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FÁBULA CONTEMPORÁNEA

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ophie La Belle y las ciudades en miniatura, obra de Gisela Heffes, es un breve relato sobre la aparente normalidad de la Ciudad Continental, área separada del resto geográfica, cultural y económicamente, heredera de eso que suele llamarse “Occidente”. En este territorio, quizá integrado por Europa y América del norte, todas las necesidades han sido resueltas y solo queda alimentar el espíritu a través del conocimiento. Sin embargo, esa “aparente normalidad” no logra ocultar el tufo de un régimen que intenta —y casi lo consigue— uniformar la conducta y el pensamiento de sus habitantes mediante el adoctrinamiento.

Sophie La Belle es una joven de “indudable inteligencia” que luego de estudiar en un internado en Los Alpes (ex Suiza), va a Oxford y luego a Harvard a especializarse en arquitectura y urbanismo. Como corresponde a las personas de su estatus, al terminar de estudiar se va a recorrer el mundo “exótico” (Bangkok, Hanoi, Nueva Delhi, Seúl, Shangai y Manila, incluyendo zonas del Medio Oriente y África).

De este recorrido, Sophie atesora fotografías de la miseria que reina en esos países; elige las mejores y las cuelga como “trofeos de caza” encima de la chimenea y en las paredes. La contemplación de esa galería del horror le produce cierta satisfacción: por fortuna ella es residente natural de la Ciudad Continental tras 16 generaciones ininterrumpidas.

Sophie, además, trabaja en su proyecto de tesis: “Las ciudades en miniatura, metáfora futurista en un momento en que el futuro ya no existe”. A grandes rasgos, la tesis trata de la creación de unas ciudades un poco a la manera de Ítalo Calvino en su clásico Las ciudades invisibles, pero sin la belleza ni la profundidad con que Marco Polo recrea los dominios del Khan. Bajo la premisa de que las nuevas ciudades ya no podrán ser modificadas porque han sido diseñadas a conciencia, el atlas de Sophie contiene Ciudad de los paraguas, de los Tés, de las Flores, de los Lápices, de las Sillas, de las Mariposas, de los Árboles, de las Muñecas… este trabajo académico es una representación naif de ciudades en las que nunca falta el agua, no hay malos olores, y donde la humanidad civilizada se comporta con modales de príncipes sacados de los cuentos de hadas. Son prototipos de ciudades confeccionadas a la medida por modistas en lugar de urbanistas.

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Sin embargo, al margen de la tesis de Sophie La Belle, la perfección de la Ciudad Continental no logra ocultar que sus cimientos son sostenidos por personas sin papeles –ilegales- que asean los baños, barren las calles —es decir, realizan aquellos trabajos que nadie quiere hacer— bajo la complacencia de los “Maestros Ancianos”, algo así como los infalibles “padres fundadores”.

Aunque Sophie La Belle está al tanto de todo esto, prefiere hacerse de la vista gorda por ser males necesarios, al tiempo que acude a la Casa Multimedia a recibir su adoctrinamiento semanal.

Sin embargo, más allá de las fronteras de la Cuidad Continental las cosas no marchan bien. Todos saben lo que pasa “afuera”, pero nadie tiene permitido hablar de ello en público.

El hermano mayor de Sophie viaja fuera de la Ciudad Continental en misiones secretas, sobre todo a Sudamérica, “esos páramos desolados, ajenos a cambios y al progreso, donde las leyes de la Civilización no se aplicaban”.

Al no poder revelarle a qué país viajará, solo le dice que “…lo que algunos llaman el ‘tercer mundo’ ya no es lo que era antes. Ya no es exótico ni atractivo, sino un lugar peligroso donde se organizan, y cada vez más, células terroristas de todo tipo, guerrillas y ejércitos mercenarios, tráficos de armas, niños, órganos, drogas, mujeres, deshechos nucleares, basura radioactiva y otras cosas más…”.

A pesar del panorama, ella se ríe y le dice que le gustaría sacar fotos de ese mundo. Entonces comienza el desmoronamiento del universo en miniatura de Sophie La Belle.

Gisela Heffes ha sabido retratar en muy pocas páginas el espíritu de la época: los sueños de integración global han creado sociedades cada vez más cerradas; la espada de lo políticamente correcto castiga a todos aquellos que señalan la falsedad del mundo contemporáneo; cada persona se asume como policía de las buenas costumbres y la decencia; a todos nos gusta considerar al otro como nuestro igual, pero marcando las debidas distancias.

Con el subtítulo de “Fábula urbana”, Sophie La Belle y las ciudades en miniatura es un recordatorio de que los sueños por uniformar la conducta del hombre son planes condenados al fracaso, y que las sociedades “cerradas” que aparentan felicidad, en el fondo siempre le temen a lo que sucede más allá de sus fronteras. A la manera de Game of Thrones, saben que el inverno está cerca.

O quizá llegó desde hace mucho y no se dieron cuenta.

Gisela Heffes, Sophie La Belle y las ciudades en miniatura. Literal Publishing. 2016.

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