DEL CULTO A LA DIFERENCIA

l reconocimiento a la diferencia por parte de una sociedad nunca es fácil. Incluso las más desarrolladas lo viven como una larga caminata hacia una tierra prometida. Es una peregrinación entre las piedras.

Las victorias del movimiento LGBTTTI (Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti e Intersexual) son pocas en relación con los años de lucha en contra de la segregación, la violencia y la vida al margen. El parade anual de Reforma es una fiesta que permite aquilatar a un fenómeno que se normaliza y avanza en la construcción de sus objetivos.

Una lectura reciente a la puesta al día de Braulio Peralta (Tuxpan, Veracruz, 1953) de su libro Otros nombres del arcoíris (2017), revela que hizo falta autocrítica al movimiento, del cual es parte y en el cual ha actuado a lo largo de más de treinta años. De pronto, aquí y allá, algún apunte irónico, algún dardo envenenado para alguien, pero es tan escaso que termina por pasar desapercibido. El ejercicio de distanciarse de la familia a la que perteneces no es fácil, pero en ocasiones es el único camino hacia una necesaria reconsideración de objetivos.

El periodista nostálgico se impuso por encima de cualquier otra consideración.

Este libro, a un lado del que escribió sobre Carlos Monsiváis y Juan Gabriel, forma un tríptico que ofrece una lectura generosa y sintética de las últimas hazañas del movimiento LGBTTTI. A este momento, la bibliografía que se ha generado al respecto ya es abundante, pero mucha de ella es para consumo académico de alta especialidad. La colección de viñetas, estampas y minicrónicas de Peralta en Otros nombres, tienen la virtud de ofrecer al lector un recorrido organizado por un actor de primera mano, incapaz de dar un paso atrás para ver cómo se mueve la familia, pero con el valor agregado de reunir los nombres fundamentales de la construcción de un movimiento que ha dado lecciones sobre cómo luchar contra la indiferencia, el olvido y la miseria de un mundo que privilegia la homogeneización del ser humano.

Otros nombres es un libro de esperanzas y de ausencias. De nostalgias al confirmar la fuga del tiempo. No podría decirse que el movimiento LGBTTTI ya vivió sus mejores batallas (Peralta siempre escribe desde el centro del país, y falta un territorio muy amplio y, además, llano), pero sí ha logrado varias que son hitos en un país que se reconoce macho, y que a su vez lucha por lograr no sólo la inmovilidad de las prácticas sociales sino incluso una vuelta al pasado. La vida sexual se encuentra más instalada que nunca en vida política del país. La sábana y el púlpito tan unidos como en la antigua Roma.

Para entender cómo se han modificado los vicios y las costumbres, es necesaria la lectura de este libro, además de que la escritura periodística de Peralta logra que la transparencia y honestidad sean una parte del pago al lector.

Ahora bien, el libro está acompañado por una catálogo de fotografías de Maritza López, que no tienen relación con el contenido del libro aunque que funcionan para conocer la obra de una fotógrafa que retrata homosexuales. Se habría deseado que Peralta mostrase imágenes de los años de construcción. No fue así. Los aparentes beneficios de la implementación de la ideología de género se validarán con los años. La disolución de la familia tradicional, dinamitar el patriarcado, generar infancias “diversificadas” de pequeños que crecerán con otra perspectiva, sincronizan a México con el tiempo del primer mundo, pero no garantizan que su condición sea la más óptima para la condición humana.

Hay abismos que no se adivinan sino hasta que ya vamos en descenso.

La izquierda, que no abandona la persecución de su internacionalismo a ultranza y en su búsqueda de conquistas, colorea el mundo con sus banderas y modifica el rostro de una sociedad que no termina por ajustarse a los nuevos tiempos. Los conservadores del país, jerárquicos y antidemocráticos, arman la resistencia en sus universidades y cónclaves empresariales en contra de estos vendavales de la “modernización”. Peralta apenas los menciona. El enemigo a vencer es una masa indiferente de personas que apenas se distinguen entre la multitud que jotea, se contagia de enfermedades y elige el atuendo más extravagante.

Otros nombres debe leerse como un recuento de amigos, de lágrimas compartidas en velorios, de ese sentimiento de triunfo cuando la diferencia se instala como bastión antes que como lugar de encuentro.

Braulio Peralta. Otros nombres del arcoíris. Ediciones B, 2017.

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