¡CONTINÚA RACHA DE SUICIDIOS EN EL DF; AHORA UN DOCTOR!

La primavera sigue siendo causa de que en el Distrito Federal aumente la racha de suicidios que se viene notando desde la segunda quincena del mes próximo pasado

A las 9 horas, por aviso telefónico recibido en la Séptima Delegación del Ministerio Público, su personal de guardia se trasladó al Hotel Mina de las calles del mismo nombre, esquina con Tomás Delgado, para recoger el cadáver que estaba en el cuarto número 306. El cuerpo yacía sobre una cama y presentaba todos los signos claros de la intoxicación

El médico encontró cerca del cuerpo unos frascos vacíos que contuvieron “Ethobral”, o sea un activo veneno. También había un lacónico recado firmado por el ahora extinto antes de que tomara al tóxico.

Cuando se interrogó a los empleados del hotel dijeron que el sábado pasado, a las 18 horas aproximadamente, se presentó solicitando un cuarto, el ahora extinto, quien se anotó en el libro de registro con el nombre de Raúl Garza Rangel. Nadie volvió a ocuparse de él hasta ayer por la mañana, que fué descubierto el cadáver ya con rigidez completa.

Más tarde, el doctor Eduardo Poll se presentó anta la Delegación para identificar el cuerpo como el que en vida fue médico Arturo Caballero Caballero, que contaba con 28 años de edad y que en 1955 se había recibido como cirujano de la UNA.

Agregó el médico que su colega, ahora muerto, tenía su consultorio en la calle de Oriente 160 número 1761, Colonia Escuadrón 201, y su domicilio en la Calle Sur 101-A número 309 de la Colonia Héroes de Churubusco, en dos vivía al lado de su esposa Lucila, cuyo apellido no recordó. Sabía que el suicida tenía buena posición económica, y en su hogar era feliz, el grado de que en meses pasados había traído al mundo a su primera hijita.

Al mostrársele el recado que dice textualmente: “no se culpe a nadie por mi muerte. Quiero pagar con mi vida el delito que cometí”, dijo el doctor Poll dijo no tener la menor idea de a que se refería, pues nunca supo que Arturo Caballero Caballero cometiera algún delito infamante, por lo que le causa extrañeza su fatal determinación.

Publicada originalmente el 2 de abril de 1957 en El Universal.

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