Con el cráneo y el tórax destrozados a golpes de martillo, fue encontrado ayer por la mañana el cadáver de Cándido García Infante, de 18 años de edad, en el interior de la farmacia Churubusco, ubicada en el crucero Oriente 172 y Sur 101 de la colonia Prado Churubusco.
El crimen al parecer fue perpetrado por individuos de costumbres extrañas aunque trataron de darle otro sesgo, ya que hicieron desaparecer de la caja 3 mil 326 pesos, que es el equivalente a las ventas de dos días.
García Infante era el encargado de la farmacia que pertenece al señor Saturnino Uribe Soria. El hoy occiso dormía en el mismo local y con él se quedaba Octavio Pedraza Álvarez quien, a pesar de haber estado en el lugar a la hora del crimen insiste en que no se percató de los hechos.
Sin embargo, señaló como los presuntos autores de la muerte de su compañero a dos individuos de nombres Lorenzo Saucedo y Ramiro Pedraza Pedraza, quienes anteayer por la noche fueron a hacerles compañía.
La versión que da Pedraza Álvarez, quien fue detenido por elementos de la Judicial del Distrito es hasta cierto punto ingenua, ya que insiste en no haberse percatado de la forma en que dieron muerte a su amigo. Esto ha hecho pensar a los detectives que tenga participación directa en el homicidio de García Infante.
El cadáver fue encontrado a las 7 horas por Martiniano Uribe Ambriz, sobrino del propietario de la farmacia. Martiniano se dirigió al negocio de su tío para avisar al hoy, occiso que iban a jugar basquetbol en una cancha cercana al lugar. Cuando llegó le pareció extraño ver que la cortina de la farmacia estaba levantada en casi un metro de altura.
Penetró, pero no vio a nadie. Llamó a Cándido y nadie contestó, pero al llegar al pequeño pasillo que se encuentra delimitado por la pared y la caja registradora, una ola de terror lo estremeció: sobre el suelo, cubierto de sangre en casi toda la extensión del cuerpo estaba tirado Cándido y a un lado, sobre un anaquel, estaba el martillo que sirvió como arma para terminar con su vida.
Los móviles del crimen aún no han sido puestos en claro ya que el único detenido continuaba hasta ayer por la tarde empecinado en no saber más del asunto.
Publicada el 28 de mayo de 1966 en El Heraldo de México.