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EL ÚLTIMO COLETAZO DE JUVENTUD

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ntre noviembre de 2011 y diciembre de 2015, la presidenta Cristina Kircher decretó el “cepo cambiario”, una medida restrictiva para la compra de dólares debido a la fuga de capitales. Bajo este esquema, un dólar “oficial” valía siete pesos pero como ocurre cuando algo se prohíbe, el mercado negro ofrecía el doble, catorce pesos. Miles de personas viajaban a Uruguay para comprar dólares y luego los traían a Argentina para venderlos en el mercado negro. Ese es el contexto histórico y económico en que se desarrolla La uruguaya, novela de Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970). No piensen en una historia de política y sexo sino en una trama es más sencilla y mucho más eficaz: un escritor, Lucas Pereyra viaja a Uruguay a comprar dólares —un anticipo de derechos de autor de su nuevo libro— y aprovecha el viaje para encontrarse con una mujer, una uruguaya de nombre Magalí Guerra Zavala, a quien conoció durante uno de esos encuentros de escritores donde se bebe mucho. Desde luego, Lucas está casado y tiene un hijo, Maiko.

Creo que a los hombres nos sale bastante bien el estilo confesional, ¿no lo crees?
Sí, la novela es claramente una larga confesión a su mujer. No se sabe si realmente la está formulando, se la está diciendo, se está imaginando que confiesa o si la está escribiendo. No sé si es privativo de los hombres, las mujeres, al escribir pueden, tener un tono muy íntimo si quieren, más que los hombres a quienes nos cuenta más la intimidad más pudorosa. Intenté que Lucas Pereyra tuviera un tono muy íntimo, que sintieras que estás metido en su cabeza. En realidad la novela es la demora de tomar una decisión. Él decide escapar por un día pero vive en esa negación tan masculina de a ver ‘cuánto tiempo puedo estirar esto’, y me parece que intenta hacer una fuga que no le sale, una fuga erótica. Esa es su decisión: ir por su deseo.

Tú eres también guionista. ¿Qué tanto La uruguaya tiene rasgos de un guión en cuanto a la estructura de los tres actos?
Creo que tiene una matriz muy cinematográfica pero también es una matriz de las categorías aristotélicas de la tragedia: tiene que suceder en un día, en un lugar y a un personaje. Y La uruguaya sucede en un día, en Montevideo, y le sucede a un personaje. Esas categorías funcionan muy bien para la narrativa y por eso el cine las toma. Por supuesto no estoy diciendo que mi influencia sea Sófocles, sino que son categorías muy antiguas, y tengo mucha educación cinematográfica y televisiva, como cualquier persona que nació a partir de los setenta y que tiene, quizá, más horas de televisión que lecturas. Eso hace mucho mi estilo de escritura, soy bastante visual y quiero que la gente, de alguna forma, lo viva como una película. No pensé La uruguaya en término de actos pero sí de un personaje que termina transformado, eso sí lo pensé.

Cuando Lucas Pereyra confiesa a su mujer que por momentos siente que hubiera preferido no tener un hijo porque dice no tener energía para dedicarse a él y que no podrá darle lo mismo que a él sí le dieron sus padres, parece un retrato de quienes nacimos en la década de los setenta…
No me propongo retratar generaciones sino a un individuo, una persona en particular, y me doy cuenta que cuando voy muy a fondo con una persona termina siendo a veces generacional. Son cosas que están en un aire de la época, quizá nuestra relación con la paternidad sea distinta a la de nuestros padres, sentimos que sacrificamos más cosas, nos cuesta más, o tenemos unas adolescencias más largas, me parece. He visto que los cuarentones siguen medio de fiesta entonces creo que Lucas es un poco eso, está viviendo su última aventura, el último coletazo de su juventud”.

En ese sentido Lucas Pereyra es un personaje inconforme con su vida…
Me parece que lo peligroso a la hora de mostrar un personaje que está disconforme es que la disconformidad o la insatisfacción parece ser culpa de los otros. Lucas le echa la culpa al matrimonio, incluso a su hijo que le quita tiempo, y ese es el costado que me cae más antipático de mi personaje. Me costó trabajó escribir eso pero no coincido con él en ese sentido.

Además en La uruguaya aparecen los nuevos esquemas familiares que dentro de pocos años serán de los más normal y común entre nosotros…
Me interesaba que se le desarme la estantería a Lucas con respecto al modelo de familia. Estamos viviendo cambio de época, de paradigmas con respecto a las familias, ya no tanto el modelo de típico padre, madre y dos hijos, sino que ahora se habla de familias ensambladas, familias con dos padres del mismos sexo… estamos viviendo una entrada hacia otra cosa. Me interesaba mover la estructuras básicas de Lucas y que se replanteara las cosas.

A lo largo del libro usas un recurso: las enumeraciones. Había escuchado que no debe abusarse de ellas, pero creo que en las novelas no existen reglas ni leyes …
Tengo un personaje escritor que se puede permitir escribir de manera extraña, de golpe, si quiere se pone lírico, y esas enumeraciones tiene que ver con esos momentos en que el lenguaje de la novela explota, ya sea por broncas, enojo o borracheras; el lenguaje se expande, se vuelve arremolinado. Si la novela lo permite uno puede hacerlo, el asunto es que quede natural dentro del mismo estilo. La enumeración tiene que ver con la búsqueda de un sentido, girar entorno a un tema tiene que ver con la poesía, la narración es acción que avanza, como en el cine, digamos, y la poesía es un poco como la fotografía: girar entorno a una cosa, como si se detuviera el tiempo, y esas enumeraciones tienen que ver con este girar entorno a un instante, un momento, una idea, hasta agotarla como si fuera un movimiento centrífugo. Si quieres mostrar mucho un detalle, un gesto, una idea o una obsesión está bien usar una enumeración porque genera esa sensación de obsesión.

¿Cómo es la ciudad de Montevideo? En el libro Lucas parafrasea a Borges: “calles con luz de patio”…
Cerati toma ese verso de Borges y o usa en una canción en Bocanada. Montevideo es difícil de ver para un porteño, para un argentino, porque está teñida de una nostalgia de lo que pensamos que es Montevideo. Por eso me interesaba mucho que Lucas fuera con una idea de una Montevideo idealizada, hecha de canciones, de poemas de Borges, de fragmentos de una novela de Onetti, y se tope con una Montevideo más áspera. Montevideo es un lugar donde se cruzan muchos tiempos, tiene una cosa como vintage; están todas las épocas ahí sumadas, es un lugar por donde no parece haber pasado esa oleada glamorosa del capitalismo de las ultimas décadas, ese especie de glam capitalista, esa cosas del shopping. Montevideo tiene un tono medio sepia, y para el porteño todo el tiempo es un lugar familiar y extraño a la vez. Se parece a Buenos Aires pero es distinto. Esa familiaridad y extrañamiento me resultaba muy atractivo a nivel narrativo porque el extrañamiento es una manera de volver a mirar cosas que de tan cotidianas ya no las ves, como mirar algo a través de los ojos de un extraterrestre. Montevideo es una ciudad menos saturada de referencias emocionales. La ciudad donde te criaste o donde vives está muy saturada de referencias personajes y eso vuelve difícil mover a un personaje. En cambio, irte a otra ciudad como Montevideo me permite escribir más suelto sobre todo para la mirada de Lucas.

Ya no es fácil describir narrativamente la belleza de una mujer ¿Magalí Guerra Zavala es muy guapa, no?
Hay tantas Magalís Guerra Zavala como la lectores. ¿A ti te parece guapa?

Sí, mucho.

Me interesa sugerir una descripción y el lector se la imagina, doy apenas unos rasgos como de caricaturista. En un momento digo que tiene una nariz uruguaya, se intuye que es una mujer sensual, sexy, después cada quien la completa con su propia imaginación. Ese es el poder de la literatura: de alguna manera sugerí una Magalí que puedas inventar en tu cabeza y esa manipulación, de alguna forma, es una colaboración, eso es lo interesante de la literatura, es un trabajo conjunto, el producto final lo arma el lector, yo sugiero en un par de líneas algo que tú, en tu cabeza, asocias con un chica que te gusta, con una actriz, y armas algo en tu cabeza que sucede de la piel para adentro, eso es muy poderoso en la literatura a diferencia del cine.

¿Dónde viven las mujeres más guapas: en Argentina o en Uruguay?
En el Río de la Plata. Las mujeres latinas son hermosas, ya agrande más el círculo. Las mujeres más hermosas están en Latinoamérica.

Pedro Mairal, La uruguaya. Emecé, 2017.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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