Esta crónica se publicó originalmente en la revista Esquina Boxeo, en junio de 2013, publicación de La Dulce Ciencia Ediciones. Si quieres ver todos los números, entra en www.dulceciencia.com.
Traducción de Mauricio Salvador
“You should remember that you were born to die.” Blind Willie McTell
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as Vegas, Nevada, 1970. Su vida fue un incendio mortal; sus días leña seca. Una pequeña chispa aquí o allá -la ceniza de un cigarrillo, quizá- y toda la desvencijada pocilga ardería en llamas. Uno podría arrojar toda la arena que quisiera sobre ella, bañarla con el océano Atlántico entero -pero nada iba a detener semejante conflagración.
Bajo el quebradizo sol de Las Vegas -a punto de insolación- Charles Sonny Liston, ex campeón mundial de los pesos pesados, vagaba de un lúgubre cuarto a otro. Viajaba a través de un peligroso inframundo, uno que se encontraba a dos décadas de convertirse en la trampa para turistas donde extravagantes réplicas de las pirámides de Egipto y la Estatua de la Libertad salpicaban el paisaje. No, durante esos últimos años perdidos de Sonny Liston, la franja de Las Vegas aún la dominaban los llamativos anuncios de neón y los espectaculares anunciando el nombre de hoteles ya extintos, cabarets y casinos: Las Dunas, El Ave Fénix, La Hacienda, El Flamingo. Y detrás de esa ordinaria fachada había una ciudad abierta para lo infame y lo sucio. He aquí que Sonny Liston estaba en su elemento.
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Tras sus dos inexplicables actuaciones en contra de Cassius Clay/Muhammad Alí -peleas que impactaron e indignaron a algo más que el mundo deportivo- un deshonrado Liston se mudó a Las Vegas en 1966 con su esposa, Geraldine, y se embarcó en un lejano regreso al boxeo que comenzó en Estocolmo, Suecia. Su tour de preparación alcanzó una docena de victorias antes de volver a La Franja. Entonces, en su segunda pelea en La Ciudad del Pecado el principio del fin por fin se le vino encima. En diciembre de 1969, apenas un año después de comenzar su regreso hacia los rankings de la división de los pesados, Liston fue brutalmente noqueado por su antiguo compañero de sparring Leotis Martin en una pelea transmitida en vivo por ABC. Un penetrante volado de derecha mandó a Liston bocabajo hacia la lona -y hacia la tierra de sombras del bajo Las Vegas. Aunque tuvo una pelea más -un sangriento nocaut técnico sobre un valiente Chuck Wepner en 1970- Liston se encontraba ya en un submundo tan a ras de suelo como cualquier otro en el país.
Liston -el corpulento ex rompehuelgas con un jab como pistón y un gancho izquierdo tan pesado como una grúa- se encontraba suelto en una ciudad dominada por listillos, estafadores y mala suerte. Sin más grandes pagas -esas pagas que creativos contadores de la mafia lograban cortar en pedazos del tamaño de un cuarto de dólar-, Liston se encontró con problemas de efectivo y un raído currículo. A diferencia de su amigo e ídolo, Joe Louis, que se ganaba bien la vida como anfitrión, Liston era en público hosco y de pocas palabras. No tenía las aptitudes para un trabajo cómodo en el negocio del entretenimiento de Las Vegas. Así que se lanzó a las polvorientas calles y regresó a sus orígenes. Entre sus pasatiempo en Las Vegas estaban las cartas, las prostitutas, los dados, el vodka, la marihuana y la cocaína. De vez en cuando Liston hacía algún cameo en una película o programa de televisión –Love, American Style, por ejemplo- o hacía de guardaespaldas de Doris Day y Red Foxx. ¿La descripción de algunos de sus otros trabajos? Piensen en tráfico de drogas y golpeador. Pero esta cruda atmósfera no era nada nuevo para Liston. A pesar de haber ganado fama como campeón mundial de los pesados Liston apenas conocía algo además de la pobreza y la violencia.
“Puedo entender las razones de mis defectos,” dijo Liston alguna vez. “Cuando era un niño no tenía nada excepto un montón de hermanos y hermanas, una madre desamparada y un padre a quien no le importaba ninguno de nosotros. Crecimos como bárbaros. Con dificultad teníamos la suficiente comida para no morir de hambre; no teníamos zapatos, algo de ropa y nadie que pudiera ayudarnos a escapar de la horrible vida que vivíamos.” Uno de los 25 hijos de un violento granjero, Sonny Liston -quien nunca supo su fecha exacta de nacimiento pero que fijó la del 8 de mayo de 1932 por razones burocráticas- fue criado en una desvencijada cabaña en Arkansas durante los años de la Gran Depresión. Obligado a abandonar la escuela cuando fue lo suficientemente grande como para trabajar en el campo al lado de su padre, Liston permaneció como un analfabeta el resto de su vida. En la adolescencia huyó a San Louis en busca de su madre. Ahí Liston se convirtió en ladrón e intimidador, dueño de una floreciente hoja de antecedentes criminales pero también de poca esperanza para algo más. Llamado “Negro no. 1” por la policía local Liston fue finalmente arrestado por robo en 1950 y encarcelado en la Penitenciaría de Missouri. En “Jeff City,” una de las prisiones más peligrosas de Estados Unidos, fue donde aprendió a boxear.
En 1953 Liston se convirtió en profesional y tras una docena de peleas terminó bajo el control de El Sindicato. Al principio fue la combinación del medio oeste comandada por John Vitale. Después fue la poderosa organización de la costa del este, donde la subdivisión de las peleas era liderada por el antiguo miembro de los Lucchese, Frankie Carbo y su compinche de ojos saltones Blinky Palermo. Liston permanecería atado a la mafia -y a las humillaciones producto de semejantes conexiones- por el resto de su vida. Incluso después de convertirse en campeón de los pesados Liston viviría en un perpetuo torbellino de vagonetas de policía, martillos de jueces, despiadados titulares y cacerías por parte de numerosas comisiones estatales.
A finales de la década de 1950 y principios de la de 1960, tras limpiar por completo la división de los pesados, Liston saltó de las páginas deportivas y se convirtió en una pesadilla nacional en forma de editoriales de opinión. Para un Estados Unidos tenso, Liston era una potencial y letal combinación de Stagger Lee, Jack Johnson, Nat Turner y Leadbelly. Liston fue el primer campeón africoamericano problemático de la Era de los derechos Civiles, un hombre cuyo silencioso desprecio y desagradable historial perturbaba tanto al Establishment como a los desposeídos. Ni siquiera la NAACP (la Asociación para el Avance de la Gente de Color) quería que peleara con Paterson por el título. Era como si Liston -por la sola fuerza de su furia inarticulada- pudiera de alguna manera poner freno a los Freedom Raiders, Martin Luther King Jr. y James Meredith. No George Wallace o Ross Barnett o el Ku Klux Klan… el principal contendiente al mayor título del deporte profesional era la amenaza para el progreso. Sonny Liston, parece, nunca dejó ser el “Negro núm. 1”.
Uno de los pesos pesados más temidos de la historia, Liston fue evadido durante años por Floyd Patterson, cuyo manager, Cus D’Amato, usó la camarilla siniestra que lo apoyaba como una cortina de humo para evitar la inminente ruina, física y mental, de su frágil campeón. Cuando Liston finalmente obtuvo su oportunidad para el título en 1962, noqueó a Patterson en menos de un round como si fuera un pino de boliche para así iniciar el reinado más impopular desde los días de Jack Johnson. Un año después Liston repetió su actuación tirando tres veces a Patterson y dejándolo bizco en tan solo 129 segundos. Después vino la debacle en sus enfrentamientos contra Cassius Clay/Muhammad Alí, y entonces Liston se convirtió en un paria continental. Sin embargo, en Las Vegas, donde la infame “Lista de Personas Exlcuidas” estaba en circulación desde 1960, incluso Liston, que arrastraba detrás suyo una sombra tan larga como la Ruta 66, fue bienvenido.
Cinco años y medio después de responder a la campana como uno de los hombres más famosos de Estados Unidos, sin embargo, Liston, de una edad de entre 38 y 42 años, estaba muerto. El 26 de diciembre de 1970 Geraldine Liston dejó Las Vegas para visitar a su familia en San Louis. Cuando regresó, el 5 de enero de 1971, entró a su habitación sólo para encontrar el cuerpo en descomposición de su esposo. En el sitio la policía encontró una jeringa así como heroína y marihuana. Uno de los oficiales que se encontró en la casa de Liston esa noche, Dennis Caputo, describió el lugar para el documental Sonny Liston: The Champ Nobody Wanted. “Llegué a la escena y fui escoltado a la habitación donde Sonny Liston fue encontrado en la cama,” dijo Caputo. “No había signos de lucha. Tampoco había heridas visibles en su cuerpo -aunque eso es difícil de determinar debido al deterioro de su cuerpo- pero no había absolutamente nada que indicara que Sonny Liston había muerto de algo diferente a la muerte natural.”
Más tarde la autopsia revelaría que en sus sistema se encontraron rastros de morfina y codeína -posibles subproductos de la heroína. Pero Liston, cuyo magnífico físico lo había impulsado al campeonato mundial de los pesados, se encontraba en tal estado de decadencia que es difícil decir qué fue lo que realmente le sucedió. Al final el forense del Condado de Clark decretó que Liston había muerto de causas naturales. “Esta autopsia desestima la posibilidad de homicidio,” escribió el médico examinador. Otro elemento, anulado quizá por la descomposición del cuerpo- y que la autopsia no reveló- era el estado de su salud antes del momento de su muerte. En noviembre de 1970 Liston había sido hospitalizado después de un accidente automovilístico y unas semanas después un dolor en el pecho lo obligó a acudir a la sala de emergencia. En 1991 Geraldine Liston dijo a Sports Illustrated que Liston había estado sufriendo de presión arterial alta. Pudo alguna de estas aflicciones contribuir a su misteriosa muerte?
Más de cuarenta años después nadie sabe con certeza qué fue lo que le pasó a Liston. Se necesitaría un estudio del tamaño del Reporte de la Comisión Warren para juntar todas las teorías -de conspiración y de otro tipo- que se han elaborado respecto de su muerte. Consideren esta breve lista de posibilidades: la mafia dio a Liston un golpe; Liston estaba en la mira del jugador Ash Resnick; fue asesinado por traficantes de droga a los que habría traicionado; una conspiración de negros musulmanes lo habría eliminado; estaba deprimido y por ello se suicidó. Al final, la más sencilla de todas las explicaciones -que sufrió una sobredosis de heroína- parece poco plausible para a mayoría. ¿Pero es de verdad un escenario tan inverosímil?
La mayoría de la gente cercana a Liston juran que no era un adicto a la heroína. Geraldine Liston insistió en que Sonny nunca se entretenía con drogas. “Hasta donde yo sé nunca consumió ninguna droga, y reconozco a un drogadicto cuando lo veo,” dijo a Misterios sin Resolver en 1995. Davey Pearl, su amigo más cercano durante su exilio en Las Vegas, aseguró numerosas veces que Liston nunca bebió. Al contrario, el entrenador de Las Vegas, Johnny Toco, dijo a la revista Flash que Liston no tenía ninguna otra afición además del licor. “Todo lo que hacía Liston era beber,” dijo en 1988. “Lo sé…. Yo llevaba el bar ahí. Siempre vodka en las rocas.” Pero estas referencias se contradicen por los hechos: Liston fue un consumidor documentado (marihuana y cocaína) y tan lejos de tener un hígado limpio como Geoffrey Firmin lo estaba en Bajo el volcán.
El hecho de que Liston consumiera cocaína saca a colación también otros asuntos. En Estados Unidos el consumo de cocaína a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970 era limitado. Pasarían años antes de que la “champaña de las drogas” se conviertiera en un símbolo chic y omnipresente de la época disco. El uso de drogas antes de la popularización de las esferas de espejos significaba usualmente el uso de anfetaminas, morfina, hongos, marihuana, LSD y heroína. Las medicinas prescritas, como barbitúricos y tranquilizantes también eran de uso común. El mero hecho de que Liston consumiera cocaína durante 1970 bien podría significar una sola cosa: la estaba vendiendo. Dicho de otra manera, la cocaína era muy cara para un ex boxeador sin dinero para el ajetreo en la deslavada ciudad que Lenny Bruce solía llamar “Salarios Caídos, Nevada.”
John Sutton, ex agente federal de narcóticos, deja claro en su libro Thin White Lines que Liston no sólo traficaba sino que se drogaba usando de su propio suministro. Sutton, que trabajaba encubierto junto a un informante, se reunió con Liston a finales de 1970. “Relató que el negocio de la coca le dejaba lo sufciente como para ir jalando, tener algo para su propio consumo y pagar algunas facturas,” escribió Sutton. “No tenía pensión, ni ahorros y ningún futuro delante suyo.” Lo que Liston tenía, sin embargo, era mucho acceso a las drogas.
Con el paso de los años se ha insistido mucho en el miedo intenso a las agujas que Liston supuestamente tenía. De hecho es uno de los pocos aspectos consistentes que se han escrito acerca de él. Este miedo es la razón por la que muchos insisten en que Liston no pudo haber muerto a causa de una sobredosis. ¿Cómo, se preguntan, puede alguien tan temeroso de las agujas inyectarse? Sin duda Freud habría dicho una dos cosas respecto de la historia de un hombre que se quejaba tanto de las agujas sólo para terminar muerto por una posible sobredosis. Como irónicamente señala Nick Tosches en su biografía de Liston, “nunca hubo un yonqui que no comenzara con temor a las agujas.” Debe señalarse además que la heroína puede aspirarse, inhalarse o fumarse. La inyección no es la única manera en que Liston pudo haber usado heroína.
Finalmente, uno puede advertir la progresión -común entre los adictos a las drogas- de un estimulante a otro: licor, marihuana, cocaína, ¿y luego? ¿Qué es lo que sigue? ¿La heroína es lo siguiente? Y si su esposa y sus amigos eran incapaces de reconocer un porro, cocaína y vodka, qué vuelve históricamente aceptable que pudieran reconocer la heroína? Muchos otros, sin embargo, sí señalaron a Liston como un consumidor. Años después que la investigación sobre Liston terminara, Dennis Caputo conversó con el autor Paul Gallender. “Era de todos sabido que Sonny era un adicto a la heroína,” dijo Caputo. “El departamento entero lo sabía.” A principios de 1971 el novelista Bruce Jay Friedman investigó algunas de esas otras caras de la moneda para la revista Esquire. Una noche se encontró con una sospechosa mujer, una de las cientos de mujeres que conoció a Liston. “Sin necesidad de incitarla te platica de una noche en la que ella, otra chica blanca y Liston se sentaron y drogaron juntos,” escribió Friedman. “Cómo fue que pasó de inhalar cocaína a inyectársela y, cuando eso ya no fue suficiente, cómo fue que pasó a la heroína y lo triste que fue.” Esta fuente parece indicar que Liston era bastante nuevo respecto de la heroína. O que quizá era uno de esos consumidores alegres y ocasionales.
Y así como hay muchos confidentes que niegan que Liston se haya drogado, hay otros tantos que creen que el ex campeón de los pesados murió persiguiendo el dragón, por así decir. En su reciente libro, Sonny Liston: The Real Story Behind the Ali-Liston Fights, Paul Gallender revela numerosos e impactantes detalles alrededor de la muerte de Liston. Pero al final Gallender también piensa que Liston murió accidentalmente. “Lo que parece más probable es que Sonny Liston sufrió un ataque al corazón y murió donde cayó. Probablemente había inhalado cocaína pero no inyectado.”
Herb Greenspun, editor de Las Vegas Sun, fue aún más sucinto: “El tipo consumió mucho y se sobrepasó.” El publicista Gene Killroy también piensa que Liston sufrió una sobredosis. “Creo que estaba consumiendo y se sobrepasó,” dijo Killroy a Nick Tosches. “Pienso que estaba deprimido porque se estaba quedando sin dinero. Y creo que o lo hizo a propósito o sucedió accidentalmente.”
Otra teorías -como la conspiración de los Musulmanes Negros- son más esquemáticas y requieren de una imaginación muy vívida para hacerlas funcionar. En cuanto a Liston traicionando a la mafia de alguna manera, bueno, Liston había trabajado muy de cerca con la mafia durante quince años sin alguna vez, al parecer, haberla molestado. Otro hecho que ayuda a descartar un golpe de la mafia es este párrafo de 1968 aparecido en un artículo de Sports Illustrated: “Se dice que en Las Vegas Liston está a mano con la mafia. Aunque poco se ha comprobado, siempre se ha asumido que ciertos elementos del submundo bloquearon al peleador desde un principio. ‘No hace mucho pagó su salida de todo eso,’ explicó un implicado. ‘Está limpio.’” Agreguen a esto el hecho de que otros peleadores han desafiado abiertamente a la mafia y nunca sufrieron ningún desquite. Jake LaMotta y Ike Williams, por ejemplo, testificaron ante el Comité Kefauver acerca de la actividad de La Cosa Nostra en el boxeo.
Aunque nadie ha logrado conseguir información tangible acerca de un supuesto asesinato o un golpe de La Cosa Nostra, sí hubo quien habló acerca de Liston y su conexión con la heroína. En su libro Las Vegas Babylon, Jeff Burbank habló a Mark Rodney, cuyo padre, el aquejado jazzista-estafador Red Rodney, tenía en la década de 1950 una adicción a la heroína que le costaba varios miles de dólares a la semana -una suma sorprendente para aquel tiempo. Rodney, un soberbio trompetista que había actuado junto a Charlie Parker durante el clímax de la época bebop, pasó muchos años en prisión por robo, fraude y posesión de drogas. En las deácadas de 1960 y 1970 Rodney colaboró con diferentes orquestas de Las Vegas pero, en el fondo, continuó como un yonqui empedernido.
Y era amigo de nadie más que de Sonny Liston.
De Las Vegas Babylon: “De acuerdo con… Mark, todavía adolescente a finales de 1970, Liston tocó a la puerta de su casa en Las Vegas, sonrió y se encerró con su padre en la habitación de Red. Liston se fue pronto. Unos días después Red contó a su hijo que la esposa de Liston había encontrado el cadáver corrupto de su esposo cuando ya llevaba muerto un par de días. Red temió que la investigación de la policía diera con él, aunque nunca fue así. De cualquier manera Red dejó pronto la ciudad.”
Para Liston, cuya vida fue caos, no se puede aceptar como epitafio algo tan prosaico como una sobredosis de droga. Después de todo son los signos inescrutables los que dominan la escena de su muerte: Periódicos y leche en la puerta de su casa; un vaso de vodka en la mesita de noche; heroína, una jeringa y un globo; pero ningún signo de torniquete; o algún misterioso polvo negro, o un arma calibre 38 guardada en su funda; o marcas en los brazos del hombre que supuestamente sufría de miedo a las agujas.
A pesar de los misterios, contradicciones y símbolos insondables que rodean su muerte, parece que Liston murió de la manera exacta en que pareció hacerlo, por la malafortuna con una droga que le era relativamente poco familiar. Nada de conspiraciones, ni golpes de la mafia, nada de eso. Ya sea porque Liston era nuevo en el consumo de la heroína o porque tuviera una condición pre existente que volviera su consumo de drogas una seria apuesta cada vez que jugaba, la heroína era una sentencia de muerte para él. Combinen presión arterial alta y una visita reciente al hospital por dolores en el pecho con la afición a la cocaína y el vodka y entonces tienen a un hombre jugando ruleta rusa con un arma de cinco recámaras.
“¿Puedes decirme qué te pasó, Sonny?” gritó Geraldine Liston durante su funeral. Esta pregunta se ha repetido durante ya cuarenta años. Quizá ya no más. Al final todo apunta a que Sonny Liston murió de una sobredosis de heroína que le vendió un trompetista de bebop apodado Flecha Roja.