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LOS VERDADEROS REYES MAGOS ANDAN EN BICICLETA

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NO. Joaquín fue el primer bicimensajero que conocí en mi vida, más allá de la película Quicksilver (Thomas Michael Donnelly, 1986). Lo conocí en 2011, durante la premiación de una carrera alleycat que terminó a altas horas de la madrugada, en una épica borrachera, dentro de una vecindad del Centro Histórico de la Ciudad de México. Ese tipo de competencias clandestinas las organiza un círculo de amantes al pedal. Consiguen patrocinios y compiten por el mundo: en el Monster track de Nueva York; el Red hook criterium de España, Inglaterra, Italia y Estados Unidos; en Cielos infernales de Bogotá y Ciudad de México; o en La Nueva Vuelta Antigua, la primera competencia por etapas que se realizó en México, usando una bicicleta de pista.

Lo primero que supe de Joaquín, quien es originario de Cádiz, España, es que vive y sueña para ese gran invento de Karl Drais, el cual data de 1817: la bicicleta. Aquel año que me encontré a este veterano bicimensajero de casi 50 años de edad, es que recién había llegado a la Ciudad de México, tras cruzar, junto a otros mensajeros de distintas partes del planeta, Estados Unidos, de costa a costa, gracias a un proyecto-documental.

Las historias de Joaquín, para aquel entonces, inspiraron a gran parte de la comunidad de ciclistas urbanos, mayormente a quienes pedaleaban una fixed gear y se identificaban con la libertad e irreverencia que concede una bicicleta sin frenos. Y como parte de lo que yo viví en ese tiempo dentro de las carreras de ciclismo urbano, hizo que muchos nos preguntáramos cómo era la vida de un bicimensajero.

Meses después conocí a algunos chicos que tenían un par de años desempeñando este noble trabajo por la CDMX. Joaquín no tardó en unirse a ellos. Comenzó a recoger y entregar distintas cosas por esta ciudad esquizofrénica. Su trayectoria y la energía que ha adquirido arriba de su vehículo, su medio de transporte por más de quince años, lo ha llevado a vivir en Londres o París, por lo que contagió a muchas personas que comenzaron a adoptar la bicimensajería como un estilo de vida. Años después, y junto a su amigo sudafricano, Safa, creó su propia compañía: TIG.

Hace unas semanas Joaquín, junto al demás equipo de TIG, organizó el alleycat de Los verdaderos Reyes Magos andan en bicicleta. Me encontré con él por las calles de la ciudad y me platicó sobre los motivos de la carrera. También me enteré que estuvo viviendo durante un tiempo en un hostal de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde intentó desempeñar su trabajo de mensajero. Sin embargo no tenía clientes y decidió regresar a la Ciudad de México, no sin antes montar un taller de bicicletas en una parte del hostal, para en algún momento terminar recogiendo bicicletas completamente oxidadas, tiradas en los basureros, las cuales les dedicó tiempo y así repararlas antes de irse de ahí.

«Al primero niño de esa comunidad que le di una bicicleta fue a Eddie, mi pequeño amigo de 7 años. Se la di el Día de los Reyes Magos», recordó Joaquín.

 

DOS. Bajo esas memorias de Joaquín al sur del país se cimentó parte del alleycat de Los verdaderos Reyes Magos andan en bicicleta, realizado el sábado 7 de enero de 2017 en la Ciudad de México. La finalidad del evento fue divertirse y recolectar juguetes, ropa y alimentos para el orfanato Hogares Providencia i.a.p., ubicado en la calle Católica 745 de la colonia Álamos, Delegación Benito Juárez.

«La carrera igualmente surge para hacer comunidad entre las distintas compañías de bicimensajería que existen en la ciudad», explicó Joaquín. «El propósito es realizarlo anualmente, atrayendo a patrocinadores y más gente interesada en correr y colaborar».

En Estados Unidos existe una labor similar conocida como Cranksgiving! Consiste en competir, recolectar alimentos –con alrededor de quince a veinte dólares por participante– y repartir la comida a familias necesitadas y vagos durante la semana de Acción de Gracias (Thanksgiving).

Este proyecto nació en Nueva York el año de 1999 gracias al bicimensajero de esa ciudad, Ken Stanek. Hoy en día el evento se realiza en más de sesenta ciudades del país vecino, Australia, Canadá, Londres, entre otras naciones que se han ido sumando; contando con la participación de personajes populares de la bicimensajería como Alfred Bobé Jr., Austin Horse, Greg Ugalde, Felipe; sumando a todas las familias que salen a tomar las calles en dos ruedas.

Cranksgiving! fue un evento del cual también me habló Joaquín el día que me lo encontré por las calles y lo usó como ejemplo para hacer algo parecido en México, utilizando de estandartes a Melchor, Gaspar y Baltasar, en un día demasiado esperado para cualquier niño o niña.

TIG, Cronos, Ronín y En-Rila son las compañías de bicimensajería que iniciaron esta labor, buscando que su trabajo sea visto de manera formal. En el presente la comunidad de mensajeros en la Ciudad de México ha crecido bastante a raíz de la competencia más importante que se viene organizando desde 1993, el Cycle Messenger World Championship (cmwc), el cual se realizó por primera vez en la CDMX en 2014. Así los mensajeros se han dado a la tarea de estandarizar los costos de sus servicios, sin abaratarlos y con la finalidad de crecer como una fuerte comunidad.

 

TRES. El sábado 7 de enero, pasadas las cinco de la tarde, el parque Jardín Pushkin de la colonia Roma fue el punto de encuentro para dar inicio al alleycat de Los verdaderos Reyes Magos andan en bicicleta. Joaquín, desde dos horas antes, junto a algunos voluntarios esperó a que llegaran los ciclistas urbanos para inscribirse y donar algún juguete, ropa o alimentos. La cuota fue de 50 pesos. Ese dinero se utilizó para comprar diferentes cosas durante el transcurso de la carrera. La donación del juguete y la ropa tenían que ser nuevos o usados pero en buen estado.

Entre los treinta y cinco competidores sobresalían bicimensajeros que han tenido la oportunidad de correr en el extranjero: Ximena “Plumas” Ruiz, quien trabaja para TIG y acudió en 2016 al cmwc de París; Carlos “Pinocho” Gómez, miembro de Terremoto Crew y mensajero independiente, que asistió a la edición número quince del Monster track de Nueva York, en 2014; junto a demás ciclistas urbanos que se han ido sumando y haciendo realidad una escena de bicimensajería mexicana

El alleycat de Los verdaderos Reyes Magos andan en bicicleta únicamente lo terminaron cinco mujeres y veintiún hombres. Momentos antes de dar inicio a la competencia se dieron a conocer los tres distintos manifiestos (lugares a donde se tenía que pedalear). Eran los mismos checkpoints, los mismos puntos a donde ir; pero lo principal de este tipo de carreras es conocer la ciudad, los atajos, las avenidas y calles; para llegar de un punto a otro en el menor tiempo posible, en un día normal y caótico, como lo suelen ser en la Ciudad de México, tan sólo para tener un ganador.

Los checkpoints, las distintas tiendas de abarrotes y misceláneas de la CDMX fueron:

  1. La Barra (calle Progreso esquina con Prosperidad, colonia Escandón).
  2. La Blanca (calle Emilio Castelar, entre Goldsmith y Enrique Ibsen, colonia Polanco).
  3. Don Mario (Plaza Necaxa, esquina Río Panuco y Río Sena, colonia Cuauhtémoc).
  4. Abarrotes Karen (calle Camelia 24, colonia Guerrero).
  5. Miscelánea La Romita (Plaza Romita, colonia Roma).

 

En todos esos lugares se tenía que comprar –con los cincuenta pesos o más, dependiendo el dinero que los competidores quisieran aportar– arroz, frijol, aceite, atún, detergentes, pastas, latas de verduras, puré de tomate, sal, gelatina, azúcar, papel higiénico, servilletas o leche. También había que acudir al taller-oficina de Ronín, ubicado en la esquina de Monterrey y Yucatán, colonia Roma, donde la dinámica consistió en quitarse un zapato, dejarlo en un pequeño árbol de navidad, cruzar la calle (corriendo), hacer una carta a los Reyes Magos y regresar por la bicicleta. Y posterior a eso, como penúltimo checkpoint, se tenía que encontrar a un Rey Mago (Tyreck, mensajero de TIG) caminando por la Alameda Central, a quien se le entregaba la carta escrita. La meta final fue la tienda de bicicletas Above Cycles que está en Chilpancingo 129, colonia Roma Sur.

Los ganadores fueron Plumas (categoría femenil) y Manu “Tortas” Brío (categoría varonil). Algo que me sorprendió demasiado, después de no asistir por un largo periodo a algún alleycat, fueron los tiempos que se realizan ahora: Plumas cumplió todos los checkpoints en una hora con treinta minutos; mientras que Tortas hizo una hora con diez, utilizando el GPS de los smartphones, indispensables para laborar como bicimensajero.

Desde la previa a la carrera, y hasta el momento final de la premiación, donde incluso se galardonó a la mejor y original carta escrita a los Reyes Magos, hubo un ambiente de camaradería.

Para los ciclistas urbanos y bicimensajeros no existe nada mejor que sentirse libres arriba de un par de ruedas. Más aún cuando saben que harán feliz a alguien desconocido, a alguien que quizá jamás ha experimentado lo que se siente pedalear una bici. La vida nos trata diferente a cada quien. Las circunstancias son distintas y algunas veces Melchor, Gaspar y Baltasar ni siquiera son una fantasía.

 

CUATRO. La semana siguiente del alleycat de Los verdaderos Reyes Magos andan en bicicleta, del lunes 9 de enero al sábado 14 el equipo de TIG estuvo recibiendo más donaciones en su oficina ubicada en la calle Liverpool 9 de la colonia Juárez. Este lugar es el taller de la tienda de bicicletas Be Spoke Cyclery, donde Joaquín también se desempeña como mecánico.

A raíz de las fotos que tomaron Gis y A Dos Nalgas, en las que quedó claramente plasmada la labor que se hizo, en el evento de Facebook hubo una gran respuesta: distintas personas que gustan del ciclismo y mensajeros de otras compañías acudieron a dejar carritos Hot Wheels, trompos, bolsas de arroz y frijol, prendas de vestir, entre otras cosas.

Después de la colecta, el sábado 14 de enero, alrededor del mediodía, partió un pequeño convoy de nueve ciclistas urbanos rumbo a Hogares Providencia i.a.p. Entre todos nos dividimos –ahí estuve llenando mi mochila con todo lo que fuera posible– cerca de doscientos juguetes, más las cajas de cartón atestadas de todas las donaciones.

La meta era llegar a sorprender a los infantes que habitan Hogares Providencia i.a.p., casa hogar fundada en 1979 por el Padre barcelonés Alejandro García Duran de Lara (1935-1999), mejor conocido como el Padre Chinchachoma.

Durante 40 años se han dedicado a apoyar a más de 8 mil niños y niñas en situación de calle. Igualmente están apuntalando hacía jóvenes-mamás que sobreviven en las arterias de la metrópoli. Se les procura fortalecer con control de adicciones, apoyo espiritual y psicológico. De igual forma se les da educación y distintas capacidades técnicas para laborar, buscando que en un futuro puedan desarrollarse por sí mismas, saliendo adelante con sus hijos.

Cuando pedaleábamos por las colonias Juárez y Roma, hasta tomar la Avenida Cuauhtémoc con dirección al sur, cruzar la plaza comercial Parque Delta, girar a la izquierda y encontrar la colonia Álamos más allá del Eje Central, como coincidencia alguien comentó que se estaban utilizando tres bicicletas de carga, las cuales se asemejaban al elefante, camello y caballo de los Reyes Magos. No obstante, y para una ocasión tan especial, en lugar de los tres animales, se trataba del lagarto de aluminio de TIG, la naranja mecánica de Ronín, y un nuevo monstruo plateado de esa misma bicimensajería.

Era inevitable llamar la atención de los transeúntes. Las personas que caminaban por las banquetas volteaban a vernos. Admiraban la forma en que traíamos sujetas a las bicis y mochilas todo lo recolectado. Resaltaban las pelotas de colores fosforescentes, las cajas colocadas de manera perfecta en las parrillas que soportan hasta 200 kilos. Algunos transportaban ula-ulas apretados a sus mochilas con cámaras de llanta para bicicletas. Otros cargaban en sus espaldas peluches de Los Minions, y hasta un Dino de Los Picapiedra tamaño gigante.

Los automovilistas jamás se molestaron con nosotros, aun cuando íbamos pedaleando de manera lenta por el carril central de Cuauhtémoc. En cambio, se ponían a los costados y preguntaban a dónde nos dirigíamos. Fue la primera vez que sentí que los ciclistas no éramos vistos como un estorbo.

 

CINCO. La experiencia fue inolvidable. Arribar a Hogares Providencia i.a.p. en inmensas bicicletas, y con cientos de juguetes ocasionó un extenso «Wooow!», como si ese momento hubiera estado planeado. Después se escucharon aplausos y gritos de felicidad. Todos sonreían.

No teníamos nada planeado. Lo principal era que los niños y niñas tuvieran algo con que jugar, algo para comer y vestir. Pero en esos momentos, entre Joaquín y Tyreck de TIG surgió la idea de presentarse ante la casa hogar, y junto a las otras mensajerías, como el Colectivo de Bicimensajeros en México. “El Chabocho”, quien corrió el alleycat de Los verdaderos Reyes Magos andan en bicicleta junto a Fabs en una bicicleta tándem improvisó: se paró frente a todos los pequeños y dijo que Melchor, Gaspar y Baltasar habían ocupado del servicio de algunos bicimensajeros para llevarles juguetes, ya que aún tenían bastante trabajo. Después les explicó cuál era la labor de un bicimensajero, qué cosas suelen llevar y cómo es el trabajo que desempeñan. Todos los pequeños tenían cara de incertidumbre, de no entender nada. Era normal. Jamás habían tenido ante sus ojos a unos cuantos locos y locas que no contaminan, trabajan todos los días de la semana, y que lo único que estaban realizando era ser tomados en cuenta.

Se organizaron filas como en la escuela: del más pequeño al más alto. Había Avengers, Barbies, peluches, camiones de construcción, etcétera. La ropa y los alimentos se separaron, se entregaron con los encargados. Llamó la atención que, al animar a algunos niños con el juguete de moda (los Avengers) preferían tomar los más sencillos (carritos, trompos, luchadores). En cambio, una pequeña de un momento a otro sorprendió a todos y tomó un Iron Man; la gran mayoría de las niñas se amontonaban en los peluches y muñecas.

La infancia tomó el control del patio. Hicieron lo que quisieron. Varios pequeños se volvían a formar o llegaban por los costados para meterse en las bolsas de sus pantalones más juguetes. Conforme pasaba el tiempo se escuchaban más y más carcajadas de alegría. Algunos niños te tomaban de las manos, querían que jugaras con ellos, ya fuera con dulzura o aventándote la pelota a la cara; como pidiendo toda la atención que nunca han tenido. Pao, Gis, Fabs y Areli les enseñaron a jugar a las niñas al ula-ula. Tyreck, Joaquín, Omar, El Chabocho, Arturo y yo, en cambio, les colocábamos sus herramientas de construcción a los niños.

Se había cumplido la meta. La velocidad, agilidad y esa pasión de los bicimensajeros y ciclistas urbanos que corrieron el alleycat de Los verdaderos Reyes Magos andan en bicicleta surtió efecto. Era inevitable ponerte a pensar en cuando eras niño, esperando a que llegara el día más feliz y esperado de toda la infancia: el 6 de enero. No obstante, el recuerdo se apagaba de inmediato al imaginar cómo había sido esa fecha de todos los los habitantes de Hogares Providencia i.a.p., antes de tener un techo, un lugar donde vivir, comer y crecer.

Dos horas después nos despedimos. Y en algún momento inesperado, uno de los niños más pequeños y contentos se aferraba al lagarto de TIG. Sus ojos decían que se quería ir con nosotros, que se quería convertir en un bicimensajero más de la Ciudad de México, tal vez pensando que sí, los verdaderos Reyes Magos andan en bicicleta.

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