GALERÍA DE ARTEFACTOS

CRÓNICA DE UN PRODIGIO

Soy lo que viene cuando la luz se va
Pablo Molinet

Semejante a un cazador solitario, el hombre de la cámara acecha un momento en lo alto de la tarde, y a veces, sólo a veces, ese momento ocurre y se extiende, se desplaza, se barre ante su mirada atónita y narcótica. Se articulan, pues, cláusulas, estrofas, capítulos cuya progresión pudiera ser materia primordial de cualquier novela contumaz o progresista, el más escabroso ensayo, la más alta e indignante poesía que se lee a la sombra. El suceso se atisba, nace —como todo— de un motivo baladí y se torna en breve la curva de una historia, un relato cuyo nudo se enreda y complica con orden pero sin pausa. El juego se estimula y toca sus lindes. Sin embargo, bajo el reino retórico y engreído de la luz y su ausencia, sobre todo su ausencia, el poeta no habla sino de este momento, el que ya pasó pero sucede, el que ocurre pero se ha idO. Y lo que ha de venir, lo que se anuncia en la nostalgia es precisamente aquello que sin humildad el hombre de la cámara busca: el prodigio, el regalo que nada vale pero significa, aquello que se esfuma para vivir, aquello que —extraviado entre el horror y la belleza— viene cuando la luz se va.

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