Macabra tarea de una familia y final digo de Ripley
Lo “sepultaron” y regresó vivo a su casa.
Si esta frase fuera leída por Ripley, seguramente se moriría de risa, porque ni él mismo la creería. Pero da la circunstancia de que las autoridades adscritas en el Hospital Dr. Rubén Leñero creyeron encontrarse, ayer, ante un caso de
esa naturaleza. En efecto. varias personas llegaron ante el agente investigador en turno y una de ellas dijo: “Queremos denunciar este hecho: Clemente Rivera Zamora fué sepultado el día 13 de este mes pero aquí está”.
Un secretario de esa Agencia del Ministerio Público pensó que estaba soñando o que le querían jugar una broma de muy mal gusto, razón por la cual expresó: “No quieran tomarme el pelo y explíquenme cómo sucedió el caso”.
Se adelantó Juan Varela, cuñado de Clemente, y en pocas palabras hizo que el secretario volviera a la realidad: “Nosotros sepultamos un cadáver el pasado día 13 de este mes en el Panteón Civil, de San Nicolás, creyendo que se trataba de Clemente; pero no fué así. Él aquí está, y ahora no sabemos quién yace en una fosa de ese cementerio”.
“Como si fuera poco —gritó un tanto indignado—, nosotros hicimos bastantes gastos para realizar ese sepelio, y ahora estamos sin dinero y endrogados”.
ASÉ FUÉ LA CONFUSIÓN
El mismo secretario procedió a interrogar a Clemente, quien dijo:
“El pasado día 9 de este mes, salí de mi domicilio de la segunda cerrada de las calles Sur número 112, Colonia Oriental. Junto con mis sobrinos, Sebastián Varela Rivera y Ángel Flores me dirigí a unos baños de la Colonia Gómez Farías. Al salir, ya cuando las sombras de la noche habían caído, varios individuos me asaltaron y me golpearon de tal manera que perdí el conocimiento.
“Ahora sé —añadió—, que mis sobrinos huyeron para evitar que también los golpearan. Yo recobré el conocimiento cuando me atendían en el Hospital Dr. Rubén Leñero. En varias ocasiones dirigí mensajes a mis familiares. sólo que nunca fueron a visitarme durante los días que estuve encarnado en este hospital.
“Cuerdo ya me dieron de alta, me dirigí a mi domicilio y mi hermana Altagracia estuvo a punto de desmayarse cuando me vió. Lo mismo ocurrió con mi madre, Caritina Zamora, quien se encuentra muy enferma a consecuencia de la fuerte impresión que recibió al vermne, y es que ya me daban por muerto.
“ES ÉL…”. “YO CREO QUE NO”
Después habló Juan Varela:
“Como vimos que el día 10 de los corrientes mi cuñado no llegaba a la casa, lo anduvimos buscando en los puestos de socorros, en el Hospital Dr. Rubén Leñero, en todas las delegaciones en la Cruz Roja, en la Jefatura de Policía, en la Procuraduría del Distrito Federal y en otros lugares, pero nadie nos dió razón de él”.
—Entonces, ¿de dónde sacaron el cadáver al que dieron sepultura?
—Seguimos buscando durante varios días. Pensando que hubiera muerto, nos dirigimos al Hospital Juárez en donde nos mostraron los cadáveres de varios individuos que estaban como desconocidos
“Nos encontramos con un cadáver que se parecía muchísimo a Clemente. Yo tuve mis dudas y aseguré que no se trataba de él; pero mi esposa, mi suegra y demás familiares estuvieron seguras de que era el cuerpo de Clemente.
“Se nos dijo que ese cadáver no estaba identificado, que lo habían llevado del Hospital Dr. Rubén Leñero y que, sobre el particular, se había levantado el acta 61466/60″.
Fué así como el cadáver del desconocido fué entregado a los familiares de Clemente y lo velaron en la casa de la Colonia Oriental.
UN AMBULANTE INFORMÓ MAL
Cabe mencionar que los parientes del “desaparecido” se encaminaron al Rubén Leñero, con el objeto de recoger las ropas de Clemente. Se dirigieron a la comandancia de ambulantes, donde les dijeron que, efectivamente, Clemente había sido recogido de la Colonia Gómez Farías. Además, un empleado expresó: “Sí, ya murió y se lo llevaron al Juárez, pasen a la adminirstración para que ordenen la entrega de las ropas”.
Este detalle fué el que acabó de convencer a la familia de que Clemente, de 20 años de edad y albañil de oficio, había pasado a mejor vida. Juan, entonces, no tuvo más remedio que conseguir dinero para adquirir un ataúd y, cubrir todos los gastos del sepelio, con su respectivo velorio.
El día 13, el cadáver fué sepultado en el panteón que se localiza en la jurisdicción de Ixtapalapa, y los familiares se vistieron de negro, como señal de luto. En estos días, todos ellos habían estado rezando el novenario, “por el eterno descanso de Clemente”.
Ya la familia estaba resignada por la “irreparable pérdida” y hasta se disponían a vender algunas de sus pertenencias para cubrir la deuda contraída, pero…
EL MUERTO REGRESA
En la mañana del lunes pasado, Clemente, quien todo el tiempo estuvo encamado en el Hospital Dr. Rubén Leñero, fué dado de alta, pues los médicos consideraron que ya estaba fuera de peligro con motivo de las lesiones que recibió cuando fue atacado.
Muy lejos estaba de imaginarse de que sus parientes “ya lo habían sepultado”. Es más, se dirigió a su domicilio un tanto descorazonado, al pensar que sus seres queridos le habían vuelto la espalda, porque no lo visitaron en todo el tiempo que estuvo encarnado en ese nosocomio.
Lo que sí le extrañó es que sus ropas habían desaparecido, y tuvo que pedir a las autoridades unas prendas viejas para poder llegar a su casa. Al filo de las 12 horas llegó a Colonia Agrícola Oriental. Ya para entonces había meditado su situación y creyó que los recaudos que envió a su madre nunca habían llegado a su destino.
Así, apresuró el paso para encontrarse pronto con los seres queridos y explicarles todo lo que le había pasado. Fuera de la casa estaba su hermana Altagracia, quien, al verlo, palideció, se quedó muda, a punto estuvo de desmayarse ante la sor- presa de Clemente, y luego corrió hacia el interior de su domicilio, gritando como loca:
“Mamá… mamá… allá fuera está Clemente… debe ser su espíritu…”
Caritina se quedó también espantada. Salió de la cocina para cerciorarse del dicho de su hija y al ver a su hijo, quedó paralizada. Retrocedió unos pasos y soltó en llanto, al creer que estaba viendo el fantasma de Clemente.
“SOY YO, N0 SE ASUSTEN”
El albañil supuso que algo andaba mal, sobre todo al notar que su progenitora estaba vestida de negro.
“No se asusten —dijo—, soy yo, Clemente, estuve herido en el hospital, pero ya estoy bien, no corran de mí”.
Los familiares del “muerto” recobraron un tanto la calma, sin que dieran crédito a lo que estaban viendo. Clemente tuvo que explicarles por largo rato la suerte que había corrido y también él se quedó sorprendido al ser enterado de que “ya lo habían inhumado”.
Al final de cuentas, aquello se convirtió en un drama de película, sólo que la fuerte impresión ya había hecho su efectos. Caritina sigue muy enferma a consecuencia de ello.
Así, culminó este raro suceso, y Clemente decidió poner el caso en conocimiento de las autoridades competentes. Ahora les queda el problema del dinero, y a las autoridades éste: ¿Quién fué el hombre sepultado? ¿Será ordenada la exhumación? Se supone que esto último será llevado a efecto, porque la noticia puede sembrar la duda entre todas aquellas personas que no encuentran a sus seres desaparecidos.
Publicada originalmente el 20 de abril de 1960 en La Prensa.