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PECULIAR E INTELECTUAL
Por: Martha Patricia Reveles

Vine a Oxford porque estoy de año sabático, un derecho laboral que sabe a privilegio. Vivo en esta ciudad porque mi esposo comenzó a trabajar en la Universidad de Oxford el año pasado, y aunque es una institución famosísima no es la única escuela de educación superior en la ciudad: la Universidad de Brookes tiene su sede aquí.

Oxford es la ciudad del poeta W. H. Auden, del novelista de las moscas, William Golding, del mundo feliz, Aldous Huxley, del filósofo empirista John Locke y de la santísima trinidad de la literatura fantástica, C.S. Lewis, Lewis Carroll y J. R. R. Tolkien. Es también la ciudad de una las bandas de rock alternativo más celebradas y protoemos, Radiohead. Oxford fue la inspiración para la Hogwarts School of Witchcraft and Wizardy (Escuela de Magia y Hechicería), de hecho en Christ Church College (parte de la Universidad de Oxford) se grabaron varias escenas de las siete películas de Harry Potter. En su dining room, por ejemplo, se filmaron las cenas de los magos del futuro.

Esta ciudad posee un aura intelectual que irradia más allá del Reino Unido, sólo equiparable a la de Cambridge o Harvard. Tan sólo en los últimos 113 años (porque los Nobel comenzaron a entregarse en 1901), su principal universidad ha producido 51 premios Nobel, repartidos entre las áreas de Economía, Física, Literatura, Medicina, Química y el de la Paz. De igual modo, en Oxford han vivido durante su etapa estudiantil la mayoría de los políticos que han sido primer ministros del Reino Unido, lista que incluye a la controvertida Margaret Thatcher (Maggie o la bruja, pa’los british).

Oxford se encuentra al noroeste de Londres, a una hora y media de camino si se viaja en uno de los camiones que conectan la capital política del Reino Unido con una de las principales capitales del conocimiento y la investigación en el mundo. Aunque posee una reputación colosal y en gran medida se lo debe a la universidad homónima, la ciudad exhibe una personalidad peculiar.

Oxford rebosa de parques y zonas boscosas intercaladas con zonas residenciales, instalaciones de alguna de las universidades y hasta oficinas y comercios. Hay dos parques cerca de mi departamento. Uno de ellos, Bury Knowle, está a una cuadra y media de distancia, es una gran extensión de pasto, árboles, una zona de juegos para niños, una biblioteca pública, tres canchas de tenis, un mini golfito y un circuito para correr. Uno de mis pasatiempos favoritos es ir a caminar al parque para ver a los niños jugando y a los perros corriendo, o viceversa.

El otro parque, South Park (nada que ver con la serie animada de MTV hasta donde sé), está a veinte minutos de caminata y el trayecto es una verdadera aventura. Para llegar a él puedo irme por un pasaje escondido, que atraviesa mi barrio de este a oeste. En su primera parte el pasaje es un callejón que pasa debajo de un puente muy bajo, luego, bordea los lindes de un hospital y una zona de departamentos, un escuela para niñas y los dormitorios de Brookes. Por último, se convierte en un sendero rodeado de plantas y árboles. Durante la caminata siempre experimento la inminencia del cruce con un conejo blanco, vestido de chaleco y saco con un reloj de bolsillo, que me rebasará corriendo, o que me encontraré con un par de hobbits que afablemente me saludarán.

Otro rasgo particular de Oxford es la multiculturalidad y el poliglotismo de sus habitantes. Si bien, la base de la población es anglosajona, anglicana y de habla inglesa, migrantes de todas las regiones del mundo constituyen un fuerte componente de la población. Por ejemplo, en mi barrio, Headington, existen cafés atendidos por polacos o barberías dirigidas por turcos; mientras que en el barrio aledaño, Cowley, hay una gran mezquita; y en el centro de la ciudad hay un local de burritos atendido por españoles. En mi barrio, como en el resto de la ciudad, es imposible andar por la calle o viajar en el transporte público sin escuchar conversaciones en otras lenguas, como chino o italiano. Hay días en que me sorprende la cantidad de hispanohablantes con los que me cruzo, principalmente españoles, chilenos o colombianos. Oxford es una pequeña gran Babel.

Las dos universidades, los parques y las zonas boscosas caben en 45.59 km2: Oxford es del tamaño de la Delegación Miguel Hidalgo del Distrito Federal. Se trata de una ciudad con 150 mil habitantes aproximadamente, es decir, más o menos 20 mil habitantes más que la Delegación Milpa Alta. Oxford es una ciudad pequeña, quizá demasiado pequeña para mí. Hasta hace unos meses mi vida siempre transcurrió entre Naucalpan y el D.F., pero lo cierto es que no me aburro.

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Martha Patricia Reveles cree que es una elfa con pies de hobbit. Aunque extraña a sus perros, las tortillas y el mango ataulfo, la presencia constante del sol y dar clases, puede prescindir del tráfico, la contaminación y la informalidad defeña. Estudió en la UNAM (¡goya!), ha publicado, ha traducido y come chocolate oscuro todos los días.

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