SOY SUPERVIVIENTE

La historia que voy a contarles empezó hace algunos años y, para bien o para mal, aún no ha terminado. Han sido cuatro años de vivir en el mundo del cáncer, esa palabra que a muchos les causa terror con solo escucharla, pero que a mí me ha traído además de momentos tormentosos, anécdotas inolvidables, grandes aprendizajes y muchos amigos.
Todo comenzó así:

Julio, 2010.
Los últimos meses no han sido los mejores. Atravieso por una época complicada laboralmente hablando: decidí salir de la zona de confort de un trabajo bien pagado cuyas actividades no representaban ningún reto ni aliciente para mí y, después de eso, no he encontrado algo en lo que me sienta verdaderamente bien. Quiero volver a escribir, pero no sé si llegará de nuevo una oportunidad. Por si fuera poco, la bolita que siento desde hace algunos meses en mi seno derecho se siente dura y creo que está creciendo. No quiero pensar mal, soy joven y espero no tener nada de qué preocuparme.

Hace algunos días saqué una cita con el ginecólogo de mi hermana para que me revise, hay veces en que me punza el seno, siento como un calambre, y ardor y calor en la zona.
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Cancelé la cita con el doctor. Sé que todo va a estar bien… Bueno, la verdad, no quiero ir para escuchar algo malo, no me gustan las malas noticias. Tal vez en un par de días ya no sienta esa bola o vuelva a estar blandita como hace unos meses.
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Voy a terminar este mes muy bien: llegó una propuesta para ser editora de una revista de mujeres. Aunque la publicación es pequeña y no tengo gran experiencia en esa miscelánea de temas, sé que voy a hacerlo muy bien porque lo mío es escribir y soy una persona de retos. El escenario va mejorando, de lo demás ya no me preocupo: sé que voy a estar bien.

Agosto, 2010.
El día 2 comencé mi labor como editora en la revista, estoy muy contenta por esta nueva etapa. No ha sido pesado, fluyo como el agua pero aún así me siento agotada. Mi hermano dice que mis ojeras son preocupantes, mi piel se ve marchita y mi cabello opaco. El otro día un amigo con el que alguna vez tuve onda me llamó para que le ayudara a poner voz a algunos spots de radio, pero le dije que no podía, me sentía muy cansada.

Hace unos minutos sonó el teléfono. Era mi hermano, muy triste. Le avisaron que su jefa de muchos años, con quien además tenía una gran relación de amistad, falleció víctima de una metástasis derivada de cáncer de mama. Yo no la traté mucho, pero las veces que la vi hice mucha química con ella. Si mal no recuerdo, la última vez que coincidimos fue en diciembre del año pasado cuando acompañé a mi hermano a hacer algunos trámites de trabajo. La noté distinta, ya no tenía el brillo en la mirada ni las carcajadas altamente sonoras que siempre la caracterizaron. No puedo dejar de pensar en la bolita de mi seno derecho, creo en las señales y no sé si esta lo sea.

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