Grave acusación de asesinato por envenenamiento han lanzado en contra del propietario del tendajón denominado “Lucrecia” ubicado en el interior del mercado “La Dalia”, colonia Santa María la Ribera, cuyo nombre se desconoce, la señora Epigmenia Rivera Estrada y Aurelio Martínez Olmos, esposa y hermano del señor Aurelio Mártinez Olmos, quien murió a consecuencia de las bebidas que ingirió en la tienda citada.
A decir de los quejosos, que se presentaron ayer en la Decimocuarta Delegación de Policía, el propietario de la tienda siempre se ha jactado de enviar a sus parroquianos al panteón por lo fuerte de las bebidas que prepara. Agregan que en dicha tienda, se mixtifican las bebidas, agregándoles alcohol puro y limonadas para darles un “sabor especial” y otros licuados viscosos y coloreados. Resulta que el pasado sábado por la tarde, Aurelio Martínez, de 58 años de edad, salió de su domicilio, sito en Prolongación de Naranjo número 3809, colonia del Gas, diciéndole a su esposa que se iba a tomar unos jaiboles en la tienda de Lucrecio. Como a las 20.30, horas de la noche regresó al hogar completamente borracho y se quedó dormido.
El sueño se prolongó todo el día siguiente (domingo) y no fue sino hasta las 23.30 horas de ese día cuando la señora empezó a preocuparse por el letargo de su marido, que aunque se movía lo hacía en forma sospechosa, sin proferir sonido gutural alguno. Entonces quiso darle un té de hojas de naranjo, bien caliente, para tratar de reanimarlo pero su marido no quiso abrir la boca y se concretó a entreabrir los ojos, vidriosos y suplicantes.
Una hora después, cuando ella buscaba afanosamente a un médico, Aurelio Martínez Olmos falleció víctima de alguna intoxicación. En similares términos murió Pablo Martínez Olmos, afirmando que en la citada tienda el dueño se hace propaganda a a sí mismo, diciendo que con sus bebidas, que son “tan fuertes” que ha enviadlo a muchos mortales al panteón.
Tanto la esposa como el hermano de Martínez Olmos han solicitado la autopsia de rigor, para justificar que fue asesinado con las mixturas del tendero, que no vende bebidas embriagantes, sino veneno puro. El cadáver fue enviado al Hospital Juárez, para la necropsia de ley, misma que dará a saber a la policía si se trata de un crimen o simplemente de una congestión alcohólica.
Publicado el 17 de junio de 1951 en Novedades.