral entre reseñas de pasarelas por temporada, entrevistas a diseñadores de ropa, maquillistas, peinadores, modelos y editores de moda. Algunas veces en el programa se intercalaban reportajes sobre alguna casa de moda, alguna figura predominante para esa industria, reseñas de exposiciones de arte, presentaciones de libros o las sugerencias de restaurantes, bares, mercados, tiendas y cafés a visitar en diferentes centros urbanos hechas por integrantes sobresalientes en ese campo.

Fashion File me dio acceso a un mundo ajeno a mi vida pero no a mis intereses. Aunque yo no parezca una persona pendiente de las últimas tendencias de la moda y existen razones válidas para denostarla, a mí siempre me ha gustado el diseño de ropa. Me fascina la innovación constante de nuestro limitado repertorio de prendas de vestir. Admiro el talento para encontrar nuevas combinaciones de formas, materiales, texturas y colores.

En los primeros años del siglo XXI los diseñadores jóvenes más propositivos eran John Galiano, Jean Paul Gautier, Tom Ford, Marc Jacobs y Alexander McQueen; pero sólo Gautier y McQueen exhibían en sus creaciones intereses temáticos y compositivos que rebasan la creación de prendas para satisfacer a la industria. Ambos diseñadores tomaban elementos provenientes de: la religión, la historia, la tradición en la confección de ciertas prendas –como el traje–, así como el ambiente y la parafernalia sadomasoquista. De este par, sólo McQueen presentaba sus colecciones con un dramatismo performático. Una vez usó técnicas decimonónicas para generar una aparición fantasmagórica sobre la pasarela y producir, de ese modo, el cierre más poético que un desfile de modas ha tenido jamás.

A Fashion File le debo haber sido espectadora a la distancia de la presentación de las colecciones que para cada temporada preparó Alexander McQueen, en consecuencia gracias al mismo programa fui testigo de su consolidación como diseñador y artista. El reconocimiento más clamoroso a la creatividad, innovación e influencia de McQueen más allá del ámbito de del diseño vino cuando en 2011 el Metropolitan Museum of Art (Museo Metropolitano de Arte, o MET) , con sede en Nueva York, organizó una retrospectiva para explorar y festejar sus significativas aportaciones al mundo de la moda y el diseño.

La impronta de McQueen se advierte en diversos ámbitos, basta citar algunos ejemplos de ello. Por una parte, diseñó la portada del álbum Homogenic de Björk, el abrigo con la Union Jack (conocida como la bandera del Reino Unido) que David Bowie usó para la portada de Earthling y las botas Armadillo se las calzó Lady Gaga para el video de “Bad Romance”, además también dirigió el video “Alarm Clock” de Björk.

Por otra parte, su casa (es decir diseños creados por alguien más pero registrados bajo la marca “Alexander McQueen”) fue la responsable de la creación del vestido de novia de Catherine Middleton (desde 2011 Duquesa de Cambridge) y del infame vestido blanco (por sus connotaciones políticas de indolencia y estipendio) que Angélica Rivera (Primera Gaviota de México desde 2012) eligió para la visita presidencial al Reino Unido el año pasado (porque había que estar presentable para la reina supongo fue el razonamiento).

De marzo a agosto de este año, el Victoria and Albert Museum (Museo Victoria y Alberto, o también V&A Museum), en Londres, presentó una nueva versión de la retrospectiva neoyorkina de 2011 bajo el mismo título Alexander McQueen: Savage Beauty y con el mismo propósito: “celebrar el extraordinario talento creativo de uno de los diseñadores más innovadores de los últimos tiempos”. En términos generales, la exposición en el V&A Museum retomó tanto la organización como la mayoría de las piezas que conformaron la versión original de la retrospectiva neoyorkina, aunque se introdujeron algunas variantes. Savage Beauty se convirtió en un hito para el museo británico, porque ha sido la exposición más visitada de su historia (493, 043 visitantes de 87 países) y la primera exposición por cuya demanda estuvo abierta todas las noches de los dos últimos fines de semana exhibición. La penúltima noche de la retrospectiva, el 1 de agosto, tuve la oportunidad de visitarla.

El recuento de mi visita será el tema de mi próxima columna.

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