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DOS NOVELAS ARGENMEX

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n la década de los ochenta, miles de argentinos llegaron a México huyendo de la dictadura que los asolaba. Como en otras migraciones que han llegado a este país, muchos de quienes llegaron pertenecían a la resistencia en contra de los gorilas que habían tomado el poder.

Parte de esa migración trajo consigo a guerrilleros y periodistas que hicieron de México su patria. Algunos de ellos comenzaron a dedicarse a la escritura de ficción y, en específico, al género criminal, policiaco o negro.

Es el caso de los “argenmex”, como se les conoce desde por lo menos los años noventa: Rolo Diez y Myriam Laurini.

Rolo Diez, con más de diez novelas publicadas del género y ganador de varios premios internacionales es, además el director de la colección Parabellum, antes Código negro, de la Editorial Resistencia.

La colección Parabellum acaba de publicar Matamujeres del propio Rolo Diez, primera edición en español; y Qué raro que me llamen Guadalupe, de Myriam Laurini, que ya había sido editada hace algunos años.

Qué raro que me llamen Guadalupe, de Myriam Laurini, es novela negra, sin mayores adjetivos. La historia transcurre en la Ciudad de México. En un hotel, El Universo, en el que viven prostitutas y son explotadas niñas. No hay detectives privados. No hay policías buenos y sí unos cuantos malos, personajes secundarios. No hay narco balaceras ni grandes capos. No hay romanticismo ni esperanza. Lo que hay son mujeres víctimas de la trata de personas. Tratantes de mujeres, prostitutas que se resignaron a su destino porque nunca supieron hacer otra cosa y ya no les queda mucho por hacer. Y niñas que no deberían estar ahí pero lo están en su contra. Y está Guadalupe, que no es Guadalupe, sino Bere, la Ber, la hija de una prostituta y de su padrote, un padrotillo menor, el Puroloco, con aspiraciones mayores.

La novela, escrita en dos vías, va planteando por un lado el punto de vista de la Bere sobre el asesinato de su hijo de tres meses. Y por otro lado, narra el punto de vista del padrote, sus sueños de grandeza, sus inicios en el “negocio” de la trata y la prostitución.

Sin miramientos ni florituras, la prosa de Laurini se deja leer con agilidad. Avanza y va descubriendo y quitando el velo de inocencia que pueda llegar a tener el lector. Al final, Laurini muestra un mundo repugnante, pero no por ello menos real, aunque se trate de una novela.

En Matamujeres Rolo Diez continúa la saga de Carlos Hernández, policía asignado al área de Relaciones Operativas (RO), quien ha aparecido ya en la novelas Mato y voy y La vida que me doy.

Hernández debe descubrir al o los asesinos de la anciana Eduviges Buenrostro, tía del diputado federal Gustavo Organza, en una madeja que lleva hasta los asesinos de mujeres en Ciudad Juárez y al cártel de la droga del mismo nombre. Hernández, además, debe proteger a Mercedes y Mónica, únicas familiares del diputado, herederos todos de la fallecida Eduviges.

Matamujeres sobresale por sus personajes: Carlos Hernández es un policía trígamo, que no desperdiciará oportunidad, si la tiene, de aventarse otra canita al aire. El Quasimodo es el encargado del archivo criminal más completo de México. Bala de Plata, el officeboy con el diente más fino cuando de comer se trata y eficiente cuando se le asignan tareas. El Cománder, el jefe de todos, es bueno para colgarse las estrellitas por lo que sus subalternos han hecho y sabe muy bien cómo organizar conferencias de prensa y tratar a los medios. Ellos componen un cuarteto que, excepción hecha del Cománder, saben tocar cada uno su instrumento y conocen su lugar en la orquesta, por lo que esta novela policiaca y criminal deviene, en ciertos pasajes, en una novela de aventuras, con personajes buenos para la camaradería y que, en muchas ocasiones, arrancará la sonrisa, la risa y la carcajada del lector por sus situaciones hilarantes y un tanto chuscas, todo al “estilo Hernández”, como en las partes en que extorsionan a una funcionaria de gobierno por andar de adúltera.

Rolo Diez continúa con el colmillo afilado, con una novela que se desarrolla de manera vertiginosa en una Ciudad de México siempre caótica, con personajes entrañables y una historia que, justo por estos días, se multiplica en muchos estados del país.

Así, Qué raro que me llame Guadalupe y Matamujeres se suman a las novelas ya publicadas por Parabellum: Un hombre de ley, de Roberto Bardini y Que en vez de infierno encuentres gloria, de Lorenzo Lunar, de editorial Resistencia, premiada por dos años consecutivos con el Premio de Novela LIPP.

Dos novelas policiacas y criminales de una colección que, además de ediciones de bolsillo, son de precios muy accesibles para el lector.

Rolo Diez, Matamujeres; Qué raro que me llame Guadalupe, Myriam Laurini, Editorial Resistencia, 2017.

 

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