arlos María Flores (1976) es el director del Instituto Cultural de León y responsable de la Feria Nacional del Libro (FENAL) que este año cumple su edición número veintiocho. Mientras la gente sigue entrando al Poliforum León, Carlos María se da tiempo para hablar sobre algunas de las anécdotas que a lo largo de estos años se han tejido entre libros, estands y presentaciones.
Su madre organizó las primeras nueve ferias, la primera de ellas en 1989, y él venía desde los doce años de edad. Aunque nunca se imaginó que algún día sería el principal responsable de la FENAL, si soñaba con participar en alguna editorial o quizá como escritor.
“Había un grupo de rock que se presentó en la feria desde 1989, Factotum y Tecnopal (en realidad eran dos bandas que se apoyaban entre sí), que hicieron famosa la canción de “Y suena mi esqueleto” antes de convertirse en Víctimas del Doctor Cerebro. Me acuerdo que en la tercera o cuarta feria, a quienes nos gustaba el rock, esperábamos a que empezara su concierto pero algo pasaba y no arrancaba. De repente se escuchó una guitarra a lo lejos y el grupo entró arriba de un camión de bomberos, tocando sus instrumentos que usaban conexiones inalámbricas. Para la época fue algo muy novedoso”.
Hay autores que son recordados en la FENAL no tanto por su participación, sino por su ausencia. Es el caso de Armando Vega Gil. “El año pasado bajaron del avión…”, dice Carlos María, “…porque se le hacía tarde y no despegaban. Empezó a hacerla de emoción en el avión y se los guardias de seguridad se molestaron a tal grado que terminaron bajándolo. Nos hubiera gustado que dijera que venía a la FENAL, porque nunca les dijo a dónde venía”.
Resulta difícil separar a la ciudad de León de su equipo, conocido como “la fiera”, “los esmeraldas” o los “panzas verdes”. Y también hay historias que involucran a la feria y al futbol. Recuerda Carlos María: “En la primera, en 1989, el León ascendió a la primera división y no había un alma en la feria porque la gente estaba en el estadio o viendo el partido por televisión. Mi mamá, que era la directora en ese entonces, habló con alguien del club León para que vocearan en el estadio que al término del partido los esperaban en la Feria del Libro. Incluso en el medio tiempo un grupo de voluntarios desfilaron con pancartas invitando a la gente. Y pues gracias a eso se llenó la feria, que en aquel entonces reunió unos veinte mil asistentes”.
Otro caso fue el del escritor leonés Juan Pablo Torres: “Escribió una novela alrededor del equipo León, y para presentarla se trajo a la porra, a la barra de la cabecera, de la puerta 5. Entraron desfilando desde el estadio, que está muy cerca de aquí. Con tanta escandalera, más gente se fue incorporando al desfile”.
El robo de libros también ocurre en la FENAL. De hecho, aquí se detuvo a un famoso ladrón que viajaba a las ferias más importantes para robar por encargo, como lo cuenta Carlos María: “El año pasado pescamos a un cuate al que todos los libreros reconocían, pues vivía de robar libros en todas las ferias del país. Robaba en Guadalajara en Minería, Mérida, Monterrey. Todo mundo se quejaba, todo mundo lo conocía y aquí lo agarramos. Yo estaba en una entrevista y me vinieron a avisar. Lamentablemente tenía un mercado ya establecido, pues se llevaba libros especializados, como de medicina, libros caros, y de eso vivía. La gente que lo capturó con las manos en la masa levantó cargos, pero seguramente pagó la fianza y salió libre. Difícilmente volverá a pararse una feria. Lo triste es que alguien se los compraba”.
Para finalizar, Carlos María recuerda una anécdota personal: “En la tercera feria yo tenía catorce años y había una niña, bueno no tan niña, de unos 17 años, que me seguía mucho. Cuando se acabó la feria me dijo ‘ven quiero hablar contigo’, y me llevó a una de las bodegas. Me quiso dar un beso, y yo me quité. Ella me dijo ‘por qué te quitas’ y le contesté: ‘Es que tengo novia’. Si lee esta entrevista verá que todavía me acuerdo de ese detalle”.