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LA EDAD DE LA INDECENCIA
Andrea Ávila

Hacía mucho tiempo que no me divertía tanto como los últimos dos días, con el escandalazo canadiense que desató el hackeo del sitio web (canadiense) Ashley Madison, a mediados de julio. Y todo porque, gracias a ellos, nos enteramos que uno de cada cinco habitantes de La Capital de la Nación -como los canadienses llaman a Ottawa, reverencialmente- son adúlteros o al menos, tenían la intención de serlo.

Ashley Madison es un sitio de citas que tiene la particularidad de dirigirse públicamente a personas casadas. Su grito de guerra es: “La vida es corta. Ten un affaire” y la sugerente imagen de portada es la del rostro de una mujer en el que no se revelan los ojos. Tiene el dedo índice pegado a unos labios carnosos, jóvenes, pintados de rojo pasión. Su gesto invita a la secrecía, al silencio, y su dedo anular exhibe una hermosa alianza matrimonial. Debajo de la fotografía se exhiben todos los premios y acreditaciones de Ashley Madison como un portal que ofrece alta seguridad. ¿Así, o más claro? Una “cana al aire”, total, nadie tiene por qué enterarse.

El detalle que le pone picante a esta historia es la locación. Ottawa es la capital política de Canadá, la ciudad que acoge al Parlamento, donde se toman las decisiones más importantes para la colectividad. Ahí viven los ministros, los parlamentarios (equivalente en el sistema político a nuestros benditos diputados y senadores), es lugar de residencia de los diplomáticos y burócratas de alto nivel. Durante los días laborales de la semana, Ottawa vibra de actividad y se respira ahí la atmósfera de importancia, de cosa seria, que se da en los sitios donde se decide el futuro de una nación. De noche se espera que todos esos funcionarios se vayan a dormir solitos a sus departamentos.

Por la noche, los fines de semana y durante las vacaciones, Ottawa languidece. Cada viernes una flota de aviones lleva a los representantes de vuelta a sus comunidades, al igual que los días festivos, y el silencio baja a Parlament Hill. Ottawa se convierte en un pueblo como PuebLondon, que sus habitantes califican de sleepy, adormilado, aburridón. O eso pensábamos.

En una ciudad de poco más de un millón de habitantes, más de doscientos mil están registrados en el sitio para adúlteros. Esto deja fuera a los niños, algunos ancianos y, claro está, los solteros. No es demasiado aventurado decir que la gran mayoría de los habitantes casados de la Capital de la Nación está interesado en tener un romance fuera del matrimonio. En una ciudad donde el 72% de la población se declara cristiana, esto implica que hay mucho que explicar. Otro detallito: el 51% de los habitantes de Ottawa son mujeres. Chín.

Los hackers que se pusieron a jugar con el sitio exigieron que sea cerrado o de lo contrario, exhibirán la información “confidencial” de sus miembros a pesar de que el sitio web insiste en que pueden borrar los datos de los subscriptores e, incluso, cobran la “módica” suma de diecinueve dólares canadienses por hacerlos desaparecer cuando los adúlteros quieren dejarlo. Pero los vándalos cibernéticos se encargaron de recordarle a todo el mundo que ningún dato que se ofrezca en línea queda realmente borrado. Además, sus cuotas y pagos por remoción de su perfil se realizan casi siempre con tarjeta de crédito y las transacciones bancarias no se retiran del ciberespacio.

El grupo que pide el cierre de Ashley Madison y su sitio “hermano”, Established Men (que pone en contacto a hombres maduros y exitosos con chicas jóvenes y bellas), realizó su primer comunicado el quince de julio y como que nadie los tomó demasiado en serio, aunque el número de suscripciones bajó discretamente. Pero el veintidós de julio cundió el pánico entre la comunidad porque los ciberladrones hicieron públicos los primeros datos a su disposición. Dijeron que se trataba de dos hombres, uno canadiense que vive en Mississauga y otro de Brockton, Massachussets (un poblado de menos de cien mil habitantes…). De ellos sólo han revelado sus nicknames, el tipo de mujer con quien querían tener un affaire y sus “fantasías sexuales”, además de que uno de ellos -¡el pobre!- dice valorar la discreción por encima de todo… ¡ja!. Sin embargo, los hackers aseguran tener acceso a sus nombres reales y direcciones físicas.

A pesar de que la bomba todavía no se suelta completa, algunas personas están tomando medidas precautorias. Un periódico publicó la entrevista con una abogada en temas de Internet, quien dice que habrá una gran derrama económica para todo tipo de profesionales, comenzando por ellos, los abogados, no sólo los dedicados a delitos cibernéticos, sino principalmente los expertos en divorcios. Según ella, esto podría traer todo tipo de consecuencia financiera pues se trata de una población muy específica (la dedicada a la política) así que los acuerdos de separación y divorcio podrían ser millonarios.

Pura especulación, hasta el momento. Si los hackers de verdad tienen datos específicos de estos loquillos, la verdadera diversión comenzará a suceder en los próximos días, cuando más y más datos se vayan revelando. Aunque al parecer, a los hackers ya se les olvidó y no han vuelto a mencionar el asunto. Quién sabe, puede que la real y única derrama económica haya ocurrido para los periódicos, revistas y programas de televisión que se encargaron del tema. Ni modo, abogados, otra vez será.

Carcajadas aparte -además de que nadie volverá a ver con los mismos ojos a los “circunspectos” habitantes de la “aburrida” Ottawa o a los (ejem) miembros del Parlamento- hay que pensar mucho sobre las gracias y desgracias de la sociedad de la información en la era de la indecencia. Canadá es un país en el que la privacidad se defiende a capa y espada, y sin embargo, sus habitantes son consumidores ávidos de servicios y productos en línea. Una y otra son difícilmente compatibles, ya que uno compromete su información privada en cuanto entra a Google a hacer una búsqueda inocente sobre, digamos, ofertas en refrigeradores. Ya sea que uno piense o no en comprar un refrigerador, la búsqueda originará una serie de anuncios y recordatorios sobre las ofertas de refrigeradores más cercanas a nuestra locación actual haciendo uso solamente de la dirección IP de nuestra computadora. Yo busqué Ashley Madison en Google para ajustar la información de este artículo y ahora mi página de Facebook rebosa de anuncios de sitios para buscar pareja: ahí está Plenty of Fish, Lavalife, Match punto com y por supuesto, Ashley Madison. Si me hubiera suscrito, la publicidad sería aún más personalizada. Lo mismo sucede con cada búsqueda en la que aceptamos que Google tenga acceso a nuestra dirección, como por ejemplo, una película para ver en el cine más cercano. Cada vez que quiero ir al cine Google sabe ya qué tipo de film y qué cine sugerirme. ¿Cómodo? Extremadamente. ¿Seguro? Según el punto de vista de cada quién. ¿Privado? Jajajajajajaja.

Cada vez cedemos más espacio de nuestro mundo personal a las corporaciones en favor de nuestra comodidad. El año que viene llegará a Canadá el primer refrigerador (para seguir con el bonito ejemplo) completamente computarizado, que no solo regulará la temperatura de acuerdo con los productos que se tengan guardados en él, logrando con ello un gran ahorro de energía, sino que también detectará cuando hacen falta las verduras y enviará a tu androide una lista de compras generada de forma automática. Es más, la computadora del refri puede “ponerse de acuerdo” con la computadora del centro comercial y mandarle directamente la lista a ellos para que al final de la semana tu compra esté a la puerta de tu casa justo a la hora en que tú te encuentras también, gracias a que la compu del refri tiene acceso a tu agenda vía tu cel. ¿Cómodo? Si le encargas a Google la lista del mandado, a tu lavadora la fecha y hora en que hay que lavar la ropa y a tu teléfono la organización de tu vida, ¿cómo le puedes pedir a Google que se quede callado cuando le encargas que te consiga una cita “discreta” sin que se entere tu “persona especial”? Si queremos privacidad, no damos nuestros datos, se me ocurre opinar… Por cierto, ¿cuál será el mejor nombre de usuario para usar en Lavalife?

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