A los ojos del narrador y alter ego de Manuel Vilas, autor de Lou Reed era español, ése sujeto flaco, presumiblemente heroinómano, siempre vestido de negro, contrasta con el traje siempre inmaculado del dictador, como si entre ambos se estableciera una lucha entre un ser oscuro y otro blanco.
Detalles como éste, en apariencia infantiles y superfluos, sirven para que ése chico de doce años empiece a descubrir el mundo, comenzando por darse cuenta de que vive en un país llamado España y que Lou Reed proviene de otro llamado Estados Unidos.
¿De qué están hechos los ídolos del rock? Difícil determinarlo, pero uno de sus ingredientes debe ser la emoción que son capaces de transmitir a sus fans. El joven de esta novela abre los ojos al mundo en enero de 1975 cuando intercambia un disco de Neil Young por Rock ’n’ Roll Animal, de un tal Lou Reed. Cuando la aguja cae sobre el vinilo y suena “Sweet Jane”, Reed se convierte en “la Voz”, en mayúsculas, y aunque de momento su mensaje en inglés es incomprensible para quien no sabe una sola palabra de ese idioma, hay algo en esa voz que lo transporta a donde nunca antes ha estado.
El fan legítimo es el fondo un ser inocente, pues cree que sólo él es capaz de descifrar el mensaje oculto en las composiciones de su ídolo. La seducción de la música de Lou Reed acompaña a este chico a lo largo de toda su vida y en muchos sentidos a través de la historia misma de España, como si entre el cantante Lou Reed y la península ibérica hubiera existido un lejano romance que fue evolucionando conforme pasaba el tiempo, del mismo modo en que el autor de “Heroin” se transformaba en cada álbum.
La novela se estructura en una división de capítulos personales, por así decirles, con otros en los que la ficción nos deja ver a un Lou Reed pagado de sí mismo, consciente de su fama y del dinero que ingresa a su cuenta bancaria gracias a ese capitalismo que le permite ser famoso y viajar por todo el mundo. Es el mismo Lou Reed quien a regañadientes acepta que su fama se la debe a su descubridor, un tal David Bowie.
Su sensibilidad y conexión con los jóvenes españoles no le impiden a Reed darse el lujo de cancelar su presentación, tal y como ocurrió en junio de 1980 cuando uno de los asistentes le arrojó una lata o una moneda, y éste se negó a seguir cantado en el modesto estadio Román Valero de Madrid. Como es natural, sobrevino un zafarrancho con saldo de varios heridos y arrestados.
El hecho se considera el concierto de rock más breve en la historia de España: apenas veinte minutos.
Lou Reed era español es la historia de un ídolo contada por uno de sus acólitos quien entreteje su propio crecimiento a ritmo de la música de Reed, su primer viaje a Andorra para conseguir el disco no censurado, su primer concierto en Zaragoza, escenario ideal en el que pierde la virginidad; sus años de estudiante pobre, el sacrificio por ir a escuchar a la Voz, y la oportunidad que estos viajes hacia el interior le representa para conocer su país, desde el nombre de cada pueblo hasta el estado de su carreteras y autobuses.
También es el relato de un Lou Reed que desde una dimensión desconocida hace un corte de caja para descubrir quién fue en realidad y cómo un país como España, del que sólo supo conocimientos generales, más cercanos al archivo de los lugares comunes, siempre lo recibió de buen agrado.
Aunque por momentos la historia se alarga en escenas que por repetirse pierden su primer efecto, Lou Reed era español es un buen pretexto para repasar la música del neoyorquino o acercarse por primera vez a su voz y sus letras.
Sin embargo, al fan que fue capaz de viajar de ida y vuelta a Andorra para conseguir el disco sin cesura se le perdona todo. Incluso su pasión desmedida por la Voz.
Manuel Vilas, Lou Reed era español, Malpaso, 2018.