Me dejó muy impresionado tal relato. A grandes rasgos trata del paciente recorrido milenario que realizan las mutaciones celulares que devendrán en un cáncer. Desde los pastores que vagaban alrededor del río Jordán hasta que Teresa, la protagonista, sintió la enfermedad gracias al masaje grosero que un amante inexperto ejerció sobre su pecho una noche de viernes. Comensal adereza este ambicioso trayecto con una bola de datos científicos,
Brillante.
Naturalmente lo agregué a Facebook y le escribí para presentarle mis respetos e invitarlo a una hipotética antología de cuento. Jorge, un caballero, me dijo que no. La razón: ese cuento formaría parte de una novela que en ese momento estaba preparando y que hoy mismo está, victoriosa, en las mesas de novedades editada por la emergente Antílope: Las mutaciones.
“Teresa y la primera errata” es el capítulo dos. Apenas el arranque de una historia que cruza los destinos de la susodicha, un hombre con cáncer en la lengua, su majadero perico, su familia
Un fragmento:
El galeno melancólico tiene la piel estéril y el corazón helado. El calor de los pacientes no lo aviva, pero a veces sí un cáncer fogoso, un tumor impresionante, un tigre solitario que despierta su instinto de cazador.
Con esa avidez, Jorge Comensal se arroja sobre el tema del cáncer, de la tragicomedia implícita en morir en este inicio de siglo. Le suplico al lector de este texto que memorice su nombre para futuras referencias.
Jorge Comensal, Las mutaciones, Ediciones Antílope, 2016.