Extracto de En la piel equivocada, libro de crónicas publicado por Producciones El Salario del miedo/UANL, 2015. Si te interesa adquirir este ejemplar entra a www.elsalariodelmiedo.com.mx
1. INTERIOR. COCHE. DÍA.
stamos dentro de un chevy blanco. Las manos sobre el volante y al frente el tablero negro con la radio encendida. Se escucha “Aviéntame” de la banda sonora de Amores perros. Vemos por fuera un enorme y frondoso árbol y a la sombra, un cañón montado en un pedestal, como un monumento a una antigua batalla [la intervención americana de 1847]. Abrimos la puerta del conductor. Salimos.
2. EXTERIOR. DÍA. EXPLANADA DEL MUSEO DEL OBISPADO, EN MONTERREY.
Avanzamos. Estamos en la explanada del Museo de Historia Regional El Obispado. Son las 13 horas del martes 8 de julio de 2000. El cielo está nublado, pero el clima es bochornoso y el soplo del viento es cálido. Vemos una pareja sentada sobre otro cañón. Una familia camina por el pasillo de escaleras hacia el otro extremo del edificio. Volteamos hacia la izquierda y poco a poco giramos hacia el centro para observar una panorámica de la ciudad en todo su esplendor: un cementerio, la chimenea humeante de una fábrica, los edificios del centro y el cerro de La Silla, hasta toparnos de frente con el palacio de El Obispado: una pieza arquitectónica barroca de amarillo muy claro coronado con una monumental cúpula.
De espaldas se escucha el ruido de una camioneta. Giramos. Es una camioneta blanca. Se detiene justo al lado del chevy blanco. Del interior salen siete personas. Las tres primeras: una chica menudita, representante de la disquera; un hombre moreno de anteojos y coleta en la nuca que es Juan de Dios Balbi, manager; y un asistente. Por la puerta se asoma otro rostro, este es el del primero de los cuatro músicos que habremos de conocer inmediata y sucesivamente así:
Quique Rangel: 33 años. Viste camisa tipo guayabera blanca con pantalón negro. Cabello corto peinado hacia tras con un ligero copete y patillas. Barba en el mentón. Toca el bajo.
Joselo Rangel: 35 años. Su cabellera larga es de estilo rastafari. Lleva anteojos de armazón negro. Su complexión es robusta pero sin barriga. Lleva además una chaqueta deportiva negra con líneas blancas en los brazos. Es la guitarra eléctrica del grupo.
Emmanuel del Real: 34 años. Flaco y alto. Rostro largo de ojos tristes y barba de candado. Viste una camisa de mangas largas que lleva por fuera del pantalón. Él ejecuta los teclados, guitarra acústica, programación y hace algunos coros.
Rubén Albarrán: 36 años. Cabellos rizados al vuelo. Arete negro en la oreja izquierda. Lleva un traje negro con una camisa con motivos florales de un púrpura claro y una delgada corbata blanca. Al igual que sus compañeros calza zapatillas informales. Es la voz del grupo, pequeño de estatura pero explosivo gigante en el escenario que podemos decir que es un Jagger mexicano o nuestro propio Dr. Nelle de la No Smoking Orchesta de Emir Kusturica. La analogía no es gratuita. Su capacidad histriónica está puesta de manifiesto en cambios nominales en extremo: para cada disco se hace llamar de distinta forma: Pinche Juan, Anónimo, Masiosare, Nrü, Ritacantalagua, El Gallo Gas y, ahora para Cuatro Caminos, Élfego Buendía.
Los siete avanzan hacia nosotros. Estamos bajo la sombra del árbol, junto al cañón. Por delante vienen los músicos. Se detienen justo frente a de nosotros.
VOZ EN OFF: Señoras y señores, con ustedes… ¡Café Tacuba!
Corte a:
3. VIDEO DEL SENCILO “EO” DEL DISCO CUATRO CAMINOS.
Corte a:
4. EXTERIOR. DÍA. EN EL MISMO LUGAR, EN MONTERREY.
Los cuatro integrantes extienden los brazos para saludarnos. Giramos hacia la derecha y aparece la fotógrafa Verónica Lazos, delgada, cabello corto y claro, de pantalón azul y camisa ajustada que desnuda la parte baja de la espalda en la que tiene tatuada una estrella roja; lleva una maleta colgada del hombro izquierdo y sobre el cuello dos cámaras fotográficas; con la mano derecha carga una pequeña escalera blanca.
VERÓNICA: ¿Comenzamos la sesión?
Avanzamos hacia la puerta del museo. Es una puerta de madera enorme y antigua. Los cuatro músicos se colocan en fila horizontal. Se muestran amables y disponibles, pero el semblante de ellos es serio, fastidiado, con un silencio displicente. Verónica comienza a desempeñar su trabajo con las cámaras fotográficas.
REPORTERO: (A la representante disquera): ¿Qué les pasa? ¿Están cansados? Con esas caras no van a vender ninguna portada.
REPRESENTANTE DISQUERA: Ellos están bien, así son: tranquilos, bien tranquilos. Están cansados por la promoción del disco. Llegaron ayer a la ciudad para cumplir con una rueda de prensa y entrevistas particulares con diversos medios. Hoy tendrán además una firma de discos en Mixup de la calle Morelos.
Disuelve a:
5. EXTERIOR. PASILLO. DÍA.
Los cuatro músicos rompen fila. Encabezados por Verónica, avanzamos por el pasillo que conduce de la explanada poniente del museo a la explanada oriente del recinto, donde se encuentra la fachada delantera del inmueble. Verónica les indica a los cuatro músicos que ocupen sentados los primeros escalones de acceso al museo para conseguir una toma en contrapicada. Les pide que se pongan de pie y los coloca entre un jardín de magueyes. Luego les invita a avanzar –avanzamos– hacia la parte delantera de la explanada para los últimos retratos con el telón de fondo de la ciudad. Los cuatro músicos comienzan a bromear entre sí, empujándose unos a otros. Por fin sonríen y hasta lanzan carcajadas.
En ese momento detrás de nosotros se escucha un diálogo entre Balbi y Xardiel Padilla, director de Lengua, que acaba de arribar al lugar.
XARDIEL: Parece que las cosas están bien en la banda después del año sabático que se tomaron como respiro de 13 años tocando juntos, ¿no? ¿Cómo están ahora las cosas entre ellos?
BALBI: De pocas madres. Están muy bien. Había ocasiones en que los hilos parecían que se rompían, y así lo dejábamos, a ver qué pasaba entre ellos solos, pero por fortuna nada. Ahora con el regreso había sus dudas, pero están muy bien, muuuy bien.
Corte a:
Este remedo de guión para un programa documental de ficción está basado en un episodio verídico: la entrevista con Café Tacuba con motivo de la publicación Cuatro Caminos. Xardiel Padilla me encomendó el trabajo de manera imprevista. Una noche antes me visitó en mi casa para entregarme el disco y proporcionarme algunas indicaciones:
–Café Tacuba es el grupo mexicano por excelencia que se reinventa en cada disco –me explicó Xardiel– y sobre esa línea uno puede mantener una conversación.
Después de la visita de Xardiel dediqué el resto de la madrugada a conocer Cuatro Caminos y a repasar la discografía de Café Tacuba. Elaboré algunos apuntes y formulé un cuestionario. Revisé mis archivos y consulté internet. Encontré notas y fotografías que dan cuenta de acontecimientos recientes de la banda. En esa rápida fase de recopilación de material apunté lo siguiente en un par de hojas blancas dobladas por la mitad como un cuaderno:
UNO
Café Tacuba es una banda consecuente. Su propuesta fluye siempre hacia delante. Empezaron por proporcionar, nada menos, que una nueva categoría a los instrumentos populares como la jarana y al folclor mexicano con una estilización que llevaron a los extremos y a sus máximas consecuencias en Revés/Yosoy, el álbum doble que contenía un disco instrumental complejo y sofisticado en el que impusieron la actitud de auténticos creadores obsesionados con encontrar algo desconocido, incomprensible y quizá sin que ellos mismos sepan de qué va la cosa. Pero de eso trata el arte: romper los hábitos y avanzar que el prestigio llega solito. Ya ven: Su tema “12/12”, doce minutos de experimentación instrumental, está incluido en el disco Nuevo de Kronos Quartet dedicado a otorgar a la canción mexicana, como “El sinaloense”, una lectura diferente a partir de imaginativos e insospechados arreglos de cuerdas y percusiones.
DOS
Con Cuatro Caminos avanzan en una ruta aparentemente en concesión por sencillos y básicos. Desde el disco Vale callampa, con cuatro temas originales del grupo chileno Los Tres, anunciaron la incorporación del sonido de la batería y el empleo de la guitarra eléctrica en su nivel más común. Pero incluso en eso son sofisticados: ¡Mira que echar mano del lugar común roncanrolero por excelencia –batería y guitarra– para hacer de eso una peculiaridad postmoderna! Cuatro Caminos es un disco que se desmarca así de lo predecible en el contexto del rock y el pop en español actual. Está salvado por el empeño que evita lo evidente, lo obvio, tanto en letras como en sonidos. En el conjunto es un producto bizarro en el mejor de las acepciones por singulares y animosos.
TRES
Cuatro Caminos como objeto es un tríptico con sentido respecto al contenido musical, porque nos muestra la cartografía del espacio geográfico en que habitan los músicos y, en un impreso desplegable, vemos un paisaje a color que reúne varios escenarios naturales –una playa, un bosque, un desierto– con el collage surrealista de diversas figuras humanas que por distintas son sugerentes en relación el tono propositivo y ecuménico de temas como “Puntos cardinales” que dice: “Amor y dulzura, fuerza y coraje, cuatro puntos cardinales con lo que navega por calles y ciudades sin saber de nombres, nunca está perdido, siempre está ubicado, donde esté se encuentra […] No envidia a nadie, nunca ambiciona nada, no debe obediencia a ninguno”.
CUATRO
El boletín de prensa que me entregó Xardiel dice que con Café Tacuba “todo comenzó en el garage de una casa de Satélite [en el Distrito Federal] para ser más exactos, en donde cuatro amigos que se habían conocido por la escuela […] realizaron sus primeras tocadas para presentar el grupo y pasar una buena noche de sábado bailando. […] Eran finales de los ochenta y Café Tacuba parecía tener el combo necesario para lograr un buen rock […] sólo que esta vez su caso no era así. Su combo musical era diferente al de los demás. Eran un grupo que alternaba con grupos de rock y tocaba en bares dedicados al rock pero no seguían los mismos lineamientos ni las mismas estructuras. No usaban batería y se caracterizaban por mezclar su música con diferentes ritmos folclóricos mexicanos. Nunca habíamos visto a un grupo como ellos. Ahí estaban después del garage tocando por primera vez en el escenario del Hijo del Cuervo en junio de 1989 […]. Hoy estamos en el año 2003 y Café Tacuba tiene un nuevo disco […] 14 canciones producidas por tres diferentes productores [Andrew Weiss, Gustavo Santaolalla y Dave Friedman] y grabadas en diferentes estudios, comenzando por El Ensayo, lugar de trabajo de Café Tacuba en Ciudad Satélite.
CINCO
La revista Gatopardo en su número de julio ofrece un especial fotográfico: “Los mejores de la música hispanoamericana”. Café Tacuba está incluido con el retrato colectivo desplegado a dos páginas a color y con un epígrafe: “A veces parece que juegan a ser malos músicos. Pero son unos artistas tremendos y a la luz de los expertos una de las bandas de música alternativa más alucinantes del planeta”.
SEIS
Una fotografía publicada en Reforma que da noticia de la multitudinaria firma de autógrafos del viernes 4 de julio en la Zona Rosa de la ciudad de México. La multitud conformada por cinco mil personas está fuera de la tienda de discos y los cuatro músicos en la azotea. Élfego habla a través del altavoz para saludar y convocar a la paciencia.
Al mediodía siguiente llegó la hora de la entrevista y después el trabajo de transcripción. La tentativa de elaborar la conversación como un relato con una trama, y cumplir en el intento con la misión informativa, me daba vueltas en la cabeza.
En estos momentos estoy estudiando las categorías formales y estructurales de autores americanos y europeos ligados a los procedimientos del estilo Nuevo Periodismo y eso me ha generado la obsesión de hacer el periodismo que estoy leyendo. Pero habrá que entender que es imposible hacer de todas las noticias un cuento. O un guión para un documental. El nivel de conocimiento de la información impone las formas. Para cuando estas líneas puedan publicarse habrán pasado semanas del lanzamiento de Cuatro Caminos y eso permite y hasta obliga a buscar audacidades para llamar la atención y la sensibilidad en torno a una entrevista –como ésta con los tacubos– que se niega a salir como pan duro después de muchas semanas de su realización.
Por otra parte uno quisiera que en las entrevistas sucediera algo que permita generar un hilo anecdótico para el relato. Pero no siempre se dan las cosas así, por lo que el movimiento físico es casi nulo durante un encuentro entre un periodista que pregunta y un personaje o un grupo de personajes que responden. Es decir que a veces, muchas veces, en una entrevista no ocurre nada y todo se supedita al movimiento lingüístico de los interlocutores. Pero eso es un atributo muy potente porque el entrevistado, en sus propias palabras, pone de manifiesto su pensamiento, su estado de ánimo y otros rasgos que configuran de manera implícita una descripción de su personalidad. Por eso es importante empeñarse en registrar con precisión y exactitud cada una de las palabras, aunque nunca las palabras y los hechos mismos han sido tales como se cuentan, quizá se envilecen, quizá se subliman. Son los riesgos inevitables de las reconstrucciones de la realidad que se salvan sólo con honestidad y franqueza y la regla inquebrantable del periodismo de no inventar ni mentir.
Durante la entrevista con Café Tacuba no ocurrió nada fuera de las palabras registradas en la grabadora, escondida discretamente en el pedestal del cañón de la explanada de El Obispado donde estábamos reunidos. Tenía a los cuatro músicos delante de mí, atentos a mis preguntas y generosos en sus respuestas.
Paulatinamente la poca gente que se encontraba en el lugar se comenzó a reunir en torno a nosotros en silencio. Yo miraba los rostro de los músicos como si se tratara de un plano en close up y eso me provocó la sensación que me ha permitido ordenar la experiencia a través del tejido de un posible guión pésimo para un documental. Imaginemos que estamos frente a un aparato de televisión y encontramos el programa sobre un cuarteto de jóvenes músicos mexicanos en escenas como las que continúan a las iniciales:
6. EXTERIOR. EXPLANADA. DÍA.
A la sombra del árbol y en torno al cañón que vimos en la escena inicial, Élfego se sienta al centro del monumento, un poco encorvado y los codos sobre las piernas. Joselo se sienta a su lado izquierdo, erguido. El reportero está frente a estos y tiene a Quique de pie a su lado izquierdo; y a Emmanuel, también de pie, a su lado derecho. Vemos que el reportero gira lentamente la cabeza de un lado a otro para observar a los cuatro músicos, como un paneo camarográfico que se detiene justo en el músico que toma la palabra.
REPORTERO: Por las canciones y por el arte, Cuatro caminos es un mapa personal del grupo. “Cero y uno” y “Puntos cardinales” hablan de eso: “Para poder llegar, para llegar a tus oídos, necesito cantar, mover el aire, crear sonido”. “Tomar el fresco” es el canto de la actitud de la banda después del receso conocido: “permítanos que paremos un rato, llevamos trece años tocando”. ¿Un disco es eso: los espacios que se habitan, los ánimos de los integrantes? ¿Un disco es biografía?
Se hace un silencio. Unos y otros se miran ante la pregunta “interesante”. Joselo se anima a responder y la mirada se concentra en su rostro.
JOSELO: Tal vez. Pero no es algo que planteamos en los términos que dices. Los discos son reflejo de lo que están viviendo los cuatro integrantes, pero muchas de las ideas surgen de manera espontánea. En ese sentido podría tratarse de una especie de radiografía que nos sirve para saber en qué momento estamos en relación a la creatividad y a las aportaciones personales de cada uno.
REPORTERO: ¿Pero qué es lo que hay detrás de cada disco? ¿Cómo se le da forma y sentido a un disco?
EMMANUEL: Cuando nos reunimos cada uno tiene ideas, canciones, conceptos y formas sobre cómo se quiere encarar el proceso o el resultado del disco. Pero también la otra parte es muy importante: qué es lo que pasa durante la producción. Hay muchas canciones que sufren cambios que no imaginamos originalmente y que es, de hecho, lo que más nos entusiasma. Coincidimos en muchas cosas: líricas o musicales. Todo eso produce un nuevo disco. Siempre hay una dirección aunque los resultados lo rebasan por lo general. Eso es lo emocionante de un disco: no sabes a dónde va a parar.
REPORTERO: ¿Y cuáles son las tensiones creativas en ese proceso? Todos ustedes son compositores pero en Cuatro caminos sólo aparece un tema de Quique Rangel. ¿Es eso resultado de alguna tensión?
QUIQUE: Claro que hay tensión creativa, pero es una fuente importante de la forma en que trabajamos. Nosotros no coincidimos en todo y eso es lo más interesante del trabajo. Cuando uno simplemente se dedica a mejorar el demo que te muestra la canción del otro, no tiene ningún sentido. Yo creo que la forma de hacerlo es asumirlo como si fuera la composición de uno, y las composiciones de uno son otras canciones de los demás. Creo que esas tensiones son las que generan la parte más interesante. Es difícil lidiar con esos momentos que son, sin embargo, los que más disfrutas. La incertidumbre creativa es estimulante. Una de los síntomas de que estamos haciendo algo interesante es cuando terminamos de hacer un arreglo y no lo entendemos y no lo podemos clasificar y no podemos decir si está bien o mal, es algo raro. Pero ahí está lo mejor del proceso.
REPORTERO: Es la música como aventura desconocida, incomprensible.
QUIQUE: Así es. La música es búsqueda. La música no es montar una canción y que suene bien. Nosotros asumimos el hecho musical como una búsqueda.
REPORTERO: En los agradecimientos registrados en Cuatro caminos unos y otros se saludan y ponen de manifiesto la lealtad al proyecto común. ¿Una banda es mucho más que un matrimonio por conveniencia? ¿Puede funcionar como una sociedad de amigos?
ÉLFEGO: A nosotros nos mantienen unidos muchas cosas. Lo que empezó como resultado de un grupo de amigos que se juntaban para hacer música por placer se convirtió en nuestra carrera y nuestro trabajo. Sin embargo no es eso lo que está en el fondo… La esencia es que nos sigue gustando lo que hacemos juntos. En eso está basada nuestra amistad. No está basada en si compartimos una comida o… está basada en el hecho que creamos y estamos muy a gusto.
REPORTERO: Así entonces la noción del éxito está al margen de las ventas.
El silencio se impone como respuesta. El reportero debe darle contexto a la idea.
REPORTERO: Quiero decir que del rechazo comercial que sufrieron con Reves/Yosoy hoy son aclamados con Cuatro caminos. Creo que se impone la voluntad de triunfar y se evidencia el comportamiento del público como mercado. Cuando rompieron hábitos se les dio la espalda; ahora que se “uniforman” como roqueros con batería y guitarra eléctrica se les ovaciona.
JOSELO: El hecho de hacer un nuevo disco, juntarnos y estar felices con las canciones que estamos montando, eso ya es un éxito. Y eso lo vivimos desde el segundo disco. Nuestro primer disco tuvo una exposición increíble en los medios y mucho público, y cuando salió el Re nosotros estábamos muy contentos: veinte canciones que no habíamos enseñado en vivo, como ya lo habíamos hecho antes del primer disco, lo que sucede siempre, por lo que ocurre en la industria, y cuando lo presentamos no tuvo el recibimiento que nosotros esperábamos. Nosotros decíamos: “Vamos a sacar este disco y a la gente le va a encantar porque a nosotros nos encanta”. Pero la gente no reaccionó a éste y dijimos: “Quién sabe qué es lo que pasa”. Fue como de las primeras veces que nos enfrentamos ante algo que podría llamársele como fracaso. Fue así como decir: “No, pos, no, la gente no lo agarró”. Pero pasó un tiempo y ese mismo disco que la gente no lo apreciaba tuvo su desarrollo en Latinoamérica, donde tuvo mucha exposición: estuvimos en Sudamérica, presentándonos más que en México. Y entonces nos dimos cuenta que uno tiene que enfrentar estas situaciones planteándose: “Bueno, yo hice el disco que quería hacer, y lo muestro y a lo mejor a unos les gusta y a lo mejor a otros no les gusta nada”. De tal forma que Re es de los disco que más gustan ahora.
QUIQUE: (al reportero): Yo sí creo que el público responde a estereotipos, seguro. Pero no estoy seguro que esa sea la visión bajo la cual tienes que ver esta situación. Nuestra explicación ha sido que nosotros sabemos cómo va transformándose la forma de entender la música de los miembros de Café Tacuba. Si a veces es difícil entender, digo… y eso no es algo que vayamos comentando cada día: “oye, ¿ahora qué escuchaste?”, no. Nos damos cuenta de esas evoluciones cuando empezamos a montar un disco, cuando empezamos a montar esas canciones y vamos dándole y asumiendo así que esa es la visión de la música del otro, que eso también se puede hacer, que este grupo tiene una influencia interesante porque no está haciendo una cosa sino otra. Tal vez es mucho exigirle al público que de buenas a primera acepte lo que les damos, pero tampoco se trata de decir que el público crea que con Cuatro caminos somos roqueros y por eso nos van a aceptar. El fenómeno que se está dando ahora es que hay expectativas sobre el nuevo disco, que ahora se conjunta eso con un trabajo de la compañía disquera y tal vez no hay otro disco alrededor que esté llenando las expectativas.
REPORTERO: ¿Y en el músico también habita el estereotipo, el deseo del ser superstar?
ÉLFEGO: Yo creo que de alguna forma sí y se juega con ello, de lo contrario no estaríamos aquí. De alguna forma es como una imagen que idealizas. El rock carga como muchos mensajes alrededor: que si es una forma de vida, que si… todo eso es un estereotipo y de alguna forma se cae en éste. Estamos imbuidos en ellos. La cultura que vivimos es una cultura pop o rock, como la quieras ver.
REPORTERO: La batería es un lugar común para la mayoría de los grupos. Pero para Café Tacuba es motivo de experimentación…
Antes de que el reportero concluya el comentario, Joselo se adelanta.
JOSELO: ¿Qué es lo que se entiende por experimentación? Lo que sucede es que nosotros nunca habíamos usado la batería. El simple hecho de usar la batería nos pone en otro lugar a nivel relación entre los instrumentos, la voz con los instrumentos, con la batería. Da un resultado diferente. Si alguien afuera dice: “Bueno, ¿y eso qué?”. Este es el camino que nosotros estamos haciendo y hacemos referencia a eso. Decimos: “Quisimos usar la batería, no la habíamos usado, para nosotros es algo nuevo, cambian muchas cosas que nosotros nos damos cuenta, ojalá que el público se dé cuenta”. Sentimos que es un álbum que tiene los elementos que nosotros queremos expresar en este momento: algo directo, con una energía dura.
REPORTERO: Esos elementos valen la pena, tanto que se desprenden de la caja de ritmos como rasgo definitorio del grupo, y la jarana y los instrumentos acústicos.
EMMANUEL: Pero no es algo doloroso. Es como una lejanía. Son pasos necesarios para permitir la entrada a nuevas posibilidades. El concepto de la simplicidad de la batería, bajo, guitarra, teclado y voz solamente se puede lograr si son pocos elementos y son ésos. La batería es algo novedoso, pero igual la caja de ritmos en cualquier momento se puede volver a utilizar. Es una etapa diferente.
REPORTERO: En esta etapa también los encontramos con temas amorosos pero nada cursis ni empalagosos, más bien propositivos: “Jala una silla, siéntate a un lado, aquí, donde pega el sol”. “Eres lo que más quiero en este mundo, eso eres, mi pensamiento más profundo.”. En la canción “Hola, adiós” se habla de reconciliación en el instante en que se vislumbra el abismo (“este preciso instante que el piso se nos termina”).
JOSELO: ¡Pues qué bueno!, ¿no? Eso es lo que sucede cuando hacemos un disco. Somos un grupo y nos mostramos. La gente tendrá como una respuesta a lo que escucha pero eso no es lo que buscamos. Nosotros no nos planteamos hacer un disco con tales características que diga esto y que dé este mensaje, pero si eso es lo que se lee o escucha, a mí me agrada.
REPORTERO: ¿El tema “Encantamiento inútil” es en relación al 11 de septiembre?
ÉLFEGO: Sí.
REPORTERO: ¿Creen que deban cumplir un papel especial ante la situación nacional, internacional?
ÉLFEGO: No, pero el artista así funciona, como un reflejo de lo que sucede. Los sucesos nos afectan y nos involucran y por tanto reflejamos eso: el sentimiento de vivir al borde, momentos tensos, oscuros, y respondemos consciente o involuntariamente, haciendo un disco alegre y de buena intención.
REPORTERO: En todo este empeño de renovaciones y funciones de un grupo como Café Tacuba, creo que la constante es la voz que da sentido y forma al sentimiento colectivo de los integrantes. Una voz que se exige y se adecua a cada transformación. Ahora la escuchamos más fuerte y con más aire.
ÉLFEGO: No lo sé. Si pudiera, cambiaría mi tesitura y mi voz, pero no lo puedo hacer… No sé… Tal vez por eso me cambio el nombre.
REPORTERO: Muy bien. Muchas gracias.
Élfego y Joselo se ponen de pie. Quique y Emmanuel avanzan hacia la camioneta blanca en medio del grupo de personas que se habían reunido en torno nuestro y que les solicitan autógrafos. Los cuatro suben a la camioneta y se marchan hacia el oriente.
Corte a:
7. INTERIOR. COCHE. DÍA.
Avanzamos hacia el chevy blanco. Abrimos la puerta del coche. Encendemos la radio y se escucha “Tomar el fresco”: “Si no regreso no pasa nada, tarde o temprano alguien me viene a suplantar ¿qué no?”. Ponemos en marcha el coche. En reversa nos despedimos de la imagen del árbol y el cañón. Inician créditos. Se gira y se desciende al oriente hasta la calle José Benítez en dirección hacia el sur. Se toma la calle Matamoros hacia el oriente. Levantamos la vista y vemos la larga avenida repleta de automóviles. Café Tacuba sigue en la pista con el tema “Hoy es”: “Hoy es el día más espectacular, el día más bello que hay”.
FIN
Fotografía de los tacubos tomada de: http://gastv.mx/cafe-tacvba-y-los-tigres-del-norte-juntos/