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PARA ESTUDIAR LITERATURA (Y vivir para contarla)

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Estimado joven, querida señorita: si ya llegó usted a la edad en que escogerá alguna profesión, piénselo usted bien: si odia a sus padres y los quiere hundir en el oprobio, decídase por alguna carrera humanística. Es más, si en serio los aborrece, hágalos que se mesen los cabellos de desesperación diciéndoles que ha decidido estudiar letras –hispánicas, ibéricas, alemanas… es lo mismo–. En este caso (y tomando en cuenta que le desheredarán y lo expulsarán del nido paterno), necesitará usted de unos prácticos consejos para sobrevivir a su propia decisión:

1) Previo a arrojarse al vacío, piense si cuenta usted con otras habilidades para ganarse el pan en este mundo corporativo. Recuerde que si estudia usted una licenciatura, maestría o doctorado en literatura es altamente probable que acabe peleándose a dentelladas por unas clasesillas de redacción en cualquier universidad patito o por hacer la corrección de estilo de revistas de modas a una tarifa de cinco pesos la cuartilla. (Y si le va superbien, será coordinadora de alguna editorial independiente por la maravillosa cantidad de… diez mil pesos al mes). En tal caso, no dude en aprender a hacer barbacoa, coser uniformes escolares, arreglar mofles o cualquier otra actividad que le permita completar el chivo. El título siempre será un gran adorno en su changarro de tacos.
2) Recuerde: las humanidades se están extinguiendo. El mundo se mueve inexorablemente hacia el corporativismo y la tecnocracia y ni todas las marchas, tuits, desplegados y firmas en change.org del mundo serán capaces de detenerlo. Repítase lo anterior cada vez que se sienta importante por ser capaz de citar a Bajtin o a Foacault de memoria.
3) Si usted quiere estudiar literatura para escribir, olvídelo. Las cátedras de letras son la tumba del arte de la misma manera en que el matrimonio es la tumba del amor.
4) Si su sueño es ser teórico literario, es probable que se sienta como aquellos monjes medievales que escribían terribles diatribas contra el sexo, la mujer y el placer y que, sin embargo, jamás habían visto una vagina o unas chichis en su vida. Cómprese un hábito para ir a tono.
5) Si su sueño es ser crítico literario, no se sienta mal si de repente suena como la amiga gorda que critica los novios de sus sisters y que sigue virgen –y no por decisión–, a los treinta y cinco años.
6) Si aspira a convertirse en parte de la academia de alguna universidad –ya sea esta privada o pública–, le recomiendo que lea toda la obra de Shakespeare, que revise Maquiavelo a profundidad, que memorice a Sun Tzu, que estudie la biografía de los Borgia y que de paso repase Juego de Tronos. Le aseguro que requerirá todas sus habilidades de manipulación, lambisconería, chantaje, ataque velado –y directo–, zancadillas y política sucia para obtener esa placita de tres mil pesos al mes que tanto anhela.
7) Practique técnicas para mantenerse despierto. Mucha de su actividad se realizará en eternos e infumables coloquios/ simposios/ mesas redondas en donde se tocarán temas que serán un buen sustituto del Nembutal: desde alabanzas infinitas a autores desconocidos hasta discusiones de lingüistica que harán que la Summa Teológica de Santo Tomás parezca un libro de texto gratuito. Si no le es posible, vaya con un maestro yoqui a que le enseñe a dormir sin roncar y con los ojos abiertos. Le aseguro que lo necesitará.
7bis. Recuerde: hable, participe, opine, polemice (aunque diga pura pendejada). El silencio es enemigo del prestigio académico.
7bis2: Recuerde: entre más interesante sea el tema que usted trate, más asientos vacíos verá en el auditorio. Las masas no entienden el alcance de su genio.
7bis3: le será muy útil modificar su metabolismo para poder alimentarse de galletitas Surtido Rico y café DeCaf, que es lo que generalmente sirven en dichos eventos. Eso además mejorará su pecunio.
8) Si quiere ser aceptado en la maestría de alguna universidad, recuerde seguir los siguientes pasos: 1) Escoger algún escritor que nadie lea, 2) Buscar un tema que no le interese a nadie, 3) Construir un aparato crítico con teóricos que no se entiendan ni en su idioma original, y 4) Aderécelo con las palabras más mamalonas que encuentre en el diccionario de Retórica y Poética de su preferencia. Le aseguro que lo recibirán con mariachis.
9) Si quiere usted estudiar el doctorado, haga lo mismo que en el punto 8, pero agregue en la bibliografía algún libro de los miembros del cuerpo académico del postgrado al que intente entrar.
10) Por último, cuando alguien le señale que las humanidades están perdiendo vigencia porque no se han dado a la tarea de dialogar con la sociedad, póngase como loco: dé mordiscos al aire, escupa espuma sanguinolenta, aúlle mientras afirma que esas son patrañas neoliberales, que su tesis de doctorado sobre la semiótica hermenéutica de la poética mongola del siglo IX o la rima asonante en las canciones pastorales femeninas de Baviera occidental serán indispensables para iluminar el pensamiento occidental. Recuerde: las academias duras no bailan.

Con estos consejos, querido joven o jovena, sólo nos resta desearle suerte en su camino hacia el éxito, o por lo menos, hacia la supervivencia alimenticia.

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Omar Delgado (Ciudad de México, 1975). Facedor de ficciones, tejedor de pesadillas y explorador de tugurios. En 2005 publica su primera novela, "Ellos nos cuidan", bajo el sello de Editorial Colibrí. En Febrero de 2011, gana el premio Iberoamericano de Novela Siglo XXI Editores- UNAM- Colegio de Sinaloa por la novela "El Caballero del Desierto". Su trabajo se encuentra en varias antologías tales como "El Abismo. Asomos al terror hecho en México" (Editorial SM, 2011), "Bella y Brutal Urbe" (Resistencia, 2012) y "Festín de muertos" (Océano, 2014). "De mujeres ¿Mujeres y traiciones?", su primer libro de relatos, fue publicado en Febrero de 2015 por Casa Editorial Abismos.

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