i hay algo que reprocharle a La luz de la noche, novela de Graham Moore, es la mala traducción del título que no respeta ni le hace honor a The Last Days of Night. Los últimos días de la noche es un nombre más potente y que deja entrever el tema central del libro: la batalla que hacia finales del siglo XIX enfrentó a dos gigantes que transformaron el mundo: Thomas Alva Edison y George Westinghouse por la invención de la bombilla eléctrica, y luego por el uso de la corriente continua y alterna.
La noche desapareció de nuestras vidas hace muchos años. Me refiero a la oscuridad total, esa que mataba de miedo a los cavernícolas e incluso a los hombres de la Ilustración. Después de la electricidad la noche ya no fue igual, ni significa lo mismo para nosotros que para los hombres de hace 200 años.
El protagonista del libro no es ninguno de los inventores: es Paul Cravath, un joven abogado que no tiene mucho de haberse recibido y ya se trae entre manos el caso del siglo: hacer que Westinghouse gane la batalla legal en contra de un Edison que la hace de villano. Adinerado, famoso e insoportable, el mago de Menlo Park cuenta no solo con recursos económicos sino con una extensa e intrincada red de contactos en las altas esferas de Manhattan, por lo que el destino de Westinghouse no es del todo halagüeño.
La inexperiencia de Cravath le hace cometer muchos errores que ponen en riesgo la empresa de su cliente. La aparición de Nikola Tesla, el inventor serbio a quien se le debe el uso de la corriente alterna y quien tras un fugaz paso por la Edison General Electric Company y terminar peleado con Thomas, les da un respiro y tanto Cravath con Westinghouse esperan a que el serbio desarrolle una bombilla eléctrica que además de funcionar con corriente alterna, no se parezca en nada a la de Edison para dar por terminado el pleito.
Lo malo es que Tesla parece no muy interesado en el asunto, pues trae en mente nuevas ideas.
La novela se desarrolla en este contexto histórico en el que los inventores que hicieron latir el corazón de toda una generación se comportan como lo que son: seres humanos con defectos, ávidos de fama y dinero.
El pleito Edison vs Westinghouse recuerda mucho al de dos figuras contemporáneas que transformaron nuestro mundo y que también se enfrentaron varias veces: Bill Gates y Steve Jobs. No en balde, Graham Moore comienza algunos capítulos de la novela con algunas de sus frases (de hecho hay frases de Tesla, Edison, Popper y otros):
“¿Acaso no entiendes que Steve no sabe nada de tecnología? Solo es un supervendedor […] No sabe nada de ingeniería y se equivoca en el noventa y nueve por ciento de lo que dice y piensa”. Bill Gates.
“A Bill le gusta definirse como un hombre entregado al producto, pero en realidad no es así. Es un hombre de negocios… Ha acabado siendo el tipo más rico y, si ese fue su objetivo, lo ha conseguido. Pero nunca fue el mío”. Steve Jobs.
Eso es lo que hace atractiva a La luz de la noche: que cuenta una historia de celos profesionales, envidias y venganzas, quizá los más efectivos motores de la inventiva humana. Thomas Alva Edison fue un gran inventor y a la vez un gran vendedor, un jugador de póker que apostaba fuerte cuando no tenía ni un par; Westinghouse, por el contrario, se enfocaba más en fabricar mejores productos aunque resultaran más caros. Tesla se halla justo en el centro: es el hombre al que no le preocupaba el dinero ni las patentes, siempre que lo dejaran en paz para dedicarse a desarrollar los sueños que poblaban su mente.
La vida de Paul Cravath no es menos intensa e interesante, pues para que pueda abrirse paso en esta selva de hombres de negocios necesita de una bella mujer, en este caso Agnes Huntington, famosa cantante de la Metropolitan Opera. Desde luego que la mecha del romance entre estos dos va encendiéndose poco a poco sin estorbar el trabajo de Cravath quien, inspirado por genios como Edison, Tesla y Westinghouse también revolucionó los usos y costumbres del Derecho, incorporando abogados aprendices en labores de archivo y búsqueda de pruebas y documentos, tal y como hoy sigue haciéndose.
Con esta historia que adapta un contexto histórico y lo explota en función de una trama bien armada, Graham Moore ha escrito una buena novela, entretenida, llena de pistas falsas, con toques de folletín, y en la que su protagonista no es un boy scout sino un hombre que tiene que mancharse las manos cuando no le queda de otra.
Para mayores señas, Graham Moore fue el guionista de El código Enigma, la película sobre Alan Turing, otro gran genio.
La luz de la noche es una de esas novelas que rara vez serán reseñadas por los críticos de confianza pero que, estoy seguro, los escritores leen a escondidas para aprender los rudimentos del storytelling.
Graham Moore, La luz de la noche (The Last Days of Night). Traducción de Antonio Lozano. Lumen, 2017.