Luis Álvarez, creador de El Haragán y compañía, ha vendido más de 7 millones de discos a lo largo de sus carrera. Autor de temas como “Mi muñequita sintética”, “Él no lo mató”, “En el corazón no hay nada”, “No estoy muerto” y “Bajando en la esquina”, Álvarez es la prueba viviente de que sin el apoyo de los medios de comunicación es posible triunfar en el mundo del rock. Recostado en el diván, el Haragán responde las siguientes 36 preguntas.
¿Qué detalle de la vida cotidiana es lo que más te irrita?
El humo de los carros.
Por el contrario, ¿qué detalle de la vida cotidiana es el que te hace más feliz?
La buena comida.
¿Cuál es tu mejor momento del día?
Un café por las mañanas con mi chica.
¿Cuál es tu mayor miedo?
Pasar por la vida sin trascender.
¿Cuál consideras que es tu gran defecto?
Confío mucho en la gente.
¿Qué es lo que más valoran de ti tus amigos?
Mi buen humor.
¿Qué cosa te desagrada más de la gente que te rodea?
Que no paren de hablar.
¿A qué persona viva y muerta admiras?
Paul McCartney.
¿Cuál es tu mayor extravagancia?
Traer el cabello largo y despeinado.
¿Cuál ha sido tu mayor mentira?
Ser un haragán.
¿Te asomas al espejo y qué ves?
Un niño solitario.
¿Cuál es la cualidad que más te gusta en un hombre?
Credibilidad.
¿Y en una mujer?
Lealtad.
¿Cuál es tu color favorito?
Aguamarina.
¿Qué foto tuya no colgarías en casa?
De alguna borrachera.
¿Qué palabras o frases usas con demasiada frecuencia?
Mas vale el papel mas desteñido que la memoria mas brillante.
¿Cuál ha sido el momento más glorioso de tu vida?
Cada que subo al escenario.
¿Qué talento te gustaría tener?
Pintar.
¿Qué cambiarías de ti?
No ser tan terco.
¿Cuál ha sido tu mayor fracaso?
No controlar algunos excesos.
¿Si pudieras reencarnar en una persona o cosa, ¿qué serías?
Einstein.
¿Qué lugar te gustaría conocer?
Rusia.
¿Cuál es tu posesión más preciada?
Un calcetín de bebé de mi hijo y de mi hija.
¿Qué es para ti lo más profundo de la miseria?
La falta de educación.
¿Cuál es tu ocupación preferida?
Desempeñar el papel de cantante de Haragán y Cía.
¿Cuál es tu comida favorita?
Albóndigas en chile verde.
¿Cuál es la comida que más odias?
El pozole.
¿Quiénes son los escritores que admiras?
Vivo más de lo que leo.
¿Cuál es tu banda, cantante o grupo musical preferido?
The Beatles.
¿Con qué figura histórica te identificas más?
Zapata.
¿A qué personaje famoso te gustaría conocer y qué le dirías?
Kurt Cobain se quejaba, y con razón, de que Los Beatles habían dejado muy poco margen de acción a todas las demás bandas. Consagrados como el grupo más influyente en la historia del rock, los británicos no sólo abrieron nuevos caminos: se encargaron de prepararlos para el tránsito que llegaría después de ellos. Conciertos en estadios, álbumes dobles, booklets con letras de las canciones, portadas artísticas, grabaciones al revés, supuestos mensajes ocultos…
Pocos grupos poseen tantos
referentes que forman parte de la cultura popular: un álbum blanco, un sargento
Pimienta, un submarino amarillo y un concierto en la azotea.
Hoy se cumplen 50 años de
la última actuación en vivo de los fab
four en sus oficinas de la calle de Savile Row número 3, en el centro de
Londres.
La idea original era presentarse en un escenario único, como las ruinas de una ciudad antigua o en lo alto de una montaña. La filmación de la película Let It Be, que muestra el proceso de creación del disco homónimo, es un documental que registra el deterioro de la banda, las fricciones inocultables y los estragos de ser beatles. Además, es la mayor contribución a la mala fama de Yoko Ono.
Cansados de estar
encerrados en los estudios, cercados por cámaras y camarógrafos, el 30 de enero
de 1969 subieron al techo para aventarse un palomazo y darle fin a la película,
al disco y a su carrera.
Interpretaron 6 canciones:
Get Back (que tocaron tres veces y con la que cerraron el “concierto”), Don’t
Let Me Down (2), I´ve Got a Feeling, One After 909 y Dig a Pony.
Es muy probable que el
público reunido en la azotea haya sido uno de los más escasos en toda su
carrera. En las tomas se pueden contar unas 15 o 20 personas, la mayoría
empleados de Apple, quienes no imaginaban que el fin de Los Beatles estaba
cerca, ni tampoco que atestiguaban la despedida más famosa en la historia del
rock.
Ni siquiera John, Paul,
George y Ringo eran conscientes del todo. Tan es así que, reconociendo que Let It Be era un disco malo, volvieron
al estudio para terminar su carrera dignamente con Abbey Road, en mi opinión su mejor trabajo.
Anticlimático en comparación con el resto de su carrera, el concierto en la azotea los mostró más humanos que nunca: como cuatro jóvenes (Lennon tenía apenas 28 años) informales, con frío, entre cables enmarañados… incluso la batería de Ringo está desnuda, sin el famoso parche con el nombre del grupo, dejando al descubierto un cobertor rojo a manera de contrapeso.
Cobain tenía razón: desde
hace 50 años no importa cómo se despidan las demás bandas. Nada se compara a la
azotea de Los Beatles.
Vocación es la membresía para un club
exclusivo. O se tiene o más vale no merodear los alrededores en busca de una
puerta o rendija por donde entrar sin ser visto.
Saber a lo que uno
se quiere dedicar en la vida, a partir del llamado de la vocación, es una
apuesta en la ruleta, un tiro de dados sobre una superficie accidentada.
Jorge Negrete, “el charro cantor”, ignoraba sus dotes artísticas. Cuenta la leyenda que, tras seguir los pasos de una mujer a la que quería cortejar, Negrete entró por accidente a una academia de canto donde descubrió su talento, y aunque no triunfó en la ópera, lo hizo en la música ranchera.
La vocación, según este ejemplo, es caprichosa y escurridiza: como la liebre, salta inesperadamente.
Dice Patricia Reyes Spíndola, una todoterreno de la actuación en teatro, cine y televisión, que Yalitza Aparicio no tiene vocación, que la nominada al Óscar por su actuación en Roma, “está viviendo un momento fugaz”.
La también maestra de actuación —cuenta con cuatro academias bajo el nombre de M&M Studio— lo dijo ante las cámaras de Ventaneando, el programa de chismes del espectáculo más importante de México.
“Es guapísima, hizo
muy bien su papel, pero no creo que vaya a acabar haciendo una carrera en esto.
No es su vocación, no es lo que quiere”.
No se sabe si doña Patricia conversó con Yalitza sobre sus planes a futuro, y que por eso afirma de manera tan categórica que la oriunda de Tlaxiaco, Oaxaca, se dedicará a otra cosa.
Sin embargo, no hay que echar en saco roto la opinión de la actriz, sobre todo por su experiencia en la formación de figuras como Sabine Moussier, Julio Camejo, Belinda, Alessandra Rosaldo, Luis Roberto Guzmán, Dulce María o Eiza González, entre otras luminarias.
Los advenedizos se
delatan solos; la nominación al Óscar de Yalitza es poca cosa frente al olfato,
fino y atinado, de Patricia Reyes Spíndola, descubridora de talentosos con vocación.
Pedro Zavala (Ciudad de México, 1981) es escritor, filósofo y fotógrafo.
Ahora, además, es el flamante ganador del Premio Mauricio Achar Literatura Random House 2018 por su novela All in, Sinatra -un honor que comparte con Pistolar, de Iván Soto Camba, en un resultado que enaltece dos obras literarias por primera vez en la historia del galardón en nuestro país.
Zavala es maestro y doctorando en el programa de Estudios Latinoamericanos
(Filosofía e Historia de las Ideas en América Latina) por la UNAM. Miembro
investigador en la Bridwell Library de la Southern Methodist University de
Dallas, Texas. Ha sido becario del CONACYT y del Programa Jóvenes Creadores del
FONCA en la categoría de novela (2017).
All in, Sinatra narra las peripecias del académico de 64 años Génesis Montesinos, quien le dará un vuelco a su vida de fastidio y erudición cuando viaja a Las Vegas a apostarlo todo guiado por un instinto suicida.
En el camino hallará a Lea, una joven vendedora que lo inicia en nuevos saberes vitales, además de multimillonarios que amenazan las vidas que los circundan mientras cierran grandes negocios internacionales. Se trata de un coctel de tinieblas, pequeños excesos, filosofía y póker, al que nos adentramos luego de que Zavala me obsequia dos postales de Las Vegas y baraja un mazo del que extraigo una carta que ahora también será mía: un cinco de diamantes.
¿Cómo nació la historia del académico suicida Génesis Montesinos y su viaje a Las Vegas?
Escribí la novela en un periodo de ocho, nueve meses, entre 2016 y 2017, gracias a una beca del FONCA; pero la historia, los personajes y sus voces se fueron sembrando durante cinco, seis años. No sabía cómo empezar, pero un domingo temprano Cecilia, mi esposa, me llama y me dice que irá a otro parque a pasear al perro porque hay un retén de policías: hay un colgado debajo de una escalera del puente cerca de nuestra casa.
Yo dejo de escribir, bajo en pijama, los policías no me dejan pasar, pero veo a un viejo colgado de uno de los barandales. Seguí las noticias durante el día. Identifican que este hombre ha dejado una carta suicida, que ese día cumplió 64 años y escuchó la canción de los Beatles “When I´m 64”.
Después de que quitaron el cuerpo, fui al lugar y miré que el sitio donde saltó tiene una vista al amanecer detrás de una iglesia. Me pareció una imagen bellísima, de alegre melancolía, y de cierta frialdad, porque el tipo calculó su muerte. Lo leí desde la perspectiva de Camus: el suicidio como la única pregunta filosófica que puede haber hoy. Ahí dije: es por aquí y mi rompecabezas se armó.
¿Crees que el modo de vivir actual atenta contra la “ley natural”? ¿Esa que dice que los jóvenes son los que toman riesgos y los mayores deben retirarse a vivir una buena vejez, al contrario de Génesis Montesinos, quien toma su primer gran riesgo a los 64 años?
El filósofo francés Gilles Lipovetski habla de las emociones, de cómo todos buscamos consumir y comprar: como un viejo que a sus 60 se quiere comprar un descapotable y regresar a su juventud para conquistar a la chica que nunca tuvo. Tenemos a estos “consumidores de experiencias” y emociones fuertes.
Hoy esta capacidad destructiva del ser humano ha sido bien aprovechada por el capital para presentarte estos destinos y productos de emociones, sensaciones y placeres. Ese espíritu alcanza a mi protagonista para irse a apostar todo su dinero a Las Vegas.
Uno de los conflictos en tu
novela es que el hombre de “academia” o cerebral está en deuda con el hombre
“vital” o de experiencia. ¿El triunfo del saber académico derrota al hombre “de
la vida”?
Sí, lo derrota. Lo creo y lo he visto. Es un mecanismo que se perpetua. Me da la impresión de que cierta academia o epistemología se presenta como la única forma de conocimiento verdadero, desechando lo que acontece en el día a día en la vida de las personas.
La vivencia de una población originaria debe ser traducida por el marco teórico y por los conceptos de un académico para tener presencia científica o social. Además hay cierto miedo académico para entender que hay conocimiento verdadero y cierto, por ejemplo, en lo que puede decir una muchachita que trabaja en una tienda Urban Outfitters en la mitad de Las Vegas.
En cierta forma, Génesis, este profesor, aprende cosas a partir de su relación con Lea, esta vendedora. Llega al conocimiento profundo de cosas que no están en los libros o en la alta cultura: un conocimiento vital, vivo, fuerte, latente.
Jugaste póker en línea durante un tiempo. ¿Cómo influyó esta actividad en All in, Sinatra?
Jugué póker en línea por el ocio, por la posibilidad de negar el trabajo, de no producir en un sentido moralmente aceptable por la sociedad. Mi liga con el juego está en esa especie de rebeldía. Comencé a jugar en línea después de experimentarlo en vivo, que es más tardado.
En línea puedes jugar múltiples manos, con múltiples jugadores, por múltiples cantidades de dinero a la vez. Pero el dinero sólo es una herramienta. Me gustaba agilizar la mente en diversos procesos, ser el chico listo. Buscaba repetir el sentimiento de incertidumbre, ese momento de estar en la cima y de saber si caes.
Podría decirse que los
jugadores de póker son seres de fe, al menos en su convencimiento de sus
capacidades para leer, analizar y decidir durante el desarrollo del juego.
Hay una encuesta muy interesante: si tú le preguntas a diez jugadores de póker en qué nivel está su juego, ocho te responderán que están por encima del promedio.
Eso explica no sólo cómo un jugador se ve, sino cómo se ve una persona en el mundo posmoderno, transmoderno. Es una visión acrecentada, de cierta egolatría, magnificencia. Se considera a sí mismo un personaje triunfador, productivo. Esa conjunción es paradójica pero nos habla de la mentalidad actual. Nuestra visión de nosotros mismos está dañada.
Eso te hace ver que la salud, la sanidad, la salvación, está más lejos de lo que pensamos.
Las Vegas son el sitio de la
artificialidad, los excesos y la miseria de la prostitución, pero es ahí donde
tu personaje se debate sobre el sentido de la vida. ¿Qué representan Las Vegas
para el mundo actual?
Creo que Las Vegas simbolizan la gran paradoja del mundo moderno: el lugar donde puedes tener las comidas más caras y deliciosas, dependiendo de tu línea de crédito o tus posibilidades económicas; al lado de los baldíos llenos de jeringas para pincharse.
Muestran la contradicción de la vida actual, esa contradicción que somos todos con la plasticidad, la artificialidad y la máscara, unida al placer culposo.
¿Cómo se relacionan tus
estudios de filosofía y teología con tu novela? Me atrevo a decir que al menos
la teología y el juego pueden verse como dos apuestas por el misterio…
La teología, el juego, la literatura, la filosofía para mí son sinónimos. Creo que estas cuatro formas son arte. Pueden definirse como el acto de recoger los pétalos del suelo en un mundo que está preocupado por los billetes y las bombas.
Hay cierta volatilidad cuando uno empieza a escribir en serio, hay una apuesta personal en tiempo y energía. Eso saca cosas de ti, igual que el póker, el cual no creo que sea un juego sobre el dinero, sino sobre la vida. En cuanto a la teología y la filosofía, ambas se preguntan de dónde venimos y que somos, sólo que la segunda lo hace en términos más abiertos.
¿Cuál es tu carta favorita del
póker y qué representa para ti?
Mi carta favorita es el as de espadas. Para mí y para el jugador promedio, representa una respuesta ante una pregunta que posiblemente no tenga solución. Representa la ilusión del control, de la coherencia, del éxito, de la suerte, de que podemos ser salvados en el último momento.
Pedro Zavala, All in, Sinatra, Literatura Random House, 2018, 301 págs.
El día de Reyes es toda una institución en la Ciudad de México, un evento que genera empleos pasajeros y cierra el maratón que arranca con la celebración de La Guadalupana. Platicamos con un globero, un panadero, un juguetero, y con dobles de los Reyes Magos. Un oficio por cada uno de los magos que fueron a venerar a Jesús.
El único lugar en donde cabe más gente que en el metro es un tianguis. Por toda la ciudad pululan mercados de temporada, pero este es especial. Acaso junto con el mercado de Mixuca son los puntos más recurrentes para surtir los pedidos de las cartas que descansarán dentro de un zapato, en la ventana o entre las ramas y las luces de un árbol navideño.
Eje uno está cerrado desde Avenida del Trabajo hasta Reforma. Aquí no se puede estar sin ser macerado por otros cuerpos. El fluir es lento, entorpecido. El resplandor de los juguetes nuevos es algo que ninguna otra cosa posee. Un juguete nuevo es una colección de historias sin suceder, un libro en blanco, la promesa de la felicidad. Hay triciclos, Nenucos, pistolas que parecen reales, pistolas de colores que lanzan un chingo de pelotas, autos a control remoto, drones, videojuegos, peluches, súper héroes, patinetas y escúters.
Un juguete nuevo es una colección de historias sin suceder, un libro en blanco, la promesa de la felicidad.
Durante doce generaciones una estirpe de magos subía una vez al año al monte Nud, en Persia, miraban el mapa celestial a lo largo de tres jornadas mientras rezaban. Una señal en las alturas les indicaría que el momento había llegado. Lo dice un libro escrito en el siglo VI, El Libro de los tesoros de la Caverna, un apócrifo cristiano. Melchor, Gaspar y Baltazar descubrieron una noche que ellos eran los elegidos para presentarse frente al mesías y entregarle los regalos que Adán colocó en la cueva del monte Nud, que significa paraíso en persa.
Existe la leyenda de que un cuarto hombre, otro mago, se presentó frente a Jesús, aunque llegó un poco tarde.
Dílers de juguete
Los Reyes magos deben algo a Mateo, que es el único de los apóstoles que los menciona. No dice sus nombres ni tampoco revela el número de ellos. Se sabe que fueron enterrados en el mismo sarcófago y que sus restos descansan en Colonia, Alemania, luego de pasar por Milán y antes por Constantinopla a donde los llevó Santa Elena.
El número tres se infiere a partir de los regalos que llevaron los magos. Se sabe que Santo Tomás los bautizó. Con el paso del tiempo se han agregado datos a la leyenda. Cada rey mago es representante, para algunos, de las santa trinidad, padre, hijo y espíritu santo. Los regalos representan la realeza, lo divino y lo humano de Jesús.
Sobre eje uno se encuentra el puesto de juguetes de Erika. No hay ni uno solo de marcas conocidas. Todos parecen importados de China, hay una especie de Buz Ligth year de cuerda, una imitación rara del personaje de Pixar. Erika calcula que lleva dos décadas vendiendo en este lugar, desde que el puesto era de su madre y Erika venía a ayudar.
Hoy el negocio es suyo. Abre desde las nueve y levanta al rededor de las siete y media. Erika es precavida y desde agosto comienza a comprar juguetes. Sabe que no todo son rosas en el día de reyes, es madre y la experiencia le ha hecho conocer el sentimiento que surge cuando un hijo dice: yo no quería eso. Le sucedió con una de sus hijas, a la que los Reyes le dejaron unos patines.
Cada rey mago es representante, para algunos, de las santa trinidad, padre, hijo y espíritu santo.
“Yo quisiera que uno de mis juguetes hiciera feliz a un niño.” Su juguete favorito del puesto es un peluche. Su mejor día de reyes fue cuando le trajeron un Nenuco. El juguete más barato de su puesto son las pistolas de hidrogel que cuestan sesenta pesos y el más caro es un dron que vale mil baritos.
Los regalos que los magos presentan en el pesebre son los mismos regalos que Adán llevó a la cueva donde durmió con Eva. Oro, mirra e incienso que fueron tomados de las orillas del Paraíso.
La cueva fue el refugio para cuando sintieron frío y el primer lugar donde un hombre oró. Adán pidió que al morir lo embalsamaran con mirra e incienso y que su cuerpo lo enterraran en la cueva. Según el Libro de los tesoros de la caverna, fue en ese mismo lugar donde Adán fue hecho rey, sacerdote y profeta. Ahí estaban los tesoros, esperando el momento de ser entregados al mesías.
Raúl lleva cuatro años vendiendo juguetes durante la temporada decembrina. Su puesto se encuentra sobre la banqueta. Al paso de los años ha desarrollado una sensibilidad que le permite reconocer el gusto de la gente. Desde noviembre comienza a juntar mercancía.
Su pieza más cara es una autopista de Hot Wheels que cuesta $2,400. Su juguete favorito del puesto es una pistola Nerf que cuesta $1,400. De niño fue un consentido al que le trajeron todo lo que pidió, bicis, consolas, videojuegos, computadoras. Uno de los juguetes por los que ha apostado esta temporada es un guante de realidad virtual, que se conecta al teléfono y existen siete aplicaciones para descargar juegos.
Sabe que hay clásicos que no pasan de moda, y que siempre hay que tener a la mano, como las carriolas.
Melchor es el más viejo de los magos. Calvo, quizá con algo de pelo encanecido y largo en los costados, de barbas largas y algunos lo mencionan como el rey persa. Melchor es el portador del oro, que representa la realeza de Jesús. Melchor quiere decir en hebreo rey de luz.
Reyes callejeros
Frente a la delegación Cuauhtémoc se encuentra una feria y ahí se colocan los escenarios que desde hace ocho años ya no se colocan en la Alameda central.
Cada escenario es producido para un gusto en especial. En todos hay tres reyes. Yoda, Han Solo, Leia, Chewy, son algunos de los personajes de este escenario. El aire huele al aceite quemado de las botanas grasosas, hay varias parrillas que dejan escapar el aroma a carne, esquites, elotes, postres, hay tiro a canastas de básquet, rifles para el tiro al blanco, juegos de canicas.
Gaspar se llama Eduardo. Es un rey mago que proviene del oriente de la ciudad, viene desde Ecatepec. Iba caminando en la calle, pensando en una chamba cuando se topó con un letrero que le cambió la vida, se solicitaba personal para ayudante en escenarios. Pensó que su labor sería de armar escenarios, pero no. Debía ser Rey mago.
Gaspar es un mago de piel roja, sin barba. Es portador del incienso, símbolo de la divinidad. Es el primer año que Eduardo tiene esta chamba. Las fotos cuestan $120. Eduardo de niño no le pedía mucho a los Reyes Magos. Le gusta ver disfrutar a los niños las emociones que él no logró tener. Tiene 18 años, no es su primer chamba, perdió dos años de estudio, este año es su último en la prepa.
Le gustaría estudiar moto- mecánica. Al día gana 250 lanas más su cena y algo de las propinas que les dan los clientes. Un niño le pidió un arma de fuego, una M-40. Un día de su infancia los Reyes no le dejaron nada y recuerda ese día como uno de los peores de su vida. Gaspar fue un rey mago de piel roja, rey de los árabes, el único que no lleva barba, su nombre viene del persa, quiere decir, el que administra el tesoro.
Baltasar lleva tres años viniendo a este lugar. Siente orgullo de este oficio. Cree en los Reyes Magos. Recuerda que sus padres no tenían muchos recursos y que durante los días 6 de enero de su infancia le trajeron carros enorme de plástico con los que se divertía en la tierra, arrastrándolos de rodillas durante horas.
Él también proviene del oriente, de la colonia Carlos Zapata Vela. Su escenario es de la película Intensamente. Sus compañeros han ido cambiando con los años, pero él sigue de pie aquí. Sus hijas pidieron muñecas y ropa.
Melchor tiene 15 años. Hace un año él mismo estaba abriendo regalos el 6 de enero debajo de un árbol navideño. Le trajeron dos figuras de Hello. Este año se regalará ropa o algo más útil. A los siete años le sorprendió lo que encontró debajo del árbol, ahí estaba todas y cada una de las cosas que había pedido.
Legos de Spiderman, una bici, y un balón, dulces. “Nunca dejen de creer y espérense, tarde o temprano les van a llegar sus juguetes.”
El mago del pan
Albino Granja lleva quince años trabajando en el Cardenal. Parece ser uno de los empleados más queridos en este restaurante del centro de la ciudad. Trabajó en Wall-mart pero no le parece que las roscas de allá sean tan buenas como la que hacen en esta cocina y que él mismo supervisa. Albino es otro guerrero del oriente, pero él viene de más lejos, de Tehuacán, Puebla, desde donde se trasladó hasta acá durante un largo tiempo. Hoy vive en la ciudad. Su maestro en este oficio fue Luis Sánchez, quien ya se jubiló, a él le aprendió mucho. Lleva diez años trabajando en este lugar.
Durante el siglo XVI en México se le comenzó a poner a la rosca ate e higo. El niño que se oculta representa el momento en que José y María escondieron a Jesús para ocultarlo de los soldados que Herodes mandó. Encontrarlo dentro de un trozo de pan te compromete a cuidarlo, vestirlo y presentarlo en el templo como hizo María.
Durante 2016 se calcula que se vendieron 4 millones de roscas en todo el país.
Lo primero que le enseñaron a hacer fue baguete. “Los Reyes no me han traído nada”. Nos confiesa. No tiene hijos, ni sobrinos. Parece un hombre solitario. Durante su infancia no practicó la tradición de comer rosca, la conoció hasta que llegó al Cardenal. Recomienda que la rosca la acompañen con un chocolate caliente de este mismo lugar.
Artabán es el otro mago. Un hombre que sabía leer las estrellas. Tenía una cita con los otros tres magos que fueron a llevar regalos a Jesús. Artabán era el encargado de presentarse con otros regalos ajenos a los de la cueva. Él llevaba un diamante protector de Méroe, un jaspe de Chipre y un Rubí de Sitres. Hizo el largo viaje solo, acaso cinco semanas.
En su camino ve a lo lejos un bulto tirado en la arena, conforme se acerca descubre que es un hombre hecho trizas, con la sangre reseca en el rostro, acaso con los ojos hinchados y la ropa hecha una piltrafa, solo y sediento. Artabán era mago, sabía que los golpes se curaban con miel e higos, seguro lo aliviano hasta que el tipo estuvo bien. No era otra cosa que un comerciante al que habían despojado de todas sus pertenencias.
Artabán en su generosidad le regale el diamante. Su viaje se retrasa y cuando llega a Belén Jesús ya no está ahí. Ha escapado con sus padres a Egipto. Artabán sale a buscarlo y sólo encuentra sangre y soldados enloquecidos que buscan niños recién nacidos. Sus ojos se horrorizan ante tanta sangre en el suelo. Un soldado carga a un bebé y está a punto de enterrarle la espada. El mago le ofrece el jaspe de Chipre a cambio de la vida del niño.
En ese momento es encarcelado, condenado a treinta años de prisión. Cuando sale su única pertenencia es el rubí. Va en busca de Jesús, escucha de sus hazañas. Cuando llega a entregar el último de los regalos se entera que están a punto de sacrificar al hijo de dios. En el Gólgota, ese lugar oscuro, hediondo y lejano, donde se practican los juicios de los más débiles y las ejecuciones de los condenados a muerte, una mujer está siendo vendida como esclava.
Para salvarla, Artabán ofrece el rubí que trae entre las ropas. Al llegar con Jesús lo hace con las manos vacías. Desconsolado se recarga de una casa a llorar sus mala suerte. Un temblor comienza a sacudir la tierra y un piedra que golpea su cabeza termina con su vida. Artabán es un personaje de Henry van Dyke.
Objetos no identificados en el cielo
¿Qué era la estrella de Belén? Algunos dudan que haya sido una súper nova, es decir una estrella nueva que durante un tiempo se puede observar desde la Tierra debido a la intensidad de la luz que emite. Hace más de dos mil años que no se tiene registro de radiaciones electromagnéticas, que es una de las pruebas que podrían validar esta teoría. Tampoco era un cometa lo que condujo a los reyes magos a Belén.
El Halley fue el último en verse y pasó unos doce años antes de que Jesús naciera. ¿Una conjunción planetaria? Es decir el acercamiento de un planeta a las órbitas de otro, quizá. Se sabe que unos dos años antes de que el mesías llegara al mundo hubo varios de estos fenómenos. Pero nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que los magos miraron en el cielo. Cuál fue esa señal que se espero durante tanto tiempo.
El mercado Hidalgo es uno de los más populares de la ciudad, metido entre dos barrios legendarios, la Obrera y la Doctores. Un hueso partido a la mitad, puesto envuelto hasta la mitad en un papel aluminio y colocado sobre una parrilla muestra su tuétano. A lo lejos el cielo de la ciudad se observa adornado con un montón de objetos redondos de distintos colores. Hacia allá vamos. Se dice que esa es una forma de llegar rápido a Reyes Magos.
José Antonio tiene 20 años, 4 vendiendo globos durante esta temporada. A veces él mismo mandó su carta por este medio. Hot Wheel, Max Steel eran sus juguetes recurrentes en los versos de su carta.
Su año más rifado fue cuando encontró un chingo de dinosaurios en la sala de su casa, todos para él. Sus globos son de distintos precios. El Chico en 25 lanas, el mediano en 45 y el más grande en 50. También vende globos en San Valentín.
Él sólo vende, otros los inflan y los adornan. Su salario diario será de entre 700 y 800 pesos por estos dos días. Ya no cree en los Reyes y no tienen hijos.