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EL CÁNCER ES UNA ERRATA

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ntes de que en una mesa de fatuos empezáramos a decir que en México ya no hay buenos narradores, Alaíde Ventura Medina soltó un nombre que afortunadamente mi memoria preservó intacto. Jorge Comensal. Varios meses después me encontré un cuento suyo en la revista Casa del Tiempo de la UAM. El cuento se llama “Teresa y la primera errata”.

Me dejó muy impresionado tal relato. A grandes rasgos trata del paciente recorrido milenario que realizan las mutaciones celulares que devendrán en un cáncer. Desde los pastores que vagaban alrededor del río Jordán hasta que Teresa, la protagonista, sintió la enfermedad gracias al masaje grosero que un amante inexperto ejerció sobre su pecho una noche de viernes. Comensal adereza este ambicioso trayecto con una bola de datos científicos, humorísticos e históricos. El cuento me recordó a ese párrafo luminoso en Historia Universal de la infamia en el que Borges justifica la descomunal altura de Lincoln explicándonos la historia de los afroamericanos en el nuevo continente. Estamos hablando de cosas chichas. A Jorge Comensal en esas tres, cuatro páginas, no le estorban sus conocimientos e indagaciones, más bien los usa a su favor narrando desde una suerte de humor negro desenfadado: el cáncer es una errata. El cuento llega a una conclusión: es imbécil preguntarse “¿por qué a mí?” cuando se padece una enfermedad de estas características.

Brillante.

Naturalmente lo agregué a Facebook y le escribí para presentarle mis respetos e invitarlo a una hipotética antología de cuento. Jorge, un caballero, me dijo que no. La razón: ese cuento formaría parte de una novela que en ese momento estaba preparando y que hoy mismo está, victoriosa, en las mesas de novedades editada por la emergente Antílope: Las mutaciones.

“Teresa y la primera errata” es el capítulo dos. Apenas el arranque de una historia que cruza los destinos de la susodicha, un hombre con cáncer en la lengua, su majadero perico, su familia triste, un hipocondriaco obsesivo de la higiene y un oncólogo que se ha hecho millonario a costa de la temida enfermedad. Cada frase en este libro está cuidada con dulzura y vértigo de trapecista. La prosa esmerilada de Comensal brilla y fluye: dejándonos encandilados y calados. No es una exageración: estamos frente a un poderoso autor cuya primera novela podría ser la cuarta. O la tercera. O la quinta.

Un fragmento:

El galeno melancólico tiene la piel estéril y el corazón helado. El calor de los pacientes no lo aviva, pero a veces sí un cáncer fogoso, un tumor impresionante, un tigre solitario que despierta su instinto de cazador.

Con esa avidez, Jorge Comensal se arroja sobre el tema del cáncer, de la tragicomedia implícita en morir en este inicio de siglo. Le suplico al lector de este texto que memorice su nombre para futuras referencias.

Jorge Comensal, Las mutaciones, Ediciones Antílope, 2016.

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