En los momentos en que robaba milagros del templo de Santiago, ubicado en el perímetro de la tercera delegación, fue detenido por el párroco de la mencionada iglesia, el menor Francisco Díaz Rodríguez.
El precoz delincuente, a duras penas con nueve años de su edad, es un experto en robar floreros, alfombras y milagros de oro y de plata, los cuales desprende de las vestiduras de las imágenes.
Según confesó el muchacho, ya son varias las iglesias donde ha cometido infinidad de hurtos. Posteriormente, en la tercera delegación, Díaz Rodríguez confesó que se convirtió en delincuente, porque sus padres, Manuel Montes de Oca y Joyita, Muñoz, que viven en la avenida de Peralvillo 117, lo obligan a cometer los robos.
Nota publicada el 12 de junio de 1951 en Novedades.