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LIBROS ¿Y GENIOS?

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En el texto imprescindible “¿Y quién creó a los creadores?”, el sociólogo cultural Pierre Bourdieu examina la idea de creador increado y la descarta como categoría para explicar el talento de los escritores. Yo estoy de acuerdo con él.

La crítica de Bourdieau se me activó con Marks of Genius (Marcas de genios), exposición organizada para inaugurar The Weston Library (Biblioteca Weston), edificio que alberga colecciones especiales de la Bodleian Library (Biblioteca Bodleian o Bodleiana, si le hacemos caso a wikipedia). La Bodleian Library es el principal repositorio bibliotecario de la Universidad de Oxford.

A Thomas Bodley, egresado de Oxford y diplomático de la era isabelina, se le debe la habilitación de la vieja biblioteca y la renovación de su colección después de varios años de abandono. El recinto renovado fue inaugurado el 8 de noviembre de 1602, desde entonces y hasta la fecha sigue funcionando y su acervo ha ido creciendo conforme cumple siglos. En 1860 su edificio más emblemático, una edificación circular con cúpula, la Radcliffe Camera (Cámara Radcliffe, cuyo nombre proviene del latín, pues “camera” significa habitación) fue incorporado la Bodleian Library debido a la necesidad de espacio de almacenamiento. Desde su inauguración, en 1749, la Radcliffe Camera había funcionado como una biblioteca independiente.

El aumento de la colección hizo necesaria la construcción de un nuevo edificio a finales de la década de 1930. El recinto fue conocido como la New Bodleian (Bodleian Nueva). Este espacio fue renovado y abierto al público y usuarios este año bajo el nombre Weston Library (Biblioteca Weston).

La exposición que conmemora la inauguración, Mark of Genius, celebra la cultura escrita así como es un despliegue de textos imprescindibles para entender la historia de la humanidad. Sé que la afirmación anterior es contundente y a continuación abordaré algunos de los objetos expuestos para sustentarla. Antes vale la pena detenerse en la presentación de la exposición, en ella se explica que en tanto fuerza energética o creadora el genio está presente en, por ejemplo, la Divina Comedia. Esta última forma parte de la muestra, se trata de un manuscrito medieval, una versión incompleta e ilustrada del poema.

La presentación también refiere la noción de genio del poeta y ensayista inglés Alexander Pope, para quien el genio entendido como creatividad era una rareza entre los poetas. El manuscrito de An Essay on Criticism (Un ensayo sobre la crítica) del mismo Pope integra la exposición. Otra referencia para revelar la idea detrás de la exposición está en la Magna Carta, firmada entre el rey y los barones para regular las costumbres en 1215. De acuerdo con la presentación, la Magna Carta, en exhibición en Mark of Genius, expresa el genio nacional de la Gran Bretaña.

Estos y el resto de los textos que integran la exposición se pueden agrupar de varias maneras: por mapas y libros, por mapas, manuscritos y libros impresos, por orden cronológico o por tema. Me parece que seguir un criterio de índole más cercano al temático ofrece un panorama justo de la exhibición y sustentará mi afirmación acerca de su relevancia. Por un lado, están los textos religiosos como una copia miniatura del Bhagavagita, por su tamaño las enseñanzas de Krishna funcionaban como un amuleto y no como objeto de lectura, una copia del Corán, el manuscrito de una parte de Mishneh Torah (Repetición de la Ley), una clasificación de la literatura la ley judía elaborada por Moisés Maimónides, y la Biblia de Gutenberg, que testifica el logro artístico y tecnológico alcanzado con la imprenta. Entre los textos filosóficos encontramos Ciudad de Dios, de San Agustín, y Utopía de Tomás Moro. Aparte, merece ser mencionada la presencia del Código Mendoza por ser un recuento de la vida de los mexicas en los años inmediatos a la conquista española.

Por otro lado, entre los textos literarios que integran la exposición sobresalen la edición original de la primera parte de El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, Comedies, Histories & Tragedies (The First Folio) –Comedias, historias y tragedia (El primer folio)– la primera edición que recoge las obras de William Shakespeare, y páginas del borrador de Frankenstein de Mary Shelley.

Ahora bien, los textos científicos tienen también un lugar preeminente en Mark of Genius, algunos de los expuestos son Astronomia Nova (Nueva Astronomía), de Johannes Kepler, Siderius nuncius (El mensajero estrellado), de Galileo Galilei, De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de las esferas celestes), de Nicolás Copérnico, Philosophiae naturalis principia mathematica (Principios naturales de filosofía natural), de Issac Newton, un manuscrito de los Elementos de Euclides y De humani corporis fabrica (Sobre la estructura del cuerpo humano) de Andreas Vesalius.

Marks of Genius exalta el genio por ser una fuerza energética o creadora, por su capacidad analítica, resolutiva o inventiva. Esto es, por ser una excepción, al hacerlo aclama la singularidad por sí misma, como si todos los textos fueran resultado de ella con aparente independencia con el contexto de su producción. Esta omisión es chocante y me remitió al texto de Bourdieu. Desde la perspectiva del sociólogo cultural, la idea del artista equiparable con un dios creador no creado es imposible, porque su excepcionalidad es el resultado del habitus, esto es las condiciones sociales del artista y de su producción, y del lugar que ocupa dentro de un campo.

PARA ESTUDIAR LITERATURA (Y vivir para contarla)

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Estimado joven, querida señorita: si ya llegó usted a la edad en que escogerá alguna profesión, piénselo usted bien: si odia a sus padres y los quiere hundir en el oprobio, decídase por alguna carrera humanística. Es más, si en serio los aborrece, hágalos que se mesen los cabellos de desesperación diciéndoles que ha decidido estudiar letras –hispánicas, ibéricas, alemanas… es lo mismo–. En este caso (y tomando en cuenta que le desheredarán y lo expulsarán del nido paterno), necesitará usted de unos prácticos consejos para sobrevivir a su propia decisión:

1) Previo a arrojarse al vacío, piense si cuenta usted con otras habilidades para ganarse el pan en este mundo corporativo. Recuerde que si estudia usted una licenciatura, maestría o doctorado en literatura es altamente probable que acabe peleándose a dentelladas por unas clasesillas de redacción en cualquier universidad patito o por hacer la corrección de estilo de revistas de modas a una tarifa de cinco pesos la cuartilla. (Y si le va superbien, será coordinadora de alguna editorial independiente por la maravillosa cantidad de… diez mil pesos al mes). En tal caso, no dude en aprender a hacer barbacoa, coser uniformes escolares, arreglar mofles o cualquier otra actividad que le permita completar el chivo. El título siempre será un gran adorno en su changarro de tacos.
2) Recuerde: las humanidades se están extinguiendo. El mundo se mueve inexorablemente hacia el corporativismo y la tecnocracia y ni todas las marchas, tuits, desplegados y firmas en change.org del mundo serán capaces de detenerlo. Repítase lo anterior cada vez que se sienta importante por ser capaz de citar a Bajtin o a Foacault de memoria.
3) Si usted quiere estudiar literatura para escribir, olvídelo. Las cátedras de letras son la tumba del arte de la misma manera en que el matrimonio es la tumba del amor.
4) Si su sueño es ser teórico literario, es probable que se sienta como aquellos monjes medievales que escribían terribles diatribas contra el sexo, la mujer y el placer y que, sin embargo, jamás habían visto una vagina o unas chichis en su vida. Cómprese un hábito para ir a tono.
5) Si su sueño es ser crítico literario, no se sienta mal si de repente suena como la amiga gorda que critica los novios de sus sisters y que sigue virgen –y no por decisión–, a los treinta y cinco años.
6) Si aspira a convertirse en parte de la academia de alguna universidad –ya sea esta privada o pública–, le recomiendo que lea toda la obra de Shakespeare, que revise Maquiavelo a profundidad, que memorice a Sun Tzu, que estudie la biografía de los Borgia y que de paso repase Juego de Tronos. Le aseguro que requerirá todas sus habilidades de manipulación, lambisconería, chantaje, ataque velado –y directo–, zancadillas y política sucia para obtener esa placita de tres mil pesos al mes que tanto anhela.
7) Practique técnicas para mantenerse despierto. Mucha de su actividad se realizará en eternos e infumables coloquios/ simposios/ mesas redondas en donde se tocarán temas que serán un buen sustituto del Nembutal: desde alabanzas infinitas a autores desconocidos hasta discusiones de lingüistica que harán que la Summa Teológica de Santo Tomás parezca un libro de texto gratuito. Si no le es posible, vaya con un maestro yoqui a que le enseñe a dormir sin roncar y con los ojos abiertos. Le aseguro que lo necesitará.
7bis. Recuerde: hable, participe, opine, polemice (aunque diga pura pendejada). El silencio es enemigo del prestigio académico.
7bis2: Recuerde: entre más interesante sea el tema que usted trate, más asientos vacíos verá en el auditorio. Las masas no entienden el alcance de su genio.
7bis3: le será muy útil modificar su metabolismo para poder alimentarse de galletitas Surtido Rico y café DeCaf, que es lo que generalmente sirven en dichos eventos. Eso además mejorará su pecunio.
8) Si quiere ser aceptado en la maestría de alguna universidad, recuerde seguir los siguientes pasos: 1) Escoger algún escritor que nadie lea, 2) Buscar un tema que no le interese a nadie, 3) Construir un aparato crítico con teóricos que no se entiendan ni en su idioma original, y 4) Aderécelo con las palabras más mamalonas que encuentre en el diccionario de Retórica y Poética de su preferencia. Le aseguro que lo recibirán con mariachis.
9) Si quiere usted estudiar el doctorado, haga lo mismo que en el punto 8, pero agregue en la bibliografía algún libro de los miembros del cuerpo académico del postgrado al que intente entrar.
10) Por último, cuando alguien le señale que las humanidades están perdiendo vigencia porque no se han dado a la tarea de dialogar con la sociedad, póngase como loco: dé mordiscos al aire, escupa espuma sanguinolenta, aúlle mientras afirma que esas son patrañas neoliberales, que su tesis de doctorado sobre la semiótica hermenéutica de la poética mongola del siglo IX o la rima asonante en las canciones pastorales femeninas de Baviera occidental serán indispensables para iluminar el pensamiento occidental. Recuerde: las academias duras no bailan.

Con estos consejos, querido joven o jovena, sólo nos resta desearle suerte en su camino hacia el éxito, o por lo menos, hacia la supervivencia alimenticia.

SIN SEGUNDAS OPORTUNIDADES

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En el programa de radio del doctor Ernesto Lammoglia escuché hace años una máxima interesante: “El último recurso de un ojete es llorar”, lo decía para referirse a los chantajes manipuladores que los abusadores utilizan para evitar que los abandonen. En septiembre pasado en las revistas de chismes y en la barra de programas sobre el espectáculo, el rostro ensangrentado y deforme de Marisa Moreno, nieta de Mario Moreno “Cantinflas”, apareció en las televisiones nacionales e internacionales. Después de una brutal golpiza su cuerpo reporta doscientas fracturas, además de señales de estrangulamiento, el agresor fue su esposo, Alain Meder. Hace más de cinco meses una amiga querida fue golpeada en el rostro por su pareja; después de una fiesta viajaban de regreso a su casa en una camioneta que él conducía, una vez que la golpeó la dejó consciente a la vera del camino, y condujo a su domicilio con el hijo pequeño de ambos en el asiento trasero.

En abril de este año circuló la noticia del proyecto peruano No te mueras por mí que denuncia el aumento en ese país de la violencia contra las mujeres a manos de varones que suelen ser sus parejas; el libro electrónico se compone de veinticinco casos de mujeres que, tras sufrir abuso físico concluyen su relación de pareja, los agresores envían cartas o mensajes de arrepentimiento, suplicando la segunda oportunidad que parece ser parte del código del amor romántico en Occidente. Estas veinticinco mujeres acceden a retomar la relación y poco tiempo después sufren una golpiza que, en el caso de Raquel, culmina en su muerte, o bien a causa de los traumatismos abortan, sufren de coma, son hospitalizadas o mutiladas. No te mueras por mí enfatiza el poder cultural que tiene la minimización de las acciones violentas ejercidas por los varones en el marco de una relación amorosa. A este escueto libro pueden sumarse los dos casos referidos arriba, y es que a Marisa Moreno su esposo le suplicó que lo alojara una noche porque su contrato de arrendamiento había vencido, esa noche la dejó en un charco de sangre, la dio por muerta y se fue a un centro comercial para tener testigos de su ubicación. Mi amiga a pesar de que ahora ha concluido la relación amorosa con el padre de su hijo, depende económicamente de él; la madre de su agresor, su suegra, y su propia madre insisten en que una segunda oportunidad se le da a cualquiera, que él es el padre de su hijo, y él le ha dicho como argumento irrefutable “Ni te pegué tan fuerte”.

Estos hombres, los veintisiete, están enojados, furiosos, son hombres violentos. En muchas de las historias el móvil son los celos; a mi amiga su pareja le dijo que ella había provocado sus celos al coquetear con un tipo durante la fiesta, extrañamente el machín no arremetió contra el supuesto seductor en plena reunión, sino que esperó alevosamente a que estuvieran lejos, en un lugar oscuro, ahí decidió golpearla, no frente a su propia familia, ni frente a los amigos. El esposo de Marisa Moreno suplicó para que lo recibiera en su casa, fingió debilidad, pero él había acudido con el plan elaborado por su furia: ella había ya tramitado el divorcio que estaba por sentenciarse, la golpiza ha de calificarse como intento de homicidio, pues ella sólo sobrevivió porque él la dio por muerta.

A las mujeres nos programan para decir sí a los varones, y sobre todo a los varones con quienes sostenemos relaciones afectivas: atiéndelo; complácelo no te lo vayan a bajar; buscará afuera lo que no le den en su casa; él mantiene a los niños; bebe porque está triste, porque no le va bien; es que estaba estresado por eso te pegó; es que… Cualquier frase que inicie “Es que…” continúa como una excusa, tácitamente se justifica una conducta. Las mujeres somos programadas para hacernos cargo de las emociones y las consecuencias de las emociones de los varones con quienes nos relacionamos (la madre de una de mis ex parejas me decía “Desde que tú lo alimentas, mi hijo ha subido mucho de peso, cuídale la alimentación; X siempre ha tenido problemas de…”; uno más insistía en que yo debía cuidar su hipertensión a pesar de que era él quien consumía carnes rojas, sal en tantos alimentos fuera posible, y decidía ver futbol en lugar de practicarlo).

Hace poco en una publicación electrónica a propósito del acoso callejero –que para muchos es el resultado natural de la vestimenta femenina– leí un comentario que afirmaba que las mujeres éramos como niños malcriados, a quienes se les habían concedido todas las libertades posibles y que éramos insaciables en nuestras demandas… La imagen de niños malcriados me pareció sugerente para pensar a los hombres violentos, después de haber aceptado que alguien más debe hacerse cargo de sus necesidades, de los efectos de sus emociones, que deben ser vistos con devoción y admiración, ha de resultar muy frustrante que ese alguien renuncie, que ese alguien los deje solos a cargo de sí mismos, que ese alguien se niegue a cultivar su ego. La mayoría de los hombres que conozco que se separan o divorcian deciden volver a casa de sus padres sin ningún conflicto acerca de quiénes son y qué quieren, regresan a ser cuidados por sus mamás, y no salen de ahí si no es para vivir con una mujer que de nuevo se haga cargo de sus necesidades. Estos grandes bebés están enojados, están dando puñetazos y patadas a los cuerpos de aquellas a quienes culpan de sus propias miserias e incapacidades a sus parejas, y como niños ruegan y suplican una segunda oportunidad. Efectivamente, el último recurso de un ojete es llorar.

CRAWLING PUB: BEBIENDO HASTA LAS MANITAS

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Los pubs forman parte del imaginario que se activa cuando se piensa en Inglaterra, junto con el futbol, el té, Harry Potter, la lluvia, el Palacio de Buckingham, los Beatles, Shakespeare, el Big Ben, la reina Elizabeth II y James Bond. De acuerdo con The Oxford Dictionary,pub es la abreviación de public house (casa pública), se trata de un establecimiento donde se vende cerveza y otras bebidas, además de comida porque la bebedera no lo es todo.

De manera casi invariable, por su decoración un pub recuerda la estancia de una casa grande. Hay mesas y sillas pero también sillones, sofás y mesas de café; con independencia del tamaño, casi todos tienen chimenea con un espejo colgado por encima de ellas y, de ser posible, un jardín con bancas y mesas donde la gente puede beber y comer a la intemperie cuando el clima lo permite, principalmente durante el verano. Aparte de la cerveza, los pubs también ofrecen sidra (que es muy popular y no tienen nada que ver con lo que bebemos en Navidad en México), ginebra, vino blanco y tinto, whisky, vodka y varias otras bebidas espirituosas (como en cualquier bar) y bebidas sin alcohol, como té y café. Por otra parte, la comida de pub contempla varias posibilidades (siempre hay una opción vegetariana) y deja a todos satisfechos, en el menú se ofrecen hamburguesas, sopas, salchichas, fish and chips (pescado empanizado con papas a la francesa) y sándwiches, entre otros platillos, así como el tradicional asado de los domingos que es más bien un estofado.

La semejanza de un pub con la estancia de una casa no es casualidad; estos funcionan como el lugar de encuentro con los amigos, suplen el espacio que muchas casas y departamentos británicos no tienen por sus reducidas dimensiones, una herencia victoriana. Por eso, los pubs tienen un lugar central en la convivencia social, ahí la gente se reúne a platicar, ver eventos deportivos, ligar, jugar –dispensen la redundancia– juegos de mesa (sí, en esta época de videojuegos los ingleses, y más los alemanes, participan en juegos de mesa porque ofrecen una forma de convivencia inherente a su cultura, digamos un práctica que se explica en parte por un clima que no favorece actividades extramuros), pero sobre todo, la gente se reúne a consumir alcohol en el pub.

En todo el Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) y la República de Irlanda (que se independizó del Reino Unido en 1922) cada ciudad y pueblo tienen al menos un pub y entre más grande sea la ciudad o el pueblo más pubs existen. Tan sólo en el centro de Oxford existen un promedio de cuarenta pubs, algo así como un pub en cada esquina, cada uno con su propia personalidad: Cabe recordar que esta ciudad no es más grande que la Delegación Miguel Hidalgo del D. F.

La existencia de varias decenas de pubs permite realizar una práctica cultural conocida como pub crawling; se trata de beber en varios pubs en una sola noche, puede realizarlo una o más personas, aunque es más divertido en grupo. Un pub crawling se organiza por diversas razones: si una se muda necesita conocer los pubs del barrio; o se pueden explorar los pubs de una zona que no sea donde se reside; para celebrar un cumpleaños, una despedida de soltero o soltera, o por puro gusto de beber con los amigos y conocer gente nueva (último punto que evito porque me produce ansiedad).

La gente se cita en un pub, ahí toman el primer trago (o más) para después irse a otro pub donde se bebe otra vez, para luego irse hacia el tercero por otra ronda y así hasta que den las once de la noche, el barman suene la campana avisando que están por cerrar y se pida la última ronda. Suena divertido, ¿no? El problema es que nadie dice que el pub crawling es una actividad de alto riesgo, pues sin percibirlo se puede tener una mala noche y terminar terriblemente alcoholizada, o, como su nombre ya lo indica, alguien puede acabar gateando (crawling significa gateando), o sea hasta las manitas por ir bebiendo de pub en pub.

ENTRE HALLOWEEN Y TODOS SANTOS

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Para Snoopy, Halloween es la época más bonita del año. Para mí, la fiesta de Muertos es de las más siginificativas. Viviendo en Canadá veo con algo cercano a la preocupación que ni una ni otra recuerdan el sentido que las hizo arraigarse en la cultura anglosajona y en la mexicana, porque vivimos tiempos de cambio, regeneración y revaloración de las prácticas sociales. Estos procesos pueden tener una connotación positiva, sin embargo, no tenemos pistas de cómo se verán nuestras fiestas más preciadas cincuenta años adelante, o si existirán del todo.

La celebración del momento del año en que los espíritus del más allá pueden regresar a esta dimensión y convivir con los vivos está presente en varias culturas. Las formas varían y el Halloween, que los estadounidenses consideran tan suyo, es la variante de la fiesta celta del fin de año, marcada por el fin de la cosecha y el principio del invierno, vitales para los pueblos europeos en su lucha contra el clima. Por su parte, la costumbre de disfrazar a los niños y desfilar de casa en casa pidiendo Treat or Trick (dulce o travesura), se importó de Inglaterra. Es una derivación del conflicto entre protestantes y católicos en aquel país, donde los protestantes ganaron. Uno de los líderes católicos denunció a sus compañeros participantes en un intento de golpe de estado contra el rey Jaime. Fue torturado y finalmente ejecutado, no sin antes dar los nombres de las cabezas del movimiento, quienes a su vez fueron juzgados y condenados a muerte. Esto selló el destino de los católicos en aquel país y para recordárselos, cada año pandillas de protestantes se ocultaban detrás de máscaras y túnicas y tocaban a la puerta de los católicos del barrio exigiendo cerveza y comida a cambio de no destrozar la fachada de la casa. Esto sucedía los primeros días de noviembre. Con el tiempo, el terror a los vivos se fundió con las leyendas sobre los muertos y las dos tradiciones se unieron en la noche del 31 de octubre.

Nuestro día de muertos, prehispánico y católico gracias al sincretismo que da lugar a la cultura mexicana, ha tenido sus variaciones a lo largo de los siglos. De ser la época en la que se esperaba a los muertos con la ofrenda en casa (porque la mayoría de los familiares estaban sepultados bajo el piso mismo de la cocina, como se puede ver clarito en los dioramas del museo de antropología) se trasladó al panteón, al camposanto, después de la llegada de los españoles, con misas y otras prácticas religiosas sobre las lápidas, mientras los niños corrían entre las tumbas (sin faltar alguno que otro que caía en una fosa abierta, llevándose todos el susto de su vida). En la actualidad el día de muertos también incluye el treat or trick de los niños, los disfraces en todas las edades y las fiestas.

La tradición de Día de Muertos ha cambiado, a pesar de los defensores de las culturas puras y de la intensa campaña en favor de nuestras tradiciones, en contra del festejo de Halloween. Se levantan las voces en contra de la “apropiación cultural” que favorece el cliché y sobaja a las culturas originarias. Yo me pregunto si sabemos cuál es la tradición que estamos defendiendo: ¿la de antes de los españoles? ¿la que se generó con los católicos? ¿la de acordarse de los muertos, simple y llanamente?

Acá en Canadá son cada vez más los grupos de latinoamericanos que se organizan para montar una ofrenda, dedicarla a un personaje en particular que haya muerto en ese año, rodearlo de flores, calaveras de dulce, fruta. No son las mismas cosas que se pueden conseguir en México, no se puede adornar el altar con velas prendidas o varas de incienso, debido a las estrictas regulaciones anti incendios. Se leen poemas, se come, se bebe y nos vamos. Por la noche, muchas de las personas que acudieron a esa ceremonia visten su disfraz y salen como espectros, literalmente, a conquistar el Halloween.

En esta sociedad jacobina que encuentra en la religión la raíz de todos los males sociales, se acepta todo lo que huela a fiesta o celebración siempre y cuando se libere de todo resquicio de religiosidad. Cuando asistía a la universidad en PuebLondon tuve una discusión con una compañera canadiense. Ella es una fiel promotora de la celebración de día de muertos, le encanta la comida latinoamericana y disfruta las reuniones de familiares y amigos que realizamos los latinos a la menor provocación. En su promoción de la festividad en Canadá ella describía a los jóvenes canadienses de qué se trataba, qué se hace, cómo se festeja “allá abajo”, con énfasis muy marcado en que no era una fiesta religiosa. Cuando ella llegó a mi grupo haciendo esta descripción yo no pude menos que mencionar que, si bien no era la parte más importante de la festividad, no podíamos dejar de lado que, efectivamente, hay un componente religioso en ella. Esto dio lugar a que ella lo negara terminantemente: “No. No tiene NADA que ver con religión”. Alguien que conozca medianamente de cerca la sociedad mexicana sabe que el desarrollo de nuestra cultura está íntimamente ligado a ese sincretismo que nos hace medio españoles, medio indígenas y un poquito africanos. Lo que es inaceptable en Canadá es cualquier vínculo confesional en un afán de no insultar a los que no participan en él.

Surge entonces la pregunta: ¿qué es hoy el día de muertos dentro y fuera de México? No podemos negar que está cambiando, se aleja cada vez más de su origen ritual, se mezcla con festividades como Halloween. Yo no tengo memoria de que en los festejos de mi niñez la gente se pintara el rostro como calavera, por ejemplo. La remembranza de muertos solía tener un tono agridulce, el olor de la tierra removida del cementerio donde los vivos dedicaban un día entero a recordar, llorar o incluso hablar con sus seres queridos y ausentes. Era una práctica íntima que no salía del hogar y del panteón. Había un ritual que comenzaba días antes, con la compra de las flores, la limpieza de las tumbas, la preparación de la comida. Culminaba con la misa o el festejo de cualquier tipo en el lugar donde los muertos descansan.

No defiendo la práctica de lo religioso, pero me pregunto cómo será una sociedad libre de eso, como soñaba y cantaba John Lennon. Me cuestiono el origen de los rituales que le dieron identidad a los diferentes pueblos y no puedo dejar de ver que la mayoría tienen origen en la religión. La palabra viene de religare, en latín “volver a unir”. Lo que cada grupo de personas se junta a hacer, a recordar, a festejar y que se repite periódicamente, se vuelve sagrado. Entonces nace un rito que queremos repetir porque nos hace sentir unidos nuevamente, “religados”. Nos hace pertenecer a un lugar, a una comunidad, extraemos valor de ello (valor de valentía y valor de significado). Ahora mismo, con los rostros pintados como calavera de dulce y nuestras calabazas repujadas en la puerta, estamos generando rituales nuevos que todavía no terminan de cuajar. Cómo se verán “nuestras tradiciones” en el futuro depende mucho de qué queremos transmitir con nuestros jóvenes rituales hoy en día, y qué tan conscientes seamos de ello. Creo. Opino.

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