José Luis Martínez González o Mario Guerrero Montesinos, de 19 años, raterillo que se dedica a desvalijar automóviles, fué acorralado en la azotea de un hotel por varias personas que lo perseguían y a quienes dejó atónitas, saltando limpiamente a otra azotea vecina y de aquí a la calle, para caer sobre la plataforma de un camión que se encontraba estacionado al filo de la banqueta.
Pero en la calle el ágil ladrón se lesionó un pie y fué detenido por dos gendarmes. Al ser conducido a la Primera Delegación afirmó que no recordaba absolutamente nada porque tomó unas copas.
Pero Humberto Valdez Cepeda formuló en su contra acusación concreta por los delitos de lesiones, tentativa de robo y daño en propiedad ajena. El denunciante dice que llegó a su casa de Guatemala 139, a bordo de su Chevrolet placas 85-296, y después de media hora de permanecer en las habitaciones, volvió al auto. Con mayúsculo disgusto se dio cuenta de que el cristal de una aleta había sido roto, para robar. Al abrir la portezuela se dió de manos a la boca con el ladrón que estaba en el asiento delantero.
Montesinos se echó encima de Valdez propinándole un golpe en la cabeza con un pedazo de tubo, y a continuación se echó a correr velozmente; pero varios transeúntes que se habían dado cuenta de lo que ocurría, iniciaron la persecución.
Montesinos entró a un hotel, a cuya azotea subió. Al verse acorralado en este sitio, dió un increíble salto para alcanzar la azotea más cercana y luego brincó a la calle, con el resultado que ya se anota.
Publicada originalmente el 29 de octubre de 1966 en La Prensa.