El asesino de la muer encontrada en el Bosque de Chapultepec fué aprehendido.
Resultó ser un muchacho de veintidós años.
Hábil investigación policíacaaca
Después de una habilísima y rápida investigación policíaca dirigida personalmente por el comandante de agentes de la Jefatura de Policía, J. Jesús Galindo, se logró desentrañar todo el misterio que rodeaba el crimen descubierto en el Bosque de Chapultepec, como a doscientos metros del salón-bar “Trocadero”, y del que resultó víctima una agraciada muchacha de veintidós años de edad llamada María Luisa Padilla.
El asesino de la muchacha resultó ser uno de sus pretendientes, llamado Fidencio Hernández Gutiérrez, jardinero del Hospital Crodway, de 22 años de edad, natural de Irapuato y domiciliado en el propio hospital.
Cínicamente el delincuente nos dijo, agachando la cabeza mientras le daba vueltas a un pringoso fieltro gris:
—¡Realmente me la eché de puro coraje…!
Y entrando después en detalles mínimos, confesó lo siguiente:
—Vine de Irapuato desde hace ocho años y trabajé como peón de albañil con mi tío Guillermo Piña, y hace cinco meses entré a trabajar al Hospital Inglés, como jardinero.
Conocí a María Luisa en la calle, la seguí hasta su casa, ubicada en la Calzada de Mariano Escobedo número 710, y le pedí que fuera mi novia,; pero primero me dijo que era casada y luego supe que además de su esposo Francisco Monroy Ríos, tenía un amante y eso me dio pie para exigirle que me quisiera a mí también. Acepto salir conmigo una vez; pero siempre que le hablaba de amor se burlaba de mí.
El lunes en la tarde –el día del crimen- me fui de parranda como mis amigos “El Glostora” y Octaviano N., y después de beber varios tequilas me sentí ebrio y me acordé de María Luisa y fui a buscarla, ya como a las 7 de la noche.
Accedió a salir conmigo un rato y nos fuimos caminando por la calzada hasta llegar a “El Trocadero”, en donde volví a pedirle que me quisiera, y ella siguió burlándose de mi y de plano me dijo que necesitaba un hombre que la sacara de trabajar y no un pobre como yo…
Me dio mucho coraje, y con una navaja de cacha blanca que llevaba, le tiré un navajazo; ella metió el brazo y se quitó el golpe; pero yo volví a asestarle otra puñalada y le pegue en el cuello,, cayendo al suelo agonizante.
Cuando le preguntaron los agentes si tenía algún otro motivo para haber matado a la muchacha contestó:
–No tenía otro… Estaba muy borracho y en esos momentos no pensé lo que hacía.
Se aclaró que María Luisa estaba separada desde hace u año de su esposo, y trabajaba en la casa número 714 de la Calzada Mariano Escobedo, domicilio del gerente de la Fábrica de Hilados “La Hormiga”, de Tizapán.
Hoy mismo será consignado a un juez penal el asesino, convicto y confeso del crimen.
Publicada originalmente en marzo de 1952 en El Universal.