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PARA CORRER MARATONES (Y OTROS DESPROPÓSITOS)

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Una vez más, llega el cada vez más reputado Maratón Internacional de la Ciudad de México. Una vez más, los que tenemos la desgracia de vivir en las calles por donde transitan los corredores sufrimos numerosos agravios en nombre del deporte: desde que las grúas del gobierno capitalino muevan nuestros coches cinco cuadras para darles espacio a los atletas, hasta que por culpa del evento no se pueda instalar nuestro puesto de barbacoa favorito. Además, si tenemos la audacia de caminar por donde están los maratonistas, tenemos que soportar sus miradas altaneras. Y es que, para ellos, los que no corremos todas las mañanas somos más una subespecie humana que morirá varias décadas antes que ellos y que nunca tendremos el placer de sentir la sobredosis de endorfina propia de cada carrera larga.

Por otro lado, si usted es un runner (que no por casualidad rima con winner), o quiere serlo, le tenemos algunas recomendaciones para participar en una maratón, que es, al fin y al cabo, el equivalente a la navidad para los vigoréxicos.

1) En primer lugar, asegúrese de ir bien entrenado. Y a esto me refiero que por lo menos corra diez kilómetros el sábado y diez el domingo. Si piensa que con la carrera que pega para alcanzar el camión todos los días o el trote que agarra para alcanzar buen lugar en las garnachas de doña Chole, olvídelo. De seguro a los quinientos metros de la salida estará boqueando como bagre fuera del agua.

2) Invierta en un buen conjunto deportivo. Recuerde que la maratón es, además de la oportunidad de medirse, una pasarela en donde lo mismo compartirá calle con el atlético carnicero de la esquina que con el CEO de alguna trasnacional. Por lo mismo, se verá usted de la rechingada si se le ocurre ir a correr en el short que usaba en la secundaria (mismo que, además de parecer ya hecho de gasa por el uso, le queda chico y se le ve media raya de la cola), o bien la playerita que usa para hacer las chambitas de albañilería de su casa y que está toda salpicada de yeso y pintura (sí, no se vale que diga que lo patrocina COMEX. De todos modos se verá usted macuarrísimo).

3) Lo mismo. Invierta en unos buenos tenis. Esos marca Ardidas o Naik que compró en Tepisur no engañan a nadie. En serio. Es mejor correr descalzo y decir que es usted un atleta rarámuri.

4) Si usted anda verdaderamente mal de condición física y no lo quiere aceptar, mejor hágase el jugador paralímpico: acondicione la Avalancha que le regalaron a los diez años y échese la carrera sobre ella. No ganará, pero se llevará las palmas por su constancia y tenacidad.

5) Si quiere correr el maratón sólo porque quiere impresionar a Lety, la linda contadora de Recursos Humanos a la que se quiere echar al plato (y que practica atletismo desde la secundaria), no mame. Mejor invítela a un buen restaurante y así, además de tener más posibilidades con ella, no sufrirá un infarto en pleno Insurgentes nada más por sus calenturas.

6) Si usted es Roberto Madrazo y corre la maratón, vuelta a tomar un atajo, pero a chingar a su madre.

7) Si ya resolvió con prudencia que el deporte no es para usted, mejor vea a los runners pasar y anímelos. Aplauda como si fuera adolescente frente a Justin Bieber cuando vea a un viejito de ochenta años en la carrera o en el momento en que los nigerianos, angoleses o sudaneses pasen frente a usted.

8) Si alcanza a ver a los africanos, considérese afortunado. Corren como su puta madre. Por otro lado, si es usted un simpatías y sale usted con la mamada de enseñarles un bolillo “para motivarlos a correr”, le aseguro que los morenazos se pararán, le romperán toda su madre y continuarán en la carrera en primer lugar sin gran esfuerzo.

8bis) Si ve que la gente se motiva a seguir corriendo al verlo caminar en la calle, mejor póngase a dieta. Neto.

9) Olvídese de las matracas y los silbatos. La mejor manera de motivar a los corredores es contratar a un grupo de gordos mórbidos (de más de 150 kilogramos) y ponerlos a comer tamales junto a la ruta de la maratón. Le aseguro que hasta los policías que vigilan el evento se incorporarán a la carrera.

10) Si tiene comida vieja, huevos podridos o tomates pasados, téngalos listos. Muchos políticos (como el jefe de Gobierno capitalino o algunos secretarios de estado) son runners y maratonistas. No sea que pasen frente a su casa y no tenga nada asqueroso que arrojarles a la mano.

Con estos consejos, esperamos que disfrute (o que se le haga menos insoportable) el maratón. Hasta la próxima.

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Omar Delgado (Ciudad de México, 1975). Facedor de ficciones, tejedor de pesadillas y explorador de tugurios. En 2005 publica su primera novela, "Ellos nos cuidan", bajo el sello de Editorial Colibrí. En Febrero de 2011, gana el premio Iberoamericano de Novela Siglo XXI Editores- UNAM- Colegio de Sinaloa por la novela "El Caballero del Desierto". Su trabajo se encuentra en varias antologías tales como "El Abismo. Asomos al terror hecho en México" (Editorial SM, 2011), "Bella y Brutal Urbe" (Resistencia, 2012) y "Festín de muertos" (Océano, 2014). "De mujeres ¿Mujeres y traiciones?", su primer libro de relatos, fue publicado en Febrero de 2015 por Casa Editorial Abismos.

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