UN MUERTO, UN PUENTE, UN RÍO

stás sentada en la cabina del avión rumbo a Nanjing”. Así comienza la historia de Estela. Su marido viaja en el maletero, dentro de un ataúd. Lo lleva de regreso a su ciudad natal. Es la primera vez que ella viaja a Nanjing; conocerá la tierra de Xao Xing, el muerto, y a su familia política.

Si el trabajo es un remedio para olvidarse del dolor y la pena, Estela aprovechará el viaje para escribir una crónica de viaje como otras que ha escrito antes y por las que le pagan. Al recorrer Nanjing, Estela se dará cuenta que el mundo no se detiene, como lo cuenta Borges en El Aleph cuando el narrador advierte que en las carteleras de la Plaza Constitución han cambiado los avisos: comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita.

De eso se trata Cuando Nanjing suspira, novela de la escritora luso-boliviana Cristina Zabalaga (1980). La entrevista se lleva a cabo en el jardín del Hotel Pug Seal, en Polanco, sentados en una de esas mesas ideales para desayunar jugo de naranja y frutas tropicales. Pasan de las doce del día, el calor pega fuerte pero Cristina parece inmune a las condiciones del clima. De hecho, en cuanto termine la entrevista, irá a la librería más cercana para comprar libros de escritores mexicanos.

Cristina, la novela está escrita en segunda persona, una voz inusual, poco común. A lo largo de la novela Estela parece vivir en piloto automático, debido a la muerte de su esposo. ¿La segunda persona es la mejor voz para contar una historia de duelo?

Tengo que empezar diciendo que esta novela tiene diez borradores. En el cuarto me di cuenta que algo que le faltaba y no sabía qué, le daba vueltas y cuando leí un cuento de Junot Díaz, contado en segunda persona, me di cuenta que esa era la voz que necesitaba, así que lo cambié todo y seguí trabajando. Es muy arriesgado usar la segunda persona; no lo hubiese hecho si no fuera para esta historia en particular, porque es más íntima, más cercana, pero mucho más difícil de manejar. Sonaba bien, era lo apropiado, hacía fluir la historia, movía el engranaje.

¿Las nueve versiones que mencionas estaban escritas en tercera persona?

Sí, las primeras cuatro versiones estaban escritas en tercera persona, había diálogos y monólogos en primera. Antes de empezar a escribir, la fase previa, le dedico mucho tiempo a investigar y leer, podía seguir y seguir pero me interesaba que esta historia en particular fuera muy contenida, que fuera corta, técnicamente transcurre en once días y se acaba, aunque no necesariamente todos los interrogantes que se plantean al inicio se responden para dejar que el lector los resuelva según sus propias experiencias.

Como te dije antes, Estela parece vivir este viaje en piloto automático…

Hay dos componentes: la historia es casi una guía de viajes. Quería explorar la sensación de mirar una ciudad a través de una ventana porque uno no entiende la cultura ni muchas cosas que ahí pasan. Además, ella está muy cansada y muy triste también, toma comprimidos para dormir, y al mismo tiempo se enfrenta a una cultura nueva. Cuando uno viaja, o al conocer a una persona de otra cultura, pasa eso. Quería explorar la idea de extrañeza del protagonista consigo mismo, como si se viera desde lejos, trabajar la idea del duelo desde ese punto de vista. Me interesaba contar qué pasa cuando dos culturas se encuentran desde algo tan básico como que Estela no se puede comunicar con su suegra porque ninguna de las dos habla un lengua común. Exponer a Estela de manera tan directa y brutal era una forma como podía salir de la tristeza, alcanzar el punto más bajo y de ahí empezar a mejorar y sanar estas heridas.

Estela nunca viajó con su marido a Nanjing y ahora le toca caminar sola por sus calles…

Es como si ella se reencontrara con su marido al viajar a Nanjin. Es brutal llevar su cuerpo pero quería que ella fuera a la ciudad donde vivió Xao Xing para darse cuenta que nunca le preguntó si había sido feliz al vivir allá. ¿Qué pasaba si los papales se invertían?: ella en un lugar que no es suyo y donde su marido se materializa no sólo en la ciudad sino en el puente, en el río, que también son personajes

 Resulta irónico que Estela lleve el cuerpo de su marido a una ciudad donde la gente se suicida en el puente sobre el río Yangtsé…

Sabía que esta novela tenía que estar basada en Nanjing porque uno de los puentes sobre el río Yangtsé posee el índice de suicidios más altos del mundo, tema tabú en todo el mundo, pero más en China. En 2014 me fui a vivir a Washington y hay muchas personas que vienen de Nanjing y pude sentarme con ellos a platicar, para entender su cultura. Por eso me interesaba que Estela lo viera todo desde fuera, alguien que estará poco tiempo y luego se irá. Estas personas a las que entrevisté negaban los suicidios en el puente.

A pesar de lo difícil del viaje, Estela lo aprovecha para trabajar y escribir una crónica de viaje…

Me interesaba darle a Estela la oportunidad de recomenzar, y la única manera de hacerlo era seguir viviendo por medio del viaje y de la escritura. Era un aspecto más positivo dentro de la negatividad del tema. También me interesaba, como dije antes, aproximarme a esta ciudad a través de una guía de viajes no convencional para saber qué entiende una persona que está poco tiempo en un lugar, qué pasa cuando uno viaja o cuando uno se enfoca en un detalle, ya sea algo tan terrible como un suicidio o algo banal como los zapatos en Budapest.

Jin Wu es una especie de Virgilio que conduce a Estela a todos los rincones de Nanjing…

Es un personaje muy positivo y lo necesitaba para que no fuera todo tan terrible. Es la positividad que Estela necesita para rehacerse, recomenzar, seguir. En ese sentido Nanjing tiene una particularidad: ellos ven así mismos diferentes que la gente del norte o del sur de China, son personas sencillas, de trato fácil, aire ligero. Yin Wu era perfecto por eso, además de que es el puente, la traductora, la guía de viaje.

¿Te gustan Los Beatles? En la novela hay varias referencias a sus canciones…

Son las canciones que escuchaba mi mamá y mi papá. Y aparecen esas referencias porque necesitaba construir un vínculo entre Estela y su mamá, es para conectar a ambas generaciones.

¿Estuviste en Nanjing para poder escribir esta novela?

No, pero me di cuenta que no era necesario. Me ayudó mucho hablar con las personas, y así entendí cómo funciona, cómo es en verano, en invierno.

La entrevista termina luego de tomar algunas fotografías de Cristina con su libro. Se tomará un descanso antes de ir de compras a la librería. Horas después, por medio de su cuenta de Twitter, me entero que ha comprado libros de cuatro escritores mexicanos: Liliana Blum, Fernanda Melchor, Bernardo Esquinca y Enrique Serna.

Cristina Zabalaga, Cuando Nanjing suspira. Lumen

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