¡CARAJO! ¿CÓMO TE LO EXPLICO?

ra diciembre de 2015. Mi hija había nacido un par de meses atrás. Los Pumas jugaban la final contra los Tigres de la UANL. La ida la habíamos perdido 3-0 de forma aplastante, las esperanzas eran mínimas. La humillación redonda, muy probable.

Todos acudimos al estadio con la certeza de que no había nada que jugarse, con la alegría de un gran torneo, con la sonrisa del que sabe que va a perder pero que ha disfrutado cada minuto para llegar hasta ese juego final. Pero los Pumas no estaban de acuerdo. Al 45’ cayó el gol de Herrera, 10 minutos entrados en el segundo tiempo entró el de Britos, y en la tribuna los nervios empezaron a consumirnos, no por la posibilidad de perder, sino por la de ganar.

Entonces la magia apareció; esos momentos que solo te da el futbol. Minuto 87, tiro de esquina por la derecha, balón al área, saltan todos y en lo más alto del área chica, Torales, el contención, alcanza la pelota y remata pegado al poste. Los Pumas mandaban la final a tiempos extras, consiguiendo una remontada que parecía imposible.

Yo estaba en la tribuna. El gol cayó y de pronto me vi en el pasillo del Estadio Olímpico, en el suelo, llorando de felicidad y jurando que esto tenía que ser obra de mi hija, que había nacido dos meses antes. Era por ella, era gracias a ella, que estábamos logrando lo imposible.

¡Carajo! ¿Cómo te lo explico? ¿Cómo te hago sentir lo que sentí, que lloré de felicidad y le agradecí en segundos cientos de veces a mi hija por lo que yo creí, quería creer, que tenía algo de divino? Así es el futbol. Es irracional, es primitivo, es profundo, es espontáneo, es felicidad absoluta, es la garganta que se quiebra, son las piernas que se doblan de tanto brincar, es el júbilo que te llega al pecho y te saca las lágrimas del corazón cuando tu equipo anota ese gol del triunfo.

¿Cómo te lo explico? Basta con que veas este video de los niños uruguayos. Minuto 89, el partido se acababa, Egipto estaba por sacarle el 0-0 a los charrúas que empujaron todo el juego con mucho corazón, menos ideas y peor definición. De pronto llegó uno de esos momentos, de esos que marcan la vida de todos los involucrados, de esos de los que platicarán de adultos los chicos que hoy lo vieron, así como nosotros hablamos del gol de Cuauhtémoc contra Bélgica en el 98, o como nuestros padres hablaron por años de la media tijera de Negrete en el 86.


Gracias futbol. Porque no soy uruguayo pero me emocionó el gol, pero sobre todo, gracias por este video porque lloré con los niños que brincaron y festejaron como yo festejé el gol de Marcelino, en mi salón de secundaria, contra Italia en el mundial de 1994. ¡Carajo! ¡Qué bonito es el futbol!

Si lo ves y no sientes nada, perdón, pero no sé cómo explicártelo.

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