Batallón motorizado
Queremos alabar al hombre que tiene el volante,
cuya lanza ideal atraviesa la Tierra
Filipo Tommaso Marinetti
Justo como el caballo motorizado que pintara José Clemente Orozco y cuyo jinete funge como emisario de la épica conquista, así irrumpe el heraldo de la enorme caravana, entre gran estruendo pero sin consigna, por el angosto arroyo de la calle Tacuba. Pretexto para la exhibición y la parafernalia, signo de identidad y reconocimiento, la máquina y su alarde recrean el juego, la imagen de una escuadra victoriosa, el tropel de un batallón lejano ya de un destino y un origen en desfile fugaz y premonitorio.