KONKRETO GYM

Los dos muchachos están arriba del ring a la espera del encuentro. Ya aguantaron año y medio y eso, de acuerdo con los especialistas, es indicio de que están preparados para iniciar el periplo que los llevará a la gloria, o en menos de dos caídas directo a la lona.

Este movimiento que vamos a practicar hoy, chavos, se llama Aguamala”, advierte la voz grave pero juvenil de un instructor, cuyo rostro se resguarda tras las telas verdes y amarillas de su máscara, a la que adora tanto como a su padre, Fishman.

En el centro de uno de los barrios más antiguos de la ciudad, el de La Merced, se erige un edificio más bien moderno, que desde las escaleras advierte la existencia del Konkreto Gym, uno de los paraísos terrenales en el que conviven los dioses, semidioses y los mortales. En este lugar de Plaza Santo Tomás se dan cita personalidades como Fuerza Guerrera, Pirata Morgan, Hombre Bala, Lady Apache, entre otros nombres bien institucionalizados sobre la lona. Además de prepararse aquí de manera física para sus batallas, entrenan a los que, como ellos, algún día tuvieron esa ilusión de tener la personalidad encubierta por un halo de misterio que cautiva, apasiona y enamora a los seguidores del pancracio. Las paredes son blancas y contrastan con el azul marino del ring principal, mismo que amenaza con romperse cada vez que uno de los cuerpos pesados, fuertes y preparados, caen de manera casi artística sobre él, “pues tienen que saber cómo caer, es uno de los principios de la lucha libre”, da cátedra el maestro Fuerza Guerrera a sus jóvenes pupilos.

Salir y entrar es una actividad frecuente, los horarios son tan flexibles que la gente puede estar aquí incluso como observadores, cuenta Rubén Manrique, desde su oficina, donde atiende los pendientes propios de dueño. Miguel entra por una puerta de lámina. Lo recibe como siempre el ring azul, con sus constantes crujidos por el peso de sus contendientes; mira de reojo hacia los que ahí se azotan y camina hacia la vitrina que tiene una virgen, en la pared lateral del cuadrilátero. Su mano izquierda recibe la maleta que cargaba la derecha, pues se va a persignar, antes de vendarse las manos, como desde hace un año y seis meses lo hace luego de su horario de trabajo en el mercado.
Trabajo en una cremería, en el mercado. Salgo a las seis y me paso acá, donde practico de ocho a diez de la noche y ya después me voy a mi casa”, comenta el joven de veintiocho años, alto, moreno, de barba y cabello negro.

“A ver señoritas, no se rasguñen que esto es lucha, no pelea en el mercado, ¡chingao!”, se oye la voz de Pirata Morgan, quien se encuentra recargado en una de las cuerdas, con su vestimenta negra; con un Kleenex se limpia el sudor de entre las cicatrices que tiene en su frente. Frente al majestuoso ring azul, que sigue sin romperse, hay unas delgadas escaleras de lámina, que dirigen al otro piso del gimnasio. Este es el sitio de las pesas y las máquinas de ejercicio común, sin embargo ahí la lucha no se puede desdeñar, por lo que hay otro ring, pero éste es rojo.

“Admiro a Rey Misterio, el mismo maestro Fuerza Guerrera, al Mosco de La Merced. No sé si quiero ser como ellos porque es mucha responsabilidad, por el momento sólo quiero venir a practicar lucha, es mi pasatiempo, a lo mejor en lo que consigo novia”, aclara Miguel, quien ya está a punto de subir a su rutina.

De fondo Sympathy for the devil se percibe sólo de vez en cuando, pues por lo regular los azotes propinados por Rodolfo a su contrincante de mayor altura y masa muscular, interrumpen la canción. El “grandote” se repone y ahora es el turno de Rodolfo de caer, acto seguido ambos practicantes se alejan de sí para ir a las cuerdas, se impulsan con ellas para acercarse; es la oportunidad que cada uno tiene para soltar un golpe, menor pero certero. “Grandote” recibe uno en el estómago, mientras que Rodolfo en el hombro, la fricción hace que se alejen de nuevo a las cuerdas, esta vez para impulsarse con mayor fuerza. Repiten la operación y esta vez uno de los dos cae, es Rodolfo, quien ya espera el impacto encima de su rival, quien como cae se levanta y hace una suerte de llave que no es precisamente eso, por la expresión de Pirata Morgan.

“A ver, cabrón, no me hagas repelar; ¿qué es eso?, en lo que te preparas para la llave, este maestro te gana, le das tiempo de levantarse, tienes que evitarlo, recuérdalo. ¡Otra vez!”, y tras la indicación del maestro vuelven a sus posiciones.

“Mi ilusión al venir aquí es que me distraigo de los problemas que pueda tener, en el trabajo, la familia, hasta con los amores, cuando los hay. Además esto hizo que poquito a poco dejara de tomar… no es que fuera un borracho, pero a veces sí siento que se me hacía vicio ya”, termina Miguel su frase con una risa.

El joven se prepara y sube al ring, saluda con un cabeceo a su rival, quien en el fondo es compañero de la misma ilusión y entonces se preparan, el Hijo de Fishman, con su máscara verde y líneas amarillas sube al ring para comenzar a enseñarles el “Aguamala”. Con ellos termina una rutina más en el Konkreto Gym, quizás un semillero que en algún momento dará una mata de luchadores tan buenos y admirados como las leyendas.

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