Traducción: Bibiana Camacho
l lugar común dice que los libros no deben juzgarse por su portada. No estoy de acuerdo. He visto decenas de buenos libros ilustrados con portadas espantosas, como si el diseñador se hubiera ido de vacaciones o el editor hubiera bajado una foto de internet. De igual manera, hay libros con buenas portadas y títulos que no dicen nada ni llaman la atención. Título y portada son la carnada para atraer a los lectores. Por estas razones elegí el libro de Rossana Campo (Génova, 1963): Dónde vais a encontrar un padre como el mío que fue reconocida con el Premio Strega Giovani y el Premio Elsa Morante de Narrativa.
Luego, como dicta el canon, leí la primera frase, la que se supone debe sacudirnos como un flechazo al corazón: Mi padre me dijo una vez: Rossanita nunca debes tener miedo a nada en esta vida, porque recuerda siempre que ¡fuiste concebida sobre una mesa de billar!
Con semejante inicio, nada podía salir mal y así fue. Esta novela de no ficción, trata sobre la relación de la autora con su padre, Renato, un gitano-italiano, “un tipo chiflado, informal, quizá simpático, un gran narrador de historias y aventuras (medio verídicas medio contadas a lo grande, solo por el gusto de exagerar, por la alegría de contar mentiras y también para encubrir la narración de su epopeya personal la verdadera realidad de su vida, de su pasado y de los enormes dolores padecidos en su infancia y durante toda su vida)”.
Vía correo electrónico, Rossana Campo respondió a las siguientes preguntas:
Empecemos por el principio: el título del libro es maravilloso. En el epígrafe se descubre que es parte de un diálogo de Isaak Bábel. ¿Cómo lo encontraste? ¿Cuándo descubriste que le quedaba como guante a esta novela?
Cuando me encuentro en la fase final de la escritura de una novela me siento constantemente envuelta en su atmósfera, dentro de la historia que estoy narrando, y me parece que todo lo que vivo, leo, observo, todo se convierte en algo que podría ser parte del libro y enriquecerlo. De este modo, mientras leía el maravilloso libro Cuentos de Odessa de Bábel, me sentí invencible a través de un personaje femenino que decía esta frase, e instintivamente, con el instinto del escritor, supe que era el título perfecto para el libro de mi padre.
Esa vieja receta —la de arrancar una novela o un relato con una frase poderosa— sigue siendo vigente? ¿Cuánto tiempo trabajas para encontrar el mejor arranque posible?
No sabía que fuera una receta narrativa eso de iniciar con una buena frase, creo que siempre lo he hecho. Incluso en las narraciones orales, si quieres compartir una historia con un amigo o con un extraño, en general tiendes a decir algo que atraiga la atención, y que no haga que se mueran de aburrimiento, ¿cierto? Si quieres que te lean, lo mejor es mostrar lo más pronto posible tus cartas y hacerles entender de qué se trata. Y supongo que con mi frase, un lector entiende de inmediato lo que tengo la intención de narrar. En general, la frase de inicio me llega como un relámpago.
Como Renato era un gran narrador de historias, desde un punto de vista genético, ¿consideras que tu padre te heredó la vena literaria?
Creo que sí. Aunque no era una persona culta, siempre vi a mi padre escribiendo apasionadamente: recuerdos, pequeños cuentos y mucha poesía. Lo hacía porque probablemente no logró jamás vivir plenamente todas las emociones y sentimientos a su manera. Tenía un modo exagerado, extremo de sentir las cosas y quizá intentaba liberarse un poco mediante la escritura. Yo también hago lo mismo.
Cuando cuentas tu visita al psicoanalista, dices sobre los escritores que “pertenecíamos a la misma familia, la familia de los que no saben estar en el mundo de una forma sencilla, alegre”. ¿Por qué crees que los escritores no saben estar en el mundo de forma sencilla, alegre?
No sé si eso se aplica para todos los escritores, pero creo que son personas a quienes vivir la vida no les es suficiente, sino que necesitan narrarla y reconstruirla a su modo, todo el tiempo, mediante palabras; se trata de personas que sienten las cosas de un modo complejo, quizá de manera más profunda que los demás, quizá se trate de gente un poco loca.
Cuando cuentas algunos aspectos muy personales de tu padre, sobre todo las partes más negativas, por decirles de algún modo, recordé al mío, y me quedé pensando que todos esos hombres del siglo XX, de las guerras mundiales, de la amenaza atómica, se forjaron en ambientes difíciles, de pobreza, en los que debían de ser “hombres” todo el tiempo, y que al crecer quedaron marcados para siempre. La bebida, las mujeres o cualquier recurso para evadirse les representaban una vía de escape, una válvula para atenuar sus frustraciones. ¿Como mujer consideras que la vida de los hombres del siglo XXI es o será distinta?
Sí, creo que los hombres más jóvenes son diferentes de sus padres y de sus abuelos, pero incluso hoy en día la violencia contra las mujeres continúa y los jóvenes que no han sufrido la guerra y la miseria extrema, de todos modos, usan la violencia contra las mujeres y niños. Mientras no cambie el sistema patriarcal, la violencia continuará, así como la guerra y el terrorismo, por desgracia, continuarán existiendo.
Creo que el escritor que no se desnuda en sus libros, sean de ficción o de no ficción, se queda a la mitad. Y tú te desnudas en esta novela. Cuando leo libros como el tuyo pienso en qué opinará la familia del escritor cuando ve que tantos secretos revelados. En tu caso, ¿cómo tomó tu familia este retrato tan íntimo?
Mi madre no ha querido leer el libro, está contenta del éxito del libro y de los premios literarios, pero me dijo que no ha querido leerlo. Mi hermano está feliz de que yo haya contado nuestra historia. Otros parientes me han dicho que no imaginaban que mi padre fuera así. Y me pregunto, quién creían que era mi papá, ¿Carlos de Inglaterra?
Cuando recuerdas a Renato como “el intento de vivir tal y como somos y no como los otros esperan que seamos”, ¿la vida del escritor se ajusta a esta filosofía?
Bueno, diré que todos los buenos escritores deberían estar más cercanos a nuestra realidad, cualquiera que sea, deberían ayudarnos a eliminar el manto de mentiras, convenciones sociales e hipocresía con las cuales cubrimos nuestras vidas.
Actualmente se han publicado muchas novelas de no ficción, en las que el escritor queda al centro de la trama y del relato. Esto ha suscitado duros debates respecto de que se ha abusado mucho del género. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Yo amo muchísimo la autobiografía, algunos libros autobiográficos me han ayudado a vivir, a veces incluso me han salvado la vida. A veces las autobiografías llegan de manera más directa que las novelas al corazón de las cosas. Algunos de estos libros, para mí, son como amigos, amantes que no te traicionarán jamás. Por ejemplo: Jeanette Winterson Por qué ser feliz cuando puedes ser normal; o Marie Cardinal Las palabras para decirlo; o Virginia Wolf Momentos de vida; o incluso el diario de Franz Kafka, las memorias de Simone de Beauvoir; todos estos libros me han convertido en la mujer y la escritora que soy, además de haberme salvado la vida, la han iluminado.
Rossana Campo, Dónde vais a encontrar un padre como el mío. Siruela. 2017.